Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 7

Como los ferrocarriles argentinos (concesionados) también este tren anda con retraso. Que el inicio de clases... que la dificultad para cargar la locomotora con el suficiente carbón... que... ¡en fin!
Al menos, como dice la zamba "De nuevo estoy de vuelta después de larga ausencia... " Y con los vagones llenos de mercadería de alto valor literario.
En primer término les presento a SELVA "POCHA" RAMOS, nacida en Frías (Santiago del Estero). Incansable trabajadora de la cultura en su amado pueblo, a través de talleres literarios, charlas, programas y presentaciones en medio de comunicación. También hacedora de Encuentros de Poetas. Debo confesar que me gusta mucho su poesía; tiene garra, fuerza, valentía, sensibilidad, ternura, pasión. Un halo mágico enlaza sus vivencias personales con su Frías siempre presente en la escritura. Su libro "SANGRE A LA INTEMPERIE" al cual pertenecen los dos poemas que elegí (con dificultad porque me gustan todos), ha sido galardonado con la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores - S.A.D.E. - Santiago del Estero. Espero les guste.

DE LA SANGRE Y EL ÁNGEL


2 –
Amor mío y del tiempo
de pie en la ternura y el jadeo
en un país de alondra estremecida
amor de luna nueva
te contemplo.
Necesito de ti para sentirme libre

para saber que existen las lunas

y los pájaros
para decir  amor y no morirme
en este duro oficio de ejercer los vientos
y el alba inaugural
y los caminos ciertos
en el cierto misterio de amarnos cada día.
Entonces sabrás que no es martirio
el pensar tus besos y los míos,
entonces sabrás en qué lugar                    
del cielo
se alojan los silencios compartidos
y estas ansias sin pausa de tu río.
Amor mío y del tiempo
más allá de la ternura y el jadeo
conjuguemos el verbo elemental
de compartirnos
y el mundo callará
ebrio de asombro
ante el milagro
de la vida y del racimo.

DESANDAREMOS

Desandaremos juntos la ruta del silencio
y las palabras caminarán en puntas de pie
para la magia del encuentro.
y me dirás ponte las alas de volar y andemos
salgamos a poblar de soles la antigua soledad
vayamos al amor
seamos uno, nosotros y la estrella.
Y yo te diré: tengo esta noche
un remordimiento pequeño,
olvidaba decirte que en mis venas
hay memorias de ti,
que me crecen de lunas los veranos
cada vez que te siento
sin distancias.
Y me dirás: aleja los fantasmas
esta noche,
vivamos la ilusión de ser eternos
en la ofrenda sin tiempos
sencillamente
amando.
Y yo te diré: regreso del asombro
la hora de los frutos ha llegado;
perdón, amor,

olvidaba decirte que te amo.                            

En segundo lugar elegí un cuento de un "amigo del alma" LUIS SANTO ORIHUELA, no sólo por la larguísima y fecunda amistad que nos une sino por su calidad de escritor. Nacido y sobreviviendo en Buenos Aires, es psicodramatista y trabaja en la función pública (Tribunales). Es coordinador de Talleres Literarios y actalmente profundiza estudios sobre narrativa borgeana.Se formó con Beatriz Isoldi y participó en talleres literarios de la Sociedad Argentina de Escritores - S.A.D.E. - Capital Federal. Ha sido incluído en reiteradas oportunidades en antologías literarias y en la revista literaria "Metamorfosis", y colaboró en revistas de actualidad.
Su primer libro "NARDELLI Y LOS OTROS" al que pertenece el cuento elegido, es en palabras de su prologuista Beatriz Isoldi "el primer libro de un autor que desde hace tiempo transita por la literatura pero que, contrariamente a lo que sule ocurrir, ha querido madurar sus técnicas sin apuro ni improvisaciones ..."
A LUIS le gusta recibir opiniones críticas de sus lectores por eso les facilito su E-Mail para quien quiera escribirle: lmso@ciudad.com.ar

ENRIQUE NARDELLI

                         “No escribas bajo el imperio de la emoción,

                                    déjala morir y evócala luego”

                                                        HORACIO QUIROGA

       
          Entre olvidos y confusiones había dejado transcurrir la entrevista de trabajo más importante de los últimos meses y sentado en un banco de plaza buscaba, en vano, otra causa o explicación que mi devastadora y siempre vigente indolencia.
         Durante este tiempo inútil un hombre se sentó a mi lado. Agobiado, respondí su saludo y casi sin querer comenzamos a hablar sobre el tiempo y otras nimiedades.
         Al rato noté que esa charla insubstancial silenciaba el rumiar de la culpa. Por eso, cuando se agotaron los pequeños temas, empujado por la necesidad de conservar ese valioso pasaje hacia el sosiego, le propuse continuar conversando en un bar y aceptó.
         Recién en la mesa pude observarlo con detenimiento. Era común y de aspecto y edad indefinida.
         Comió con apetito y modales, el sándwich que le trajo el mozo. Después, al encender un cigarrillo, lo atrajo algo más allá de la ventana y guardó un largo silencio. Cuando comenzaba a incomodarme dijo:
-      Perdone. A veces me distraen naderías.
-      Está bien, no hay nada que disculpar.
         Me miró con simpatía.
         - Aunque la agradezco infinitamente, si me permite, voy a retribuir su gentil invitación.
-      De ninguna manera.
         -    Creo que no me expresé bien. No le ofrezco dinero sino una historia. ¿Qué le parece?
-          Fantástico, soy escritor.
-          Toda una coincidencia ...
-          ¿También lo es?
         -    No, soy un personaje... o dos... sonrió – Pero, aunque no puedo asegurarlo, creo ser el protagonista.
         Y entonces narró.
         Claro que hace un tiempo – no puedo precisar cuánto – yo era una persona real, mejor dicho, un individuo. O como se quiera definir a los que transitan esta tierra. En fin, un hombre, con una vida común y los afectos de cualquiera; más penas que alegrías; saludes, enfermedades; todo eso. Hasta que un día comprobé que no tenía proyectos y me propuse cambiar; sin embargo también percibí que no tenía fuerza para lograr nuevas metas. Entonces, no sé si por temor o desidia, me dije que no importaba; que si sólo existía neutro y gris, yo estaba cumplido y continué dejándome estar. Pero el mundo sigue girando y así, sin verdadera noción ni defensa alguna, entré en una dimensión absolutamente vacía de la que ya no pude salir...
         Escuchándolo me parecía oír a mi conciencia.
         Hasta que un jueves sobrevino el caos. Iba por inercia hacia mi segundo trabajo pero me sentía particularmente cansado y como encima de una nube. Para recuperar el aliento me detuve en un quiosco y compré cigarrillos. Estaba hojeando una revista cuando un hombre igual a mí pasó sin verme. Sé que no suena creíble pero de inmediato sentí que él también era yo. ¿Cómo le explico? Como dos partes de una misma cosa. Por supuesto me dije que sólo era un sosías (en cierta forma todos los hombres comunes nos parecemos) y atribuí lo demás a una alucinación absolutamente posible por mi estado.
         Con el mismo argumento, a la entrada del edificio ignoré la extrañeza del portero. De ahí que m sorpresa fuera descomunal cuando al abrir la puerta de la oficina, encontré a ese hombre en mangas de camisa, acomodando unos papeles sobre el escritorio.
         Quedé anonadado. Él, sin decir palabra pero con expresión serena, tomándome de un brazo, hizo que entrase y me acomodara en un sillón. Sentado frente a mí permaneció en silencio hasta que pude reponerme.
-          ¿Quién es usted y qué hace aquí?
         -    Como te habrás dado cuenta, también soy Enrique Nardelli y te esperaba – dijo con naturalidad.
-          ¿De qué habla? Nardelli soy yo.
         Me miró con comprensión.
-          Debe ser brutal asimilarlo, pero ahora ambos lo somos.
         Valoré la posibilidad de una broma.
-          ¿De qué se trata todo esto? Le advierto que no me gustan las burlas.
-          No lo es, en verdad también soy Enrique Nardelli.
         -    De acuerdo; me rindo ante el parecido, reconozco algún parentesco. Somos casi iguales pero usted es usted y no yo. Dígame ¿qué pretende?
         -    Para comenzar, que comprendas; soy el “otro” Enrique Nardelli, el que antes vivía en tu interior.
-          Usted debe estar loco
         -    En cierta forma era nuestro “yo loco” pero ahora somos dos personas físicas Enrique, después de todo no nos es tan ajeno; siempre hemos sido espíritus opuestos en un mismo cuerpo.
-          Eso no es posible.
         -  Evidentemente lo es. Algo o alguien me dio existencia material y ahora también soy un ser de carne y hueso.
-          ¿Realmente piensa que puedo creer eso? ¿Qué justificación tendría ese algo?
         -    No lo sé con exactitud, pero interpreto que nos brinda una nueva chance. Es lícito pensar que si alguien creyó necesario materializarme ha de ser porque seguramente la identidad tiene un destino superior al de hoy.
-          ¿Identidad? ¿de qué habla? Hasta hoy he sido el único.
         -    Ahora somos dos y lamentablemente la oportunidad sólo cabe a uno, Nuestra materialidad escindida impide que podamos coexistir.
-          ¿Y si ese algo goza de tales poderes, por qué no dirimió cuál debe continuar?
         -    Creo que nos ha reservado esa elección que además es una pesada carga. Pero lo cierto es que transformó esto en una pequeña balsa. Uno debe marcharse para que el restante pueda ser el nuevo Enrique Nardelli sin trabas ni lastres.
-          Supongo que dirimiremos este absurdo en una partida de naipes o dado.
         -    A veces es grata la ironía, sin embargo no en el caso; debemos aceptar hechos.
-          No consiento tal dislate.
         -    Desafortunadamente no es cuestión de aceptación. La Naturaleza decidió por nosotros y no ha reparado en pequeño o grandes méritos, ni siquiera en nuestras pretendidas seguridades. Sólo nos ha reservado elegir.
-          Carga que no admito provenga de quien provenga
         -    No obstante aceptarás lo evidente. Convivir es imposible; uno debe irse, Para establecer quién juzgo criterioso hacer un balance de canto logramos y esperamos conseguir por la entidad; valorar ajustadamente las posibilidades y decidir. En este punto tengo la obligación de mencionarte que honestamente creo ser quien debe continuar.
-          Lo imaginaba ¿y si me niego?
         -    No lo sé, no contaba con una negativa tan absoluta; pero igualmente no creo que modifique esta realidad irreconciliable. Además, pienso que vale intentarlo. Enrique Nardelli debe aprovechar esta nueva oportunidad.
         - De todos modos no considero haber desperdiciado mi vida. Cierto es que no pude trascender, ser importante, pero creo haber sido medianamente feliz; esta es mi realidad, tal vez la única que le corresponda, quizá ya tenga él cuanto debía. He alcanzado muchas metas pequeñas me enorgullecen ¿Es que mis logros no cuenta?
         -    También siento orgullo, he sido parte en todas ellas pero no alcanzan; deben ser más. Tus palabras expresan conformidad y resignación porque estás agotado Enrique, ya has dado cuanto te fue posible. En cambio yo hablo de ambición y sueños. Por eso debo continuar al mando de esta nave. Seguramente queda mucho por hacer. Es injusto que lo impidas por indiferencia o cobardía.
         -  Acaso todo esto ya haya sucedido. ¿Por qué no creer que tu enjundioso Enrique Nardelli ya tuvo su oportunidad? Si acaso él hubiese sido el primero yo sería nada más que un remanente, una mera consecuencia de su probado fracaso; una creación que le permitió permanecer vivo acomodado a la realidad de un destino más pequeño que el que ahora reclama.
         -   Pudo ser; aunque íntimamente sabés que siempre me sumergiste en la chatura de oficinas y rutinas, admito que tal vez mi vida no siempre haya estado en tu interior. Igualmente no encuentro culpas, en todo caso un error que no justifica que nos veces la revancha...
         -   Para que ante tu nuevo fracaso, ese algo deba recrearme nuevamente como soporte –otra vez sobreviviente- de la existencia de un tal Enrique Nardelli que no pudo ser lo que soñó por otro error de cálculo... No vale la pena.
         -   Si vale. Reconozco y valoro las causas de tu fatiga; sé que diste cuanto podías, pero ahora te has sentado a un costado del camino mirando pasar a los demás y no te importa. Por eso debés dejar que Enrique Nardelli marche hacia mejores rumbos. Esa esperanza requiere una última entrega.
-          Hablamos de morir ...
-          No, de desaparecer, de transcurrir. Otro lugar, otra gente ...
-          ... otros afectos, otra familia. Es como sucumbir.
         -   De una manera especial e inédita. ¿Cómo podría hacerlo quien es parte de otro? Las pequeñas muertes son sólo estado de ánimo. Presiento que alguien nos regaló un tiempo nuevo; no terminemos oscuramente, Nardelli merece otra oportunidad.
         -   Morir o continuar viviendo no puede ser una cuestión de presentimientos o cálculos errado. Debo pensarlo con detenimiento, Lo decidiré mañana o algún día.
         Me miró fijamente por un instante evaluándome. Luego fue hasta el guardarropa y descolgó un saco igual al mío. Mientras se lo ponía dijo:
-          Está bien Enrique, nuestro tiempo original aún es tuyo.
         Bajo el dintel de la oficina agregó:
-          Te veré mañana.
         El hombre pareció concluir. Al apagar la tercera colilla se quedó viendo más allá del vidrio la noche ya bien cerrada.
         Deseaba urgirle el fin del relato pero dejé que transcurrieran algunos instantes. Se me imponía que le era terriblemente dificultoso volver a la piel luego de bucear en las profundidades del milagroso Enrique Nardelli.
         Ofreciéndole otro cigarrillo pude arrancarlo de su refugio. Me miró sin expresión; no parecía dispuesto a continuar. Entonces le pregunté:
-          Y... ¿qué fue de ellos?
         Hizo otra pausa y mirando más allá de mi hombro contestó:
-          ¿Usted qué cree?
-          No lo sé.
         Sonrió levemente; sacudió las cenizas de su saco y meneando la cabeza dijo:
-          Nunca volví a aquella oficina.
      
¡¡¡ NOS ESTAMOS ENCONTRANDO !!! Y recuerden... espero opiniones, colaboraciones literarias y seguir ampliando el círculo de los que esperan en el Andén la llegada de éstas Letras...
CRIS