Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 77

 BIENVENIDOS PASAJEROS AL TREN !!!!

Aquí estamos reencontrándonos nuevamente para recorrer los caminos de las letras, para conocernos y conocer nuevos amigos, unidos en el afecto y en los sueños. Y el trencito viene con novedades ... ¡sí señores! ... nos hemos puesto a la altura de estos tiempos modernos y ahora tenemos Página Web: http://letrasenelanden.blogspot.com. En ella podrán encontrar TODAS las revistas publicadas en estos ocho años, un índice de autores y una foto de esta maquinista ... ¡je! Agradezco el trabajo de Javier Vargas, un amigo que interpretó espléndidamente lo que deseaba y me bancó todas las exigencias para armar la página. ¡qué la disfruten!

Días atrás se recordó el "Día de la Mujer". No quiero, por tanto, dejar pasar este reconocimiento y ¿qué mejor que hacerlo en poesía? Por ello aquí van dos bellísimos poemas de la amiga AMELIA ARELLANO de SAN LUIS. Me emocionaron ...


Hoy, mañana , el 8 , cualquier día puede ser nuestro.....

DOÑA JUANA, PÁJARO Y PRADERA.
“No hay que tener miedo ni de la pobreza, ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo
                                  E. DE FRIGIA
Doña Juana es pájaro y pradera.
Carga sus ochenta rosas penitentes.
Levemente.
Cual si fueran pétalos de seda.
De cristal. De vuelo de palomas.
Ha evadido el valle de las amarguras.
Y ama, apasionadamente.
Esta arena, esta tierra arcillosa que es su boca.
No le teme a la pobreza.
Es solo  un monstruo ponzoñoso, dormido.
La ha escuchado llegar como el retumbe de mil potros salvajes.
Y le ha abierto la puerta, de par, en par.
La puerta de entrada y la puerta de salida.
-Solo es cuestión de tiempo-
Conoce la pobreza, como el río natal.
La ha visto trepar sobre la roca niña.
En los jazmines, en los sauces, en los palos santos.
En las madre - selvas varicosas.
En su luz. En las alas del sol.
En los techos espejados de escarcha.
En el agua oculta bajo la hiedra seca.
En su sed y  en sus vides.
En su hambre y su saliva amarga.
En dulcísima pulpa de duraznos tempranos.
En sus benditas manos rocallosas.
En su oficio de ayeres.
En su canto de salvaje alegría.
En su canto... y su perenne eco.
Un eco, y otro eco, y miles ecos más.

BESA LAS LETRAS DE TU NOMBRE *
“..Mientras tanto
adentro mío tu mirada vive, muy intensa,
amorosa y cada vez mas pura, la beso y me despiertas...”
MARTA ZABALETA 
  
Si sientes que el mundo te ha mareado.
Y si te sientes rara .O que no cabes en el mundo.
Y que el mundo gira en tus campos desiertos.
Y no cruzan calandrias, ni sauces, ni rebaños.
Y ha partido el jardín y el jardinero.  
Si sientes, como Fausto, que viven dos almas en tu pecho.
Y una tira hacia el simio y otra al homo sapiens.
Si no puedes contar, y cuentas hasta dos, acaso tres.
Y la pena no es una, ni tres, ni mil, ni cien.
Son infinitas penas .Innumerables penas.
Cáscaras de cebolla. Compleja trama.
Ovillos de serpientes. Encarnaciones.
Mortal angustia. Vidrio molido Crucifixión.
Entonces, lirio mío. Paloma, ojo de tigre.
Mareáte con polen fecundado. Bebe.
Respira en amarillo. Vuelve.
A la cigarra, a la hormiga, a la retama.
Sé fogata. Limonero en flor. Narciso.
Párate en el brillo del puñal del miedo.
Transforma en bermellón la ansiedad cartas que no llegan.
Deja, que te acaricie el aura de tu madera noble.
Piratea la risa, los besos y los soles.
Besa tu nombre.
Besa. Una por una, las letras de tu nombre.
*Del libro inédito"Desnudez de paloma"
Amelia Arellano –San Luis - Argentina-



 Y era hora de partir ... La campana sonó, resopló la locomotora y allá nos fuimos rumbo a la sierras cordobesas para recibir a nuetra primera pasajera: EUGENIA CABRAL. Reside en la ciudad de CÓRDOBA. En 1981 fue fundadora del Grupo literario Raíz y Palabra. En 1985 formó parte del consejo que fundó la Feria del Libro, organizada por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Córdoba. Fue integrante del consejo de redacción de El Cronopio, revista cultural y política, entre 1987 y 1988. Dirigió la editorial de poesía Ediciones Mediterráneas, para autores de Córdoba. (1988-1992). Dirigió la revista Imagin EraLa Creación Literaria (1991-1993). Colaboró en el suplemento cultural del matutino La Voz del Interior, con artículos sobre poesía de Córdoba y otros aspectos de la literatura (1993-2000), y en la revista Aquí Vivimos, con notas sobre temas femeninos. Ha realizado textos para video-arte (El Buscador de Soles y El Ojo y la Mano), y guiones radiofónicos (La Botella Azul, FM 94.3, U.T.N.). Es colaboradora literaria del teatro La Cochera, junto al director Paco Giménez. En el mismo teatro, realizó la dramaturgia de Una Lección de Oscuridad, basada en textos de Valère Novarina. Libros publicados: El Buscador de Soles, poemas (Ed. Municipal de Córdoba. 1986); Poesía Actual de Córdoba- Los años ’80, antología (Ed. Mediterráneas. 1988); Iras y Fuegos – Al margen de los tiempos. Poemas en prosa (Ed. Último Reino. Buenos Aires, 1996); La Almohada que no duerme. Relatos (Ed. Del Boulevard, Córdoba, 1999); Cielos y barbaries. Poemas (Alción Editora. Córdoba, 2004); Un Golpe de Dados, poema de Stéphane Mallarmé, versión en español de Agustín Oscar Larrauri, estudio preliminar por Eugenia Cabral (Ed. Babel, Córdoba, 2008); Tabaco, poemas (Ed. Babel, Córdoba, 2009). Asimismo integra: Antología poética – Grupo Raíz y Palabra (Edición de autores. Córdoba, 1984); Los poetas de acá - II (Biblioteca Página 12. Córdoba, 1993); Breve muestra de poesía contemporánea del Río de la Plata. Homenaje en el centenario de Manuel Navarro Luna (Bianchi Editores.  Buenos Aires. 1994); Poetas 2. Selección y prólogo de Juano Villafañe (Ed. Desde la Gente (Buenos Aires, 1999); Árboles Nativos del Centro de Argentina. Estudio ecológico realizado por Ulf Ola Karlin y Pablo Demaio (Colin Sharp, para Ed. L.O.L.A., Buenos Aires, Agosto de 2002); La Tierra del Conjuro.(Agencia Córdoba Cultura, Mayo de 2005); Ciclo de homenajes a escritores de Córdoba (Municipalidad de Córdoba, Dirección de Cultura, Departamento de Letras y Teatro. Septiembre de 2005). Distinciones Obtenidas:Tercer Premio en el Concurso Nacional de Poesía “90 Aniversario Diario El Liberal”, de Santiago del Estero, Argentina (1989). Premio de Poesía del Instituto CIDAM, 1991, en reconocimiento a la labor literaria y cultural. Finalista de honor en el Premio Mundial de Poesía “Andrés Bello”, otorgado por la Sociedad Venezolana de Arte Internacional SVAI. Estado Guárico, Venezuela. (2009). Tercer Premio de Poesía en el certamen internacional “Mujeres Silenciadas. Argentina Rubiera”, convocado por el colectivo El Fresno de la Asociación Les Filanderes, patrocinado por el ayuntamiento de Langreo (Asturias, España). Mayo, 2010.  Mención del jurado, categoría “Poesía”. IV Concurso Nacional de Cuento y Poesía “Adolfo Bioy Casares”. Ciudad de Las Flores (provincia de Buenos Aires), octubre de 2010. Aquí les traigo de su autoría un cuento breve y un poema, escritos desde el corazón.

CHRISTIAN Y EL ROCÍO
 
El colchón huele a la humedad de los cuerpos de todas las personas que han dormido encima de él, a la intemperie. Y esa humedad de sudor se entremezcla con la del piso, porque todas las veredas urbanas están húmedas de minúsculos desechos humanos. Partículas adheridas a las suelas del calzado, líquidos que se vierten involuntariamente (bebidas, medicamentos, salivaciones, lágrimas, leche para niños, glucosa de golosinas), moléculas de hidrocarburos, de toda clase de derivados del petróleo, con sus diluciones insondables de minerales revueltos con otras sustancias en el lecho de las alcantarillas.
Humedad. Nada hay propiamente seco sobre las veredas urbanas. Ni un pedazo de piedra limpia, de leña petrificada, de arena. Todo está húmedo de promiscuidad urbana.
Sobre el colchón donde duerme Christian han caído ya doscientas  noches de rocío que, al atravesar la atmósfera polucionada, se iba corrompiendo. Ya no es aquel rocío virginal que mojaba las rosas predilectas de las doncellas. Este relente es un precipitado metálico, denso, similar a una silicona. Pero sigue dando la sensación de que desciende de las estrellas.
-¿De cuál?, se pregunta el pequeño Christian. ¿De la que guió a los Reyes del Oriente hacia aquel bebé que iba a ser coronado Rey del país de los judíos, que era una forma más de decir los “hombres”? ¿Existirá todavía la estrella antigua, o se habrá extinguido ya? Porque las estrellas se extinguen pero las personas no se dan cuenta, salvo los astrónomos, que poseen anteojos especiales para espiar vida y muerte de los cuerpos estelares (aunque suene atrevido, pero no, son científicos).
Christian podría llegar a ser un gran científico de astros algún día, aunque no ha tenido tiempo ni de aprender sus nombres, a pesar de haberlos mirado brillar durante doscientas noches consecutivas. Por eso confunde a la estrella de Oriente con ésa que viene ahí, cruzando por encima de los edificios, como en la antigüedad corrió por el cielo sobre el desierto, al ritmo de las camellas.
Porque Christian nunca será rey del Oriente, ni de los hombres, así como no ha nacido en un limpio desierto. La luz que se inclina sobre su frente es la mirada de Yesica, la nena que es su medio hermana. Es tan linda que cualquiera se la imagina como un lucerito, o un planeta lejano. Y Christian ve la luz de su mirada entre el sudor de la fiebre que le cubre los ojos, fiebre densa como el rocío que baña las ciudades.
Ahí viene la estrella cruzando el firmamento, Yesica, pero no están los reyes que la escoltaban. ¿Se habrán extraviado en medio de las arenas? Ya siento su claridad posada sobre mi frente, hermanita, aunque la tenga hundida en este colchón con olor a humedad del invierno en esta ciudad, que no recuerdo cómo se llama. ¿Cuál ciudad era ésta, Yesica? Ahora mis pies pueden caminar sobre la Vía Láctea , debo estar caminando cabeza abajo, porque ya no veo el planeta Tierra, ni la calle, ni el colchón aquel donde nací, donde jugábamos, hermanita, y nos abrazábamos al caer el rocío, para no enfriarnos. Solamente veo las constelaciones del cielo. Y vos, ¿por qué no estás junto a mí, caminando por las estrellas?

T A B A C O

La rabia dura lo que el cigarrillo.
Luego el humo y la ceniza esparcen
la desmerecida forma de lo que ha sido.
Arder. Arder como la brasa ambigua
que no es llamarada ni es ceniza;
entre secuencias de orden y desorden
arder; arder cual perfume de maderas;
cual ocaso –furia postrer del día-
arder; en pausas de la informática,
detrás de los envases descartables,
con un sexo torpe entre torpes manos,
arder. Como sólo el fuego puede arder.
Como pasión y soledad pueden arder.
Astro perdido en la jungla del cielo
tornando a una casa y a unos padres,
arder. Solícitamente, en honor de un amante,
arder. Ofrecer la transparencia y pretenderla
cada vez con menos fuerza y eficacia.                                           
Arder. En el templo de los bárbaros.                                                 
Arder, tan tenue como sea posible,                                                                                                                                               
ante la fatiga de la mirada. Encender
los rubíes de la culpa entre el lodo funeral
y las arenas donde el hedor de lo muerto
sobrevive (¿para qué?) sin condena ni justicia.

En el horno de los bronquios se caldean
la sinrazón de existir abominando
y el humo: símbolo de olvido e impotencia
de querer retener lo que se esfuma
-antes eterno, ahora fugitivo-,
breve danza de amor entre los dedos,
ocaso que arrastra el cuerpo del día
-iluminado de amor- a oscura gruta,
para escandir las formas de la noche
cual sílabas de un poema revelado.

Comimos unos ricos criollitos, degustamos unos matecitos con peperina y así fortalecido el trencito puso rumbo a la costa argentina, que allí aguardaba SANTIAGO BAO, quien ya nos ha acompañado en otros viajes. Les recuerdo algunos datos: reside en la ciudad de VILLA GESELL (provincia de Buenos Aires) y nació en San Fernando (provincia de Buenos Aires). Ya nos ha acompañado en otros viajes pero les “refresco” sus datos. Estudió Antropología en la Universidad de Bs.As., carrera que debió abandonar en 1976, luego del golpe militar. Libros publicados: Poesía: Trabajos forzados (1997), En el desvío (1999), Pendientes (2002), Memorias del zoo (2005), Despliegues (2006), Cantos del río del Este (2009); y Al otro lado (poesía y prosa) (1998), La máquina nocturna y otros cuentos (2004). Sus textos se encuentran publicado en varias revista virtuales así como en la antología 13 Poetas (1967), Antología del Empedrado (Tomos II y III) (1997) Poesía ácida (2002) y Testimonios del presente (2008). Aquí les traigo poemas de su libro “Cantos del río del Este”. Breves, sencillos, pero de un sentimiento y una profundidad que llegan a estremecer.

ALABANZA I

Reposamos en el lecho.
Despierto en la noche
y alabo a la luna
que me deja contemplar
el perfil de tu rostro
en un contraluz exacto;
las sutilezas
de tus pequeñas arrugas;
la sorprendente calma de tu boca,
su leve aliento
que reconstruye mi sueño.

VENTANAS

A través del cristal húmedo
veo los árboles
multiplicados por la lluvia
y tu rostro,
río que corre
más allá de su forma.

PERFILES

Los tréboles se platinan
con la llovizna incesante.
Más allá,
un sendero se acuesta
en el bosque.

Nada se mueve.
La clara corteza del abedul
deja resbalar un tiempo de gotitas.
Más arriba,
en el gris profundo de la tarde,
se inicia la trama
de un recuerdo.


Por los álamos
resbala el ojo de Dios.
Tu voz clara,
descifra la armonía
del río, el barco,
la isla y las nubes.

Sobre mi alma
caen tus manos



La brisa
pliega de olvido
al río.
Pero,
no puede contigo,
que te suspendes
en la borda,
desnuda,
frente al pasado
y la muerte.



Te contemplo
ausente,
sentada junto a un árbol,
mientras zurces
la trama
del universo.


El verano
abre sus venas
para que este instante
junto a ti
permanezca
mientras la tripulación
de los adioses
emprende una navegación
fantasmal.

Llovizna
sobre el espejo del río,
desde la cocina
el pan insiste en nacer
para la desnudez
del vino
y nuestra celebración
simple que teje
la singular trama
de los días



La brisa
es una mariposa azul
que se detiene
en la corola de la tarde
en donde florece tu risa
y aletean tus sueños


PASOS

Caminamos,
la tarde es de cristal
y la vida un diluvio.
Entre las hojas del otoño
en los parques
inundados de penumbra,
las palabras
y los roces leves
tejen la costumbre
de la vida.
Nuestros pasos acuñan
sobre el yunque
de este día
una distancia imborrable.



En tu cuerpo
se aletarga
una canción oculta,
lentas coordenadas
que recorro
sin brújulas,
en la palidez
de la bahía
cae una lluvia
de mariposas blancas.
Una brisa leve
como abanico
de humo,
colma el instante
de lejanías



A veces,
la alegría
me elige
encima de la tierra,
cuando soy testigo
de cómo tus ojos
se despiertan
al mundo.

                             Del libro “CANTOS DEL RÍO DEL ESTE”


La maquinista aprovechó para caminar un rato por la playa, mientras contemplaba el atardecer. No daban ganas de partir pero sabíamos que un entrañable amigo nos esperaba: LUIS SANTO ORIHUELA. También ya ha viajado con nosotros pero les refresco la memoria. Nació y vive en BUENOS AIRES, es psicodramatista y se ha jubilado en la función pública (Tribunales). Actualmente es coordinador de talleres literarios. Formado literariamente en los talleres  que Beatriz Isoldi ha dictado en SADE de Capital Federal y en forma particular,  ha participado en numerosas entregas de la revista “Metamorfosis”, antología que se publica anualmente. Es autor de un libro de cuentos: “Nardelli y los otros”. Está próximo a presentar su segundo libro de cuentos. Aquí les traigo dos cuentos cortos, uno en la línea fantástica y otro para la sonrisa. A disfrutarlo!
E Mail: lmso@fibertel.com.ar 

LA CASONA

Era el mediodía de aquel lunes cuando llegué a la vieja casona de Adrogué.
Ya estaba casi vacía. Solo faltaba cargar algunos muebles y unas plantas para terminar con más de cincuenta años de historia familiar. Mucha vida había transcurrido allí. Y demasiada muerte
Cuando abrí la puerta cancel el hall resplandecía. El sol entraba por la gran ventana de vidrios repartidos; tras ellos, la galería exhibía todo el verdor de las enredaderas.
 Me acomodé en el sillón que adrede reservé para ese momento. Desde la niñez, había jugado en él todas mis fantasías y también fue refugio para miedos, retos y sermones. Era justo que dejáramos la casa el mismo día
La tibieza del sol acariciaba.  El silencio omnipresente en la casa vacía me empañó el alma y la nostalgia entró vehementemente en mí.
Apoyé la cabeza en el alto respaldar y cerré los ojos.

Me sobresaltaron los fuertes golpes del llamador, ennegrecida garra de león que la casa conservaba con orgullo.
Me levanté y corrí al zaguán para abrir la puerta.
Pero no fueron mis dedos los que giraron el picaporte sino otros, arrugados, pálidos y delgados. Los de un anciano.
Entraron dos hombres y quedaron detenidos allí, como a la espera. Sin tiempo para mi desconcierto, intuí que sus miradas, dirigidas hacia algo detrás de mí, no me advertían.
Entonces giré y vi al anciano.
Era pequeño, enjuto y calvo y su mirar lavado tampoco parecía verme.
            -Bienvenidos caballeros. Resta sólo cargar los perros pero  tal  como me solicitaron, los he encerrado en jaulas. Eso hará que puedan transportarlos sin riesgos.
            Noté que el hombre vestía anticuadamente. También los mamelucos que llevaban los hombres eran antiguos.
                        -Si están de acuerdo señores, les pido me acompañen al segundo patio donde los he dejado.
            Los hombres asintieron y se pusieron en movimiento. Con brutalidad, tomé conciencia de que ninguno podía percibirme porque al hacerlo literalmente traspasaron mi cuerpo como algo inmaterial e invisible.   
Los tres salieron por la galería y los ruidos de sus pasos se apagaron
El silencio, nuevamente adueñado de la casa, creó en mí un miedo sin amarras que me empujó al hall. Casi por instinto busqué el amparo de mi sillón y cerré los ojos. Cuando los latidos descontrolados de mi corazón comenzaron a uniformarse por la  tibieza del sol me propuse dormir.
Soñar un nuevo sueño que al cerrar esa secuencia oscura, seguramente convertiría todo aquello tan solo en una pesadilla de una tarde quieta.
Quizá, el único, definitivo y necesario modo de abandonar en aquella casa toda mi tristeza.


EDUVIGES

No le comenté  antes por cortedad, pero hoy  tengo que confesarle que Eduviges ya no es quién era. Si bien antes traslucía algunos rasgos,  hoy se ha convertido, creo irreversiblemente, en una persona áspera, amarga y cansadora.
            Será porque siempre  tiene a mano -y utiliza sin reparos-, el rosario del "No me comprenden”, “Nadie entiende lo que siento", o “lo que hago” o “lo que digo”, o lo que le parezca más apropiado para el momento.
            Pero no vaya a creer que dudo  de la legitimidad de su queja. Al contrario, pensé y pienso que es razonable y hasta justificada, pero mi exposición reiterada, mi asistencia perfecta  a ese credo triste me ha provocado dos problemas.
El  primero porque todo ese alegato que jamás recibe  quien lo causa, traza una extraña parábola que lo conduce a  una suerte de bahía de silencios obligados además castigada por los eternos retornos que sí, soy yo.
El  otro,  porque para arribar allí ese torrente cuasi deletéreo precisa una vía, un cauce. Y ese, canal a mano, con capacidad y profundidad adecuados aunque menguando, sí, adivinó, también soy yo.  
Usted preguntará por qué lo tolero
Le contesto: Porque  amé a Eduviges. Con mis limitaciones claro, pero la amé. Y porque aún la quiero y guardo por ella un gran respeto.
Por eso, a veces, cuando me sofoca el rencor sordo de ser puerto para cargas ajenas –y para ella demasiado hostiles- trato de conciliar.
¡Pero cuánto cuesta!
Porque si acaso no sintonizo del todo la frecuencia el “Tampoco vos me entendés y quizá menos que ninguno” se abate sobre mi intención y me deja temblequeando.
Y otro tanto si me corro. "Por no estar cerca" “Por estar solo en la tuya”, otra vez a la hoguera.
De ida o vuelta, en cueros y mirando al norte.
De modo que he decidido clausurar el canal y dragar la bahía pero aún me faltan máquinas.
Estoy en eso. Cuando lo logre le aviso.

Al tranco corto la locomotora se despidió del Obelisco y partió hacia Ezeiza. ¡Es que al trencito le ha gustado ésto de desplazarse por el aire! Embarcamos pues y llegado a ESPAÑA nos encontramos con un nuevo amigo: ALEJANDRO GÓMEZ GARCÍA. Nació en MADRID (1980) ciudad donde reside. Cursó estudios de Arquitectura Técnica en la Universidad Politécnica  de Madrid. Artista polifacético: poeta, fotógrafo, músico percusionista, pintor.  Ilustrador de los libros: Territorio Prohibido. Autora:Teresa Aráosla (Editorial Beaumnont, Minnesota, USA 2009 ) Es un crimen talar el almendro florecido.  Autora María Teresa Bravo. (Ediciones Silva, Tarragona 2010). Colaborador de  diversas publicaciones poéticas internacionales   en las  que  destacan: Gaceta  del Centro Histórico Nacional de Guatemala, Estrellas poéticas, e Isla Negra (Argentina). Nos deja sus poemas, inspirados en las antiguas culturas indígenas americanas, muy interesantes.

FRAGMENTOS DESAPARECIDOS DE CÓDICES MAYAS.
                                                                    Libre interpretación del autor
 FELONÍA
 "Todas las cosas por fuerza inmortal, ocultamente, están ligadas  una a otra, tanto, que uno no puede tocar ni una flor sin perturbar a una estrella".
                                                                            Proverbio azteca
 Nunca me vieron la cara.
Entre susurros,
conspiraciones y grandes banquetes,
nunca entendí,
de qué me hablaban los hombres de uñas largas
y siempre con fruta en la boca.

Yo quise a mi gente,
y muchos murieron por ver
a los chicos que corrían por los maizales,
en un mayo abrasador
-los envidio-.

Luego,
cuando los chamanes empezaron a ver dioses en la tierra,
ya era demasiado tarde para levantar las grandes torres.

El pueblo pidió al Sol
su bermejo mañanero:
y todo se lo di:
desde las piedras solemnes,
hasta las cuevas de los acantilados.

Corrimos,
pero los tejados de las chozas ardieron
como si el Sol hubiera rodado por las calles.

Me rendí,
no como un emperador,
sino como el hueso de un perro:
enterrado y olvidado al antojo de su nuevo dueño.

II
 "Pueden pasar 1000 años para que suceda algo extraordinario, pero basta
con el suspiro de un dios para que el curso de los tiempos cambie"
                                                                   Proverbio maya.

 He visto crecer los campos de tlayoli,
sacrificar a los hijos de mis abuelos desde escaleras rojas.
No todo era escritura incognoscible,
planetas y barcos del más allá.

Hubo tiempo fértil –Sol-,
noches en que los besos eran más grandes que cualquier ciudad.

Un día desaparecimos entre canciones y leyendas.
Aquella noche la selva no paró de gritar a la Pachamama
-aún se escuchan los gritos-
entre la paja que ardió y la peste de Hernán Cortés:
luché en el fango contra pieles de piedra plateada.
Me ahogué en D.F.

MADRE
 Recuerdo a mi madre recogiendo frijol,
venir cansada,
buscando un abrazo que nadie le daba,
mirarme como a un anciano,
e ir a llorar sola al río
-tenía las manos de un hombre.

La recuerdo
apilando maderos, como nos enseñó padre,
y darles fuego con las brasas de la noche.

Ahora dicen que él está en el fuego de las hogueras.
Ella nunca se lo creyó.

PADRE
 Padre:
es la mano que se extiende desde la hoguera,
hasta el lago dócil.

En las madrugadas, al raso,
no hay padre sino tribu;
y todos lloramos si toca partir.

Él es corteza de árbol,
hermano y espíritu protector cuando parta.
Entonces,
él será tribu otra vez
-cuando todos lloramos-.

CHAC BOLAY
 Soy toda la selva del mundo,
ríos y árboles en la madrugada
-negro acechante.

Instinto salvaje:
camino hacia el crepúsculo,
en busca de la yugular de Tonatiuh.

Curtid mi piel,
y osad  vestiros con ella.

Seréis nadir.
 Ni así llegaréis a ser Jaguar. 


TÓTEM
 Mira esos cedros.
Dentro de ellos
se hallan los osos y águilas que partieron sobre sus raíces.

No es tan complicado de entender
lo que el cedro dice cuando habla con el viento:
habla de a quién lleva,
de cómo, aún, no está en el mundo del espíritu.

Nosotros lo tallamos
para dejarles andar su camino:
así, ellos nos protegen y ayudan en el nuestro.

Si alguna vez la palabra fue árbol solemne:
Tótem.

CHAMÁN

Si te arranco esta flecha,
y tu corazón sigue latiendo,
no es que quiera aliviar tu dolor,
ni quiera consolarte;
no pretendo sanar tus heridas,
sino tu espíritu,
el que aún no está preparado para partir si te quedas.
 Sólo estoy aquí para guiar.
Soy chamán.

Nos despedimos de la Gran Vía y del Escorial y emprendimos el regreso. Que es lindísimo viajar pero también es bueno regresar al pago. Y aquí los espero para recibir sus trabajos (poesía o cuento) con una minibiografía en : millaco@ciudad.com.ar
Un abrazo y hasta la próxima !!!!!!!!! 

                                                                    CRIS