Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 117


QUERIDOS PASAJEROS:

Por estos sures el otoño ya comienza a despuntar, pincelando de ocres y dorados el paisaje. Tiempo de ir desprendiéndonos de lo innecesario para luego renovarnos y seguir creciendo. En la vida y en la literatura. Es una linda época para viajar, por eso el trencito quiere ya comenzar su nuevo recorrido.

El jefe de estación hizo sonar la campana y partimos. La locomotora tomó rumbo al oeste para cruzar la magnífica Cordillera de los Andes, pues un nuevo pasajero nos esperaba en nuestro vecino Chile: PABLO DELGADO ULLOA. (1956) Nacido en VIÑA DEL MAR, reside en la ciudad de QUILICURA (CHILE). De oficio diseñador de packaging, se inicia en la literatura a partir de “O Crónica de un Territorio”, versión que merece en certamen regional su primer premio. Entre ciertos afanes escribe su más logrado texto “Gusano de Tierra”, quedando finalista en un concurso consagratorio de poesía. Afanado y escurridizo, merma su creatividad por el año 79 donde otro premio en el ámbito de región le otorga aDisturbio Helado de una Sombra”, un galardón en la Casa de la Cultura de Viña del Mar. Allí se congela, siendo cómplice de ciertas publicaciones que lo motivan  a iniciar un camino de incipiente editor de noveles escritores. Posteriormente, el año 2003 reinicia su verba literaria insertándose al taller del Centro Cultural de Quilicura, donde colabora en la edición de Fragmentos para otros Textos, publicación que reúne a un número no menor de escritores de esa comuna.  Hoy es parte –como editor- de Revista La Mancha. Paralelamente se parte en algunos concursos donde obtiene: mención concurso de poesía Horno Nicho Ecológico y  es seleccionado para ser publicado en revista Ancla con el tema del Erotismo. Además sus textos han aparecido en revistas como El Puñal, Cinosargo, Pluma Negra, Con Voz Propia en la Red, Puerta Abierta Chile-México,  y otras. Su texto Gusano de Tierra fue publicado el 2013 en versión cartonera, por Calafate Cartonera (Chile).
En la actualidad participa de los proyectos La Mancha, Caja de Fósforos, Antología de Cuentos Manchados y a la espera de editar su texto poético Perro Muerto (Q.E.P.D.) Nos acerca hoy sus poemas que, espero, disfruten.


YA NO HABRÁ PLEAMAR


Ya no habrá pleamar entre nosotros
ni las elípticas mariposas cruzarán el océano
en pos del sosiego.
 
Fuesen buscando el surco del agua,
quebradas u olas como habidas a callar
tu grito y el mío.
 
De las flores del mal se contará después
y sea posible juntarnos a beber el mosto vestigio de esa vera.
Pasaremos a emborracharnos otra noche y seremos después de todo
ebrios de ese mar en cinta.
 
Se cuenta que bajamos abrazados,
abrazados y torpes
como un desliz de perro que cruza dos veces una plaza.
Nos apretamos los dedos, tus dedos y mis dedos,
se cuenta que algo se veía a vastedad de playa en esa ola,
y que una sombra,
algo como una sombra sobre otra
se dejaban caer,
nada más se supo de nosotros.
 
                                                           De" Historia Geográfica reunida"
 
 
 
ALGO SOBRE LOS IDIOMAS
 
Los pormenores y detalles están escuetamente en la salle,
a borde de página, como si fuese un manuscrito o diario de vida
donde penosamente se tuercen abismos que conducen al cielo.
 
Tachadas o desviadas a propósito sucumben en la porfía
sus otras palabras, las obscenas, las turbias,
las que no tienen más refugio del placer de escucharlas
o balarlas como bestia en su saliva.
 
A de que en tu oído estaban en desuso
macerando mansamente,
y me dejabas unas u otras para el festín
su fuese una tarde de esta
a consolar el sol que bajaba de vez en cuando a mi cremallera.
 
Aquí,
mi rabia de no traducir
con tus otras palabras lo que ataba mis brazos
y bajía en soledad el grito,
mas el paisaje no ocultaba nada.
 
Ah, malditos! si supieran cuan ruin fui esa tarde,
bajé como imitando un venia
y abracé sus piernas.
Cual herido conduje mis palabras hacia sus palabras
que no fueron otro idioma
mas mi mano era otra palabra y mis dedos otra torcedura
que besó en rezo su plegaria.
 
De allí seré penitente.
 
 
CERCENANDO EL MAR EN SU CAÍDA
 
Sabía de esa calle
cercenando el mar en su caída.
Bajaba mis pisadas por la vera
y cruzaba la plaza en un desdén hasta tu cuarto.
Condell, Pudeto, el café,
eran mis señas para golpear las escaleras
donde hubo disturbios, malos entendidos 
y destrozos de amor en esa turba.
 
Ya en ese entonces amaba
y bajía cual preñado mi frondosa saliva.
Mordía pañales y banderas para conquistarte
en fuese de gloria sobre las otras batallas.
De mí no se cuenta elocuencia, sino, la brevedad
de ser parsimonioso, como el gusano que se atreve
al éxtasis en fuga de cruzar la selva
de frondosa vaguedad.
 
Ahí fue mi conquista.
Me atrevo a decir que mantuve la calma
para despistar mi inocencia.
Nada se sabe,
ni se ha descubierto pito alguno
para acusar mi adicción.
 
Sólo amaba cual petardo las tardes enteras
en tu cuarto de paredes oscuras.
Menuda fragancia aterrizó en mis labios
cuando ya sabía de esa calle
cercenando el mar en su caída.
 
 
DE PERFIL
 
La vi.
No fue en el mes de abril ni cuando llegan más barcos al muelle,
ni siquiera cuando crecen las raíces del almendro
y el pasmo fluis del ave ronronea por la tarde.
La vi no más como en un cuaderno de notas
como se tuercen a veces
los clips fotográficos que emulan la vida,
como si una botella de vino lo contuviese todo
y me faltara el cigarrillo
y me faltara el perfume
y me faltara su cuello.
La vi no más en esa página de entonces.
Toda bella, esfumándose en un grabado de Rubert
que mecía girasoles y begonias en su planchas de nilo.
Más al fondo,
el texto a la izquierda “desaparecida”.
 
 
La maquinista brindó con un pisco y se despidió de los amigos. Y el trencito volvió a cruzar los Andes para, luego de un extenso recorrido, detenerse en la localidad de San Antonio de Padua, en la provincia de Buenos Aires. Allí ascendió nuestro viejo amigo (por afectos, no por edad) EMILIO NUÑEZ FERREIRO Les recuerdo sus datos: nacido en Barcelona en 1944. Trasplantado en Buenos Aires cuando aún no había cumplido los 5 años. Hace más de medio siglo que reside en SAN ANTONIO DE PADUA (provincia de Buenos Aires). Concurrió a los Talleres de Dalmiro Saenz, Gabriel Landoni y Juan Alberto Núñez. En 2001 y 2003, la Universidad de Morón lo distinguió con el tercer premio en Cuento Breve. En 2002, una Editorial de Necochea, hizo lo mismo con el primer premio en Cuento Brevísimo. Participó en varias Antologías. Tiene publicados varios trabajos en revistas y diarios. En junio de 2006, publicó su primer libro de cuentos: “Historias en sepia” (Ed. Dunken). Les dejo un cuento que trae recuerdos …

 
                                        SIN ESCRÚPULOS

             Son muchos los que esperan en el andén la llegada del subterráneo. Esperan con paciencia, desgastados por la rutina. Javier es uno más dentro de esa marea humana, sólo que para él hoy se cierra un capítulo en su vida.

            Donde el túnel hace un recodo ya se ve la luz del convoy que a toda prisa está a punto de parar en la estación. Con un rechinar de hierros se detiene y la puja por bajar de unos se enfrenta con los que intentan subir. Javier mira la hora y desdeña al monstruo metálico que apenas cerrarse las puertas emprende a toda carrera su viaje hacia la terminal de “Primera Junta”.

            Sentado en la punta de un banco donde una mujer le da de mamar a un niño, se cerciora de que el revolver está en el bolsillo donde lo había guardado, y nervioso enciende un cigarrillo.

            Otra marea humana comienza a juntarse a la espera del próximo subte. Desde el banco, Javier observa la misma escena, que a esa hora del atardecer se repite sistemáticamente cada tres minutos.

            Cuando está por llegar el próximo convoy, Javier se incorpora y desde atrás de una columna deposita su ansiedad en la última puerta del último vagón. Él sabe, ya lo ha estudiado y no tiene dudas que esta vez, el miserable que aguarda va a cumplir con su rutina de bajar por donde siempre lo hace, y antes de salir hacia las luces de ese atardecer, se va a dirigir hacia los baños. Ese torturador, especialista en hacer desaparecer a los que tienen la manía de pensar demasiado, a pesar de sus años, aún tiene el instinto de violar, pero la próstata, que no sabe de las bajezas de su dueño, siempre le reclama ir a esos baños.

            Javier no lo ve. Está en el lugar indicado, aunque se cruce alguien es muy difícil que no lo pueda ver, pero no lo ve, y ante la duda, lleva su sed de venganza hasta ese baño y se cerciora que no está. “En el próximo, seguro que en el próximo” se dice y regresa hasta la columna.

            Otra vez la misma rutina de tren, gente, chirridos, puertas que se abren, empujones y ansiedades… Ahora sí. Ahí baja el hombre por la puerta de siempre. En tanto se dirige a los baños, la mano de Javier comienza a entibiar el arma, Hay cinco hombres más orinando y uno lavándose las manos. Los latidos del corazón de Javier se asemejan al galope de un caballo. La mano que no sostiene el revolver tiembla como lo hacía la de su padre. El chorro de orina del torturador que violó y mató a la hermana de Javier cae intermitente y con poca fuerza.

            Ya se fueron todos, sólo queda el imbécil que no termina nunca de lavarse las manos. El que ya da por concluida su imperiosa necesidad, comienza a guardar su miembro bajo el pantalón. Fueron dos segundos y fue tan fácil, que cuando Javier vuelve el arma a su bolsillo, el miserable aún no ha terminado de desplomarse sobre los orines del inmundo piso. El que se lavaba las manos se ha ido. Los dos estampidos los debió ahogar el chirrido del subte que llegaba, la voz gutural de un parlante avisando la demora de dos minutos del próximo tren y la nueva marea humana que baja y sube de los vagones. Javier corre hacia el último y logra escapar de la estación que quizás no vuelva a ver.

            Por la ventanilla arroja el arma y se palpa el otro bolsillo donde tiene el pasaporte y el boleto. Con la mente en Ezeiza maldice a ese 1979 de este país de locos que lo acaba de echar hacia una esperanza vaga que tiene en Barcelona.

            Hace dos días que está en España. Javier trata de llenar con los afectos que acaba de reencontrar el vacío que le ha dejado su hermana. No ha dicho nada ni lo dirá jamás a nadie lo que cuarenta y ocho horas antes hizo en su país. A esa misma hora, a trece mil kilómetros de ahí, en el cono sur de América, la autopsia que le están practicando a un siniestro personaje que encontraron en una estación de subtes de la línea “A” de Buenos Aires, dice los motivos obvios del deceso. Además descubren que tenía un pequeño tumor en la vejiga, padecía una avanzada diabetes y el corazón agrandado… pero no se le encontró ningún escrúpulo.

¡Y seguimos viaje! Las luces de Buenos Aires nos reclamaban y hacia allá enfiló la locomotora. En el andén aguardaba otro viajero frecuente: FERNANDO SORRENTINO. Les recuerdo su impresionante curriculum que muestra su prolífica tarea. Nació en BUENOS AIRES, ciudad donde reside. Es profesor de Lengua y Literatura. OBRA PUBLICADA: CUENTOS: La regresión zoológica (Bs.As. Ed. Dos); Imperios y servidumbres (Barcelona, Ed. Seix Barral); El mejor de los mundos posibles (Bs.As. Ed. Plus Ultra - 2º Premio Municipal de Literatura); En defensa propia (Bs. As. Ed. de Belgrano); El remedio para el rey ciego (Bs. As. Ed. Plus Ultra) El rigor de las desdichas (Bs.As. Ed. del Dock- 2º Premio Municipal de Literatura); La Corrección de los Corderos, y otros cuentos improbables (Bs. As. Ed. Abismo); Existe un hombre que tiene la costumbre de pegarme con un paraguas en la cabeza (Barcelona, Ed. Carena); El regreso. Y otros cuentos inquietantes (Bs. As. Ed. Estrada); En defensa propia / El rigor de las desdichas (Bs. As. Ed. Los Cuadernos de Odiseo); Costumbres del alcaucil (Bs. As. Ed. Sudamericana); El crimen de San Alberto (Bs.As. Ed. Losada); El centro de la telaraña, y otros cuentos de crimen y misterio (Bs. As. Ed. Longseller).-NOVELA: Sanitarios Centenarios (Bs. As. Ed. Plus Ultra) (con dos reediciones: Bs. As. Ed. Sudamericana y Barcelona, Ed. Carena).- LITERATURA PARA NIÑOS Y/O ADOLESCENTES: Cuentos del Mentiroso (Bs. As. Ed. Plus Ultra-Faja de Honor de la S.A.D.E. Sociedad Argentina de Escritores) (reed. Bs. As. Grupo Ed. Norma); El Mentiroso entre guapos y compadritos (Bs. As. Ed. Plus Ultra); La recompensa del príncipe (Bs. As. Ed. Stella); Historias de María Sapa y Fortunato (Bs. As. Ed. Sudamericana - Premio Fantasía Infantil 1996) (reed. Ed. Santillana); El Mentiroso contra las Avispas Imperiales (Bs. As. Ed. Plus Ultra); La venganza del muerto (Bs. As. Ed. Alfaguara); El que se enoja, pierde (Bs. As. Ed. El Ateneo) Aventuras del capitán Bancalari (Bs. As. Ed. Alfaguara); Cuentos de don Jorge Sahlame (Bs. As. Ed. Santillana); El Viejo que Todo lo Sabe (Bs. As. Ed. Santillana,); Burladores burlados (Bs. As. Ed. Crecer Creando).- ENTREVISTAS: Siete conversaciones con Jorge Luis Borges (Bs. As. Ed. Casa Pardo)( con tres reediciones); Siete conversaciones con Adolfo Bioy Casares (Bs. As. Ed. Sudamericana) (con dos reediciones). Sus libros han sido traducidos al inglés, portugués, alemán, rumano, húngaro, italiano y chino. Nos trae hoy dos cuentos plenos de ironía que, no lo dudo, van a disfrutar.
E Mails: fersorrentino@yahoo.com.ar — fs_literatura@yahoo.com.ar

 
                                                MERA SUGESTIÓN

Mis amigos dicen que yo soy muy sugestionable. Creo que tienen razón. Como argumento, aducen un pequeño episodio que me ocurrió el jueves pasado.
Esa mañana yo estaba leyendo una novela de terror, y, aunque era pleno día, me sugestioné. La sugestión me infundió la idea de que en la cocina había un feroz asesino; y este feroz asesino, esgrimiendo un enorme puñal, aguardaba que yo entrase en la cocina para abalanzarse sobre mí y clavarme el cuchillo en la espalda. De modo que, pese a que yo estaba sentado frente a la puerta de la cocina y a que nadie podría haber entrado en ella sin que yo lo hubiera visto y a que, excepto aquella puerta, la cocina carecía de otro acceso; pese a todos estos hechos, yo, sin embargo, estaba enteramente convencido de que el asesino acechaba tras la puerta cerrada.
De manera que yo me hallaba sugestionado y no me atrevía a entrar en la cocina. Esto me preocupaba, pues se acercaba la hora del almuerzo y sería imprescindible que yo entrase en la cocina.
Entonces sonó el timbre.
—¡Entre! —grité sin levantarme—. Está sin llave.
Entró el portero del edificio, con dos o tres cartas.
—Se me durmió la pierna —dije—. ¿No podría ir a la cocina y traerme un vaso de agua?

El portero dijo «Cómo no», abrió la puerta de la cocina y entró. Oí un grito de dolor y el ruido de un cuerpo que, al caer, arrastraba tras sí platos o botellas. Entonces salté de mi silla y corrí a la cocina. El portero, con medio cuerpo sobre la mesa y un enorme puñal clavado en la espalda, yacía muerto. Ahora, ya tranquilizado, pude comprobar que, desde luego, en la cocina no había ningún asesino.
Se trataba, como es lógico, de un caso de mera sugestión.

 
                             UNA CRUZADA PSICOLÓGICA

Para conocer facetas ignoradas del hombre, un buen sistema consiste en colocar al examinando frente a situaciones inéditas y observar sus reacciones. Quiero decir: si yo llamo por teléfono y del otro lado de la línea me llega una voz que dice «Hola», esta experiencia carece de todo valor científico e informativo, pues el sujeto no ha hecho más que reaccionar de una manera rutinaria ante una situación igualmente rutinaria. De modo que no me sirve para averiguar aspectos ocultos de su personalidad.
¿Cómo saber, por ejemplo, si tal comerciante —todo amabilidad y sonrisas en el momento de mis compras— no sería capaz de estrangularme por una cuestión de moneditas? Lo mejor será, entonces, provocar las reacciones imprevisibles del hombre: éstas nos pueden enseñar muchas cosas.
Yo propongo unos pocos ejemplos.
1. Pago el exiguo importe de medio kilo de pan con el billete de mayor valor que haya en circulación, y me niego de plano a recibir el vuelto. Observo con atención la codicia del panadero, dispuesto a sacar ventaja de mi presunta demencia. Me retiro. Cinco minutos después vuelvo a presentarme en el comercio, ahora acompañado por un agente de policía, y acuso al panadero de no haber querido entregarme el vuelto. Estudio su ira ante mi mala fe: su desilusión ante el hurto frustrado. Temeroso, perplejo, balbucea incomprensibles excusas ante la mirada suspicaz del policía, quien, desde luego, descree que alguien se niegue a recibir tan cuantioso vuelto. Me entrega humildemente el dinero faltante y yo declaro con magnanimidad que prefiero dar por concluido el desagradable episodio. El agente, un poco defraudado, dice «Como usted guste». Contemplo con fruición el inmenso alivio que gana el rostro del panadero...*
2. Invito a cenar en casa a un amigo mío. Cuando se presenta, le impido la entrada, con la acusación de haberme quitado —doce o catorce años atrás— una novia de la que yo, por supuesto, estaba perdidamente enamorado. Observo su asombro (sólo hace unos pocos meses que nos conocemos), sus dudas (¿acaso yo no sería aquel que...?), su escarnio, su cólera...
3. Subo al colectivo, digo «A tal parte». Cuando el chofer —que sólo tiene ojos para el tránsito— abre la mano para recibir el dinero, deposito entre sus dedos una torre de ajedrez y un ramito de perejil. La pregunta es: ¿cómo interpretará el colectivero —persona de nervios habitualmente inestables— esta enigmática ofrenda?

4. Viajo a Mar del Plata, me hospedo en uno de los más lujosos hoteles. Apenas me dejan solo, saco la cama al pasillo y duermo allí una siesta reparadora, especialmente merecida después de tan cansador viaje.
5. Entro, ganzúa mediante, en una casa cualquiera, cuando sus dueños se hallan ausentes. Los espero: plácidamente sentado, fumando, bebiendo whisky, mirando televisión. Llegan los sujetos y entonces los increpo con dureza, los amenazo con el puño, les digo «Señores, ¿cómo han osado ustedes entrar en mi casa?», desatiendo sus explicaciones, o las atiendo (es lo mismo), les exijo me muestren el título de propiedad de la casa, no les permito abrir el cajón donde ridículamente afirman que el título se encuentra, ya que tal cajón es parte inalienable de tal mueble, que, a su vez, es parte inalienable de mi casa y, en consecuencia, mal podría contener el título de propiedad de una casa de personas desconocidas, sospechosas y acaso delincuentes y miembros conspicuos del hampa, etcétera, etcétera.

6. Conozco a una muchacha remilgada, más bien tonta y supongamos que bastante bonita. La invito a salir, le declaro mi amor, me convierto en su novio y llega la fecha de nuestro compromiso, cuya fiesta tiene lugar en su casa. Hay un brindis. Hay otro brindis. Sobreviene, por fin, el esperado momento en que el novio —muchacho modosito, si lo hay— ofrecerá a su prometida el hermoso regalo sorpresa de que tanto se ha venido hablando. Con una sonrisa de amor y de felicidad le entrego un paquete de dimensiones considerables. La novia tantea su peso, que le parece grande. La curiosidad más viva se apodera de los presentes. Todos hacen ronda y las mujeres se apretujan en torno de la novia dichosa. Vuela el elegante papel de envolver, vuela el moño con que está adornado. Surge ahora una fina caja forrada en gamuza negra. «¡Una joya valiosa!», piensa mi novia, y ese destello de codicia que advierto en sus ojos me justifica por anticipado. Sus dedos se precipitan a accionar el cierre automático. La tapa se alza con un brusco pero afelpado sonido, y, entre los ebúrneos brazos de mi novia, se desliza sinuosamente, en busca de su libertad, una bella, multicolor, alegre, venenosísima víbora de coral.
7. Espero que el gerente de la empresa donde trabajo se halle en su alfombrado e impresionante despacho conversando con un nuevo cliente, quien está a punto de concertar una compra por cifras siderales. Golpeo tímidamente con los nudillos en la puerta; oigo «Adelante»; entro con paso discreto y pudoroso; digo, con una sonrisita recatada, «Permiso, señor»; me dirijo al imponente armario, lo abro y orino torrencialmente sobre carpetas, libros, útiles, contratos, documentos y papeles que se juzgan importantes o no.

Claro que hay también algunas variantes más sencillas, que lego a quienes aún carezcan de la suficiente práctica y quieran iniciarse en esta cruzada psicológica. He aquí unas cuantas:
Decirles piropos apasionados y aun eróticos a miembros del Ejército de Salvación, sin distinción de edad ni de sexo. Ocupar la balanza de la farmacia y quedarse todo el día allí, sin consentir que nadie se pese. Comprar doscientos gramos de salame, cortado bien pero bien finito; abrir el paquete y, con las rodajas hermosamente rojas, dibujar un corazón y escribir TE AMO en el mostrador de la fiambrería. Viajar, en el colectivo, sentado del lado del pasillo; esperar que el vecino, o la vecina, que necesita descender, diga «¿Me permite?»; contestarle, rotundamente, «No», y, en efecto, no permitirle pasar.
La cruzada psicológica causa ciertos desvelos (como toda cruzada), exige duros sacrificios (como toda cruzada), implica verse envuelto en serias dificultades (como toda cruzada). Pero, ¿qué significan estos inconvenientes, comparados con la deleitosa observación de las reacciones que la cruzada psicológica suscita?
Esto, al menos, es lo que yo imagino, pues —lo confieso— no soy más que un mero teorizador y es probable que nunca ponga en práctica mis ideas. Pero ustedes pueden —y deben— hacerlo.

Dimos la consabida vueltita por el Obelisco y sin tardanza el trencito prosiguió su viaje hacia la cercana localidad de Lanús, para que subiera el último pasajero: EDUARDO PÉRSICO. Nació en Banfield y vive en LANUS (GRAN BUENOS  AIRES). Publicó en 1978, Crónicas del Abandonado. Cuentos. Editor Mensaje. (Faja de Honor SADE)  1982. Gardel Supo Retirarse a Tiempo. Corregidor, Novela. 1983, Resistencia Lunfarda. Poemas. Edit.Rueda.  1986, El Olvido está en Libertad. Novela, Edit.Futuro. 1989, De nuevo lejos de Uppsala. Novela, Edit.Bell. 1993, Un Mundo Casi Feliz  Cuentos y Poemas. 1993, *Nadie Muere de Amor en Disneylandia. Novela. (Premio Fondo Nacional de las Artes).  1995. Cuentos con Mujeres. Beas Edit. 1998, *Madame Bovary era una Buena Chica. Novela, Edit. AINI. 2001, * El Infierno de Rosell. Novela. Edit. del Leopardo.  2004. *Lunfardo en el tango y la poética popular.  Ensayo. Edit. Proyecto.  (Los títulos marcados con * se hallan en Internet) .  Participó en: Fútbol a Puro Cuento,  Escritores argentinos  según ellos mismos,  Univ. INCCA de Colombia y compilado por Joseph Vélez, de Baylor University USA. Cien sonetos Lunfardescos,  de Academia Porteña del Lunfardo y Los que conocieron a Borges nos cuentan, Edit.  Tres Haches. Dictó en USA, España, Canadá, Cuba y otros de América Latina.  En USA expuso en el Hunter College of the City University of New York;  Borough Manhattan Community College of New York;  Baylor University de Waco, Texas; Greeley University, Fort Collins University, Colorado, y en la York Universty of Toronto, Canadá. Participó en la Bienal de Poesía en Madrid . Invitado  por el Instituto Hispánico de California dictó en la Univ.Pedagógica de Santiago de Chile y en Asunción, Paraguay. Fue invitado a la UNEAC de la Habana, Cuba, Domínguez Hill University, Los Angeles y a la Bienal del Libro en Río Centro, Brasil, en el 2001 y 2002, y desde el año 2011 coordina sobre Cultura Popular en Sociales de la Univ. Lomas de Zamora. De su extensa producción hoy les traigo unos poemas lunfardos que me gustaron mucho.
 

ALGUNAS  LUNFARDÍAS. 

     El lunfardo en su origen es un código entre dos para desorientar a un tercero, pero al perder su secreto nos  sirve a veces para decirnos  fraternalmente.    

 
CHARLY.

                             A mi perro Charly más otros
                                 queridos compadres.

Perro fiaca que atorra sobre alfombra 
y engrupe resguardar mi apartamento.
Que vive sin yugar y morfa en forma,
sin ladridos, ni pulgas ni espamento.

La va de superao el can rasposo
junando el techo desde su catrera.
¿Le dio vuelta el marote alguna cocker
o se hace el bocho de la vida fiera?

Vive mejor que yo, qué duda cabe;
él apoliya sin hacer gambeta,
guadaña el morfi sin doblar la esquina

y si me apuran deschavo última clave:
es un fiolo de raza bacaneta
que me afana de amor, como una mina.
 

   MAESTRA  DE  QUINTO.

 Mina primera que abrojó mi anhelo,
¿tras cuántos grises quedaron encendidos
tus ojos, faroleando en mi desvelo
de mapas y deberes corregidos?

Te arrimo el randevú de mi parola,
un sencillo tanguito, cachusiento,
a vos, que me enchufaste en la zabiola
estos truchos palotes de mis versos.
 
Porque segunda madre y primer sueño,
dulce maestra de mi quinto grado,
siento aromas de tiza y pizarrón.
 
Y en este examen por sentirme dueño
de regresar a pibe, retardado,
hoy te bato mi caliente metejón.
 

   LABERINTO  CANCHERO.

                                               A  Jorge Luis Borges.

"El que dice burgués pronuncia Borges",
tartamudeó el chicato, despacioso,
junando al cielo con cara de pirado
careteando fingir hacerse el oso.
 
Los giles daban huevos por ficharlo:
poderlo  franelear, enchabonados
a escracharse con él. El cholulaje
la juega de arrastrón en cualquier lado...
 
Pero el Yoryi fue un seso de primera,
un pensante entrenao de ponga y meta;
un marote a bastón yirando el mundo.

Que a veces se zarpó, como cualquiera,
y nos dio embole con su manganeta
de viejo sobrador, turro y profundo.


LA FLACA

(In memorian sin soneto ni sanata)

La jugaba de Freud y Tallaferro,
también de Marx y Catulín Castillo.
Tenía miga en el bocho la sofaifa
chamuyando balurdos que dan brillo.
 
De mufas, yo que sé, una ponchada...
Sabía el antes, el después y el que sé cuánto.
/Reciclaba fangotes de mi abuela
pa' batir mi porqué del desencanto/
 
Si andaba shome, con orsai del cuore
y embroyao de recuerdo el cablerío,
se acodaba a mi estaño madrugada
a escabiarnos una lágrima de olvido.
 
Lástima el punto que traía de arrastre,
un pinta casoriao de verso y calma
que le hizo el curro chambón del amorío,
y le rompió hasta el himen de su alma.
 
Era pinga la flaca, era muy pierna;
casi fue dueña de mi lado izquierdo,
ternura inolvidable de amueblada...
 
De no haber sido por su chamuyeta
que cinchaba a Lenín con Pirandello,
no la habría tumbado la pesada.
 

PUNTO FINAL.

Se afeitó como pudo, era la hora.
Armó el bagayo y se quedó esperando.
La parca le batió “venga la llave,   
se  acabó tu pensión. Vamos andando”.
 
Y olvidao ya sin cielo ni angelitos
 escurre que en La Nada no hay fandango:
reventó con tres millones en el bolso
y no hay dios que le dé bola, ni coimeando.

 
El trencito estaba muy cansado de tanto recorrido. Por eso retornamos al hogar. Y aquí los espero con sus poemas y sus cuentos en: letrasenelanden@gmail.com Recuerden acompañar una minibiografía.
Hasta el próximo viaje!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Un abrazo
CRIS FERNÁNDEZ

1 comentario:

  1. Querida Cris: sigiendo la dirección del enlace que enviaste, nos encontramos con esta sorpresa. ¡Qué bello volver a leer los hermosos poemas de Pablo!

    Quedamos uy agradecidos de tu acogida en este tren de Letras que, regularmente, esparce su valioso contenido de comarca en comarca.

    Abrazos, Cris, y la mejor de las suertes en tu proyecto.

    Amanda Espejo
    Co-editora Revista La Mancha.

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