Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 75

QUERIDOS PASAJEROS:

¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!    

Y ... BIENVENIDOS AL TREN !!!!!

En este mes de noviembre cumplimos 8 años ... Fecundo tiempo de abrazar con la palabra a los amigos y amigas distantes. De atravesar con el trencito muchas fronteras. De hermanar en poesía y amistad. Confieso, como maquinista, que valió y vale la pena. Por eso los invito a festejar subiendo al tren para recibir a los amigos que hoy nos acompañan.

La campana repicó ... la locomotora largó su humito ... y partimos rumbo a BUENOS AIRES, pues allí nos esperaba nuestra primera pasajera: GRACIELA ULLÁN. Y la dejo que se presente ella misma. "Nací en San Luis, pasé mi infancia y adolescencia en La Pampa, hasta que me fui a estudiar a la Universidad Nacional de La Plata. Me gradué de Licenciada en Ciencias de la Información. Actualmente vivo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Me desempeño como redactora, correctora y en algunos otros trabajos editoriales, en forma independiente. Disfruto leyendo literatura. Y para despuntar el vicio, borroneo poemas, relatos, cuentos y escritos varios, aunque sin demasiada divulgación, hay que decirlo (la mayoría quedan atrapados en mis archivos y sufren modificaciones a través del tiempo sin llegar a ver la luz). En un intento por lograr que alguien ponga la mirada en mis letras he participado en algunos concursos, a veces recibí juicios favorables y otras tantas veces me perdí en el olvido. Obtuve el premio literario Constantí 2006 Historias de la Historia (Tarragona, España) con un breve ensayo sobre la memoria titulado “Las palabras robadas”. El año pasado me dieron el tercer premio en poesía en el certamen nacional Universo Arlt de la Universidad Nacional del Centro (Tandil). Y no mucho más, por ahí alguna mención o selección para publicar. En fin, gracias por leerme de todos modos". Nos trae su poesía para compartir ...

Motivación de un poema

Acostumbraba Roberto Arlt alimentar un cuento con una crónica o un relato con otro, a menudo recurriendo a la hipérbole para exaltar la fantasía, como podemos observar en tres de sus escritos a los que aludo. En primer lugar, ¡S.O.S.! Longitud 145º 30, latitud 29º 15 (publicado en El Hogar el 22 de noviembre de 1937), luego Prohibido ser adivino en este barco (publicado en Mundo Argentino el 27 de noviembre de 1939), ambos reelaborados posteriormente en Un viaje terrible. Estos relatos de una fantástica aventura en el océano, teñidos de suspenso y humor negro, fueron el punto de partida que desencadenó el juego de sus personajes en mi poema Fagocitación. Sin duda en los escritos a los que refiero se entrevé la poderosa imaginación creativa del autor, aunque en contrapunto con la experiencia de lo real.

Fagocitación

I.
Y quién hubiese querido
la travesía de terror del Blue Star, del Look Suzanne o del Red Horse.
Ni el pasajero árabe ni la escocesa ni el estafador
ni el médico de a bordo ni el señor X ni el pintor mejicano
ni el filósofo contrabandista de opio
ni la inglesa Annie ni su amante Sprus (el de la Comisión Simpson)
ni el telegrafista Reignert
ni el segundo de a bordo llamado Jenkins
hubiesen siquiera deseado la vorágine del remolino.
En la ciudad los teletipos abrieron un espacio para la perplejidad,
sólo hubo calma en el mar cuando los aeroplanos se multiplicaron.

II.
¿Y si la suerte está echada
en el mismo instante en que un barco cambia de nombre?
Habría que preguntárselo al profético Gloute,
que confunde por igual a Miss Etelvina y Ab-el-Korda
y al señor Parodi, su esposa y tres cuñadas
y al telegrafista Delfort
y al pastor Rosemberg y a su mujer
y a la señorita Herder
si hasta inclusive desconcierta a la tripulación de facinerosos.
Creer o no creer, de eso se trata.
Por si acaso, a Gloute querían hacerle fama de adivino.

III.
El presagio del viaje terrible estalla en el Blue Star renombrado
uno más junto al Pájaro Verde, al Red Horse y al María Eugenia,
barcos en el abismo de aguas impetuosas.
El de la Comisión Simpson y su primo Luciano (que alude a Jonás)
se entrecruzan con Miss Mariana y Ab-el-Korda
con el millonario peruano, su mujer y tres cuñadas
con Demetrio de la Espina y Marquesi
con el reverendo Rosemberg y su mujer
con el señor X y con el pintor mejicano y con la señorita Herder
con la química industrial Annie Grin (promotora de los tejidos engomados)
y hace mella otra vez la tripulación de facinerosos.
En lo alto la luna vigila la broma macabra
en tanto la muerte ronda y elige,
hasta que los aviones irrumpen y la germinación se extingue, por ahora.
Porque se sabe,
jamás desvanece la invención del hombre de apellido impronunciable.


Heloísa y Abelardo


Siglo doce en la meca del saber,
en París resuena la dialéctica,
los estudiantes quieren polémica,
nuevo Aristóteles llegan a ver.

Pedro Abelardo, maestro frontal,
de Heloísa, de sobrados dones,
ambos trocan logos en gratos sones,
¡la armonía intelectual es tal!

Se oye hoy encarnizada pasión
sobre los muros del Père-Lachaise.
Eros, Tánatos, conjuran prohibición.

Un rosal para siempre los abraza,
los funde en armonía eterna.
Un bálsamo de amor los enlaza.

Oscuro Origen Primordial


El ciclo de los Imperios
es inexorable.
Nacen
crecen
se expanden
y disuelven en el fondo de los tiempos.
Sobre ruinas se originan
devienen arrogantes,
agreden y se extienden
hasta ser borrados
por otros,
Imperios que a su vez
nacen
crecen
se expanden
y mueren.
La génesis
engendra la exclusión.

Somos vestigios de Imperios,
identidades de principios sombríos
embriones arrolladores.
Caminamos sobre geografías
en alguna de sus fases en retroceso.
(Mayo de 2003).
*****

Reto Vital


Tejen las Moiras
urdimbres infalibles.
Desafían los hombres
al mutilar
la pureza de los niños.
Cloto dispone los hilos
asiste al primer soplo de la vida.
Laquesis tensa,
Atropos corta presurosa
cuando llega
la soledad infinita.

Tejen las Moiras
urdimbres infalibles
desafían los hombres
a las hijas de la Noche.
¿Algunos insensatos
tejen la trama de otros?
¡Cuidado!
Desafían las Moiras.


Nos despedimos de la Reina del Plata y el trencito marchó con rumbo al Litoral, pues allí aguardaba ABEL EDGARDO SCHALLER. Ya viajó con nosotros (Nº 59) pero les recuerdo su minibio. Nació y vive en PARANÁ, provincia de ENTRE RÍOS. Es Profesor Nacional de Educación Física, habiendo cursado también la carrera de Profesorado Nacional de Música en la especialidad Dirección Coral en el ISM de Santa Fe, en donde fuera Profesor de dicha cátedra entre 1993 y 1998. En la primera de las especialidades, estuvo becado en Alemania por el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) para cursar una especialidad en la Escuela de Deportes de Köln. En la segunda: es fundador o ha participado en forma directa en la creación de 10 organismos corales en el país, teniendo actualmente a su cargo la Dirección del Coro de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Hasta el presente ha resultado ganador de 18 primeros premios en diferentes concursos literarios en el país. Entre ellos merecen citarse: el Concurso Nacional de Poesía "Julio Arístides" en 2003,  el concurso internacional promovido por el diario "UNO" de Paraná en el mismo año, la "Rosa de Plata" de los Juegos Florales del Paraná Rowing Club correspondientes a los años 2004 y 2005, el concurso provincial de Poesía organizado por ADES(Asociación de Escritores Seguienses) de Seguí (Entre Ríos), años 2004, 2005 y 2006, como así también los primeros premios en poesía y cuento en los concursos del "Casal de Catalunya" de Paraná, años 2005 y 2007. También ha actuado como Jurado en los concursos literarios organizado por el Paraná Rowing Club y ADES. Integra como segundo tenor el Grupo Vocal "Melipal" y ha logrado la conformación en Paraná de un "Coro de Directores", inédito en el país. Cabe señalar que es escritor aún no publicado. Sus primeras armas, no muchos años atrás, fueron propicias al soneto, aunque escribe también versos libres y cuentos cortos.  Es autodidacta por vocación y por obligación y lector por compulsión. Aquí les dejo poemas de su autoría, simplemente hermosos.




SAGA DE HIERRO
1)
Puñal de miriñaque entre los pastos
hiende las quietas soledades frías,
sobre certezas de la geometría
monótono le cruje el duro trasto.
 
Como enhebrando pueblos en el vasto
y añoso mapa de las lejanías,
con negritud bufante engulle vías
saciándose en distancias de balasto.
 
Lleva una estrella temblorosa y sola,
una pequeña mota de rezago,
que parpadeando en su furgón de cola
señala la quietud del horizonte
cuando, suspenso en un humito vago,
se funde entre las sombras y los montes.
 
2)
Tempranos de brisas y amorseco,
pardos de liebres súbitas, venían por los campos.
En el andén gregario comadreaban sus horas las sencillas esperas.
Y era un contento ver las estaciones claras,
llenas de ásperas manos de trato delicado,
mujeres aferradas a cestos minuciosos,
traslúcidos niños que corrían mariposas y sonrisas,
algún viejo bichando desde un chala, anónimo de años,
perros vagabundos detrás de cualquier gesto
con un comedimiento muy parecido al hambre.
Eran los descifrables modos
de una fiesta que el pueblo hacía suya
por obra y gracia de la soledad y de los mapas.

2/////
Después, en una diáspora de vapores y gorriones,
la voz de la campana desparramaba gestos y pañuelos.
Sobre el temblor overo de algún carro,
un par de adioses largos se sacaba despacio los abrojos.

3)
Hay que verlos allí, en medio de un páramo de olvido,
indefensos de solemnidad y herrumbres,
los aceros reumáticos y solos.
Junto a galpones que esparcen murciélagos y silencios,
los han llevado a morir…..
¿Qué de aquel bronce tañidor de andenes,
de vidrios empañados que juntaban mejillas?,
¿qué del pitido largo que agitaba los brazos
con recomendaciones mudas?,
¿qué del asombro de los girasoles,
del espanto sesgado de las liebres?
¡Mirad sus correrías de humo y panaderos!,
agudo miriñaque desflorando
las ofrecidas donosuras de los campos.
 
Hay que verlos allí, verificarles esa postración inútil,
la luna interpelándole los lomos,
o el sol a pique sobre los vestigios rancios.
Un tañido ausente desala gorriones invisibles,
mientras los días los enyuyan de tristeza y hastío.
Bajo la lluvia, pesados de oscuridad sin culpas,
una traición de utilería los ha llevado a morir.
Sobre las vías yacen las desinencias en ruinas
del óxido y del siglo.
Con su boleto de ida, el porvenir les ha deshecho las esperas.

Parole .....
 La generación llamada a reemplazarnos
apenas si ha leído a Cervantes,
o bien cree que es sólo el nombre
de un teatro o de una calle.
El idioma es un monedero sin dueño
que contiene preciosas monedas
en fuga permanente;
los bríos de una lengua
los tienen los hablistas.
De modo que violiniza el violinista,
oculiza el oculista y marmoliza el marmolista.
Pero si el cura se pierde en un convite de naipes,
¿qué harán los monaguillos?
Por ahí andan las palabras, sin tutelas,
como pobres huérfanas;
y sin embargo, babélicas y errantes,
infligen cataclismos e íntimos valles
en donde pacen sin apuro
las certidumbres ávidas del tiempo.
Como él, no tienen límites,
y vagan por el mundo nombrando lo nombrado,
porque ninguna de ellas
penetra en la médula arisca de las cosas.
Como si habláramos por señas,
ocurre entonces que ese misterio
se echa a abrevar en los silencios,
allí donde respiran, invisibles,
las sedas sin tocar de la metáfora.


Después de pasear por la costanera del río y degustar incontables matecitos, nos despedimos de los amigos entrerrianos y la locomotora puso proa al norte, pues cruzando la frontera, en PARAGUAY, nos esperaba DELFINA ACOSTA (quien también ha compartido viaje en Nº 50). Nació en Asunción, PARAGUAY, pero su infancia y su juventud pertenecen a Villeta, donde cursó sus estudios primarios y secundarios. Su primer poemario Todas las voces, mujer... obtuvo el Primer Premio ‘Amigos del Arte‘(este libro puede consultarse en la Biblioteca Virtual de Cervantes). Integró el Taller de Poesía ‘Manuel Ortiz Guerrero‘ y participó en publicaciones colectivas del citado Taller. Publicó el poemario La cruz del colibrí. Reunió sus cuentos que obtuvieron premios y menciones en concursos literarios en el libro El viaje. Su obra Romancero de mi pueblo ganó el segundo premio ‘Federico García Lorca‘. Dio a conocer un poemario llamado Versos esenciales, dedicado íntegramente a honrar la memoria del gran poeta chileno Pablo Neruda. Fue presentado al público paraguayo en 2001, en la embajada de Chile en Paraguay. Varios ejemplares del poemario se encuentran en exposición permanente en la casa museo Isla Negra. El PEN Club del Paraguay otorgó al libro el Primer Premio destacando su elevado vuelo lírico y su lenguaje universal. Su último libro lleva el nombre de Querido míoy es best seller en Asunción; ha recibido el premio ‘Roque Gaona 2004‘. Sus obras (cuentos y poesías) están incluidas dentro de numerosas antologías nacionales y extranjeras. Es columnista del diario ABC Color; hace comentarios literarios sobre los escritos de los poetas y narradores paraguayos en el Suplemento Cultural del mismo diario. Dirige el Taller de Poesía de la Manzana de la Rivera. Hoy nos presenta un cuento y espero que lo disfruten.

                                          OJALÁ QUE LLUEVA
Aquella mañana, cuando iba a comprar alpistes para mis canarios, de la despensa de don Francisco, me encontré con Luisa; ella también se dirigía al mismo destino, de modo que nos largamos a conversar. Luisa  nunca tuvo imaginación para hablar sobre cosa distinta, filosa y desconocida por los demás. Todo en su decir, que no salía corrido de su boca, pues su viejo paladar postizo corría riesgo con las consonantes, daba vueltas en  torno al clima.
El clima, el clima, siempre el clima.
 
¿Y qué se puede decir de lo que está raso, vale decir  del cielo, sino lo mismo, o sea que el día se presenta espléndido, con brisa ligera, con lo cual ya queda todo concluido? Pero ella se afanaba en dar estiramiento a su decir y me preguntaba si cerca de mi casa habían caído algunos goterones. O  lluvia.
Cierto es que también solía  preguntar  cómo se encontraban mis flores con lilium, mis hojas de esterlicia y mis gerberas, pero, para incomodidad mía, pues soy de ponerme fiera ante la insistencia,  solía insistir en que me fuera hasta su depósito;  allí me daría  abono y mantillos con un racimo enorme de lombrices.
- Tus flores levantarán cabeza; mis gusanos son de primera materia y condición - me decía.
Yo le respondía que iría mañana. Mañana, Luisa, mañana. La costumbre de prometer sin cumplir se fue  convirtiendo en el pueblo en  una cortesía.
Al llegar al almacén, me atendió la esposa de don Francisco. Ella también era mujer de hablar sobre el conjunto atmosférico; le gustaba  llevar la contraria a lo que era de conocimiento público. O sea que si   el viento  iba a paso de hombre entre los eucaliptus y el firmamento se presentaba sin probabilidades de lluvia, decía que un rayo sacaría su cabeza  de entre los monumentos funerarios y en menos que dura un susto caería un  trueno enojado pues los muertos pasaban sed; largando  un  suspiro  de satisfacción desaparecía  por la puerta trasera del almacén y dejaba contrariados  a quienes   la escuchaban, que era   gente campesina, o sea  de tomar muy a pecho el clima.
Me miró fijamente don Francisco cuando le pedí un quilo de alpistes.
- ¿No siente frío, señora Mercedes? Mire que está girando el viento. Estos cambios de tiempo nos echan a descomponer los bronquios. Y usted, sin pañuelo,  sin abrigo, sin botas...
- Estoy bien - le dije.
- Primero viene el estornudo, después  la neumonía...
- No se preocupe - le contesté, y ya no hablé más.
Salí a la calle. Vi a la señora Manuela echar la llave al candado  de  su puerta y echarse a andar por la vereda.
Se
acercó apresuradamente a mí.
En el pueblo resultaba común llevar conversación. En otras palabras, era la conversación misma, apurada o lenta,  la que nos hacía llegar  temprano o tarde a  nuestras casas.
La señora Manuela me contó que su cabra  se había pasado el día anterior mirando fijamente hacia el viejo  cobertizo  de la municipalidad; allí  se solía desollar al ganado vacuno, allí  iban las  cuñadas de la gente pobre a recoger las vísceras  y otros estropicios en canastos. Daba por seguro que iría a llover.
 
Le tenía sin cuidado lo plano, liso   y estable que estaba el cielo.
A mí me iba cansando  aquella fe que le tenía a su cabra.
 
Me descomponía que no me escuchara cuando  le contaba lo armonioso  que cantaban mis jilgueros cuando   caía la tardecita, y dos, tres  plumones - casi transparentes - giraban en el aire durante  un largo rato, para después seguir girando   sobre la baldosa  azul del comedor.
Al llegar a casa  me senté a esperar en la silla, como queriendo  apurar al viento a quebrarse en dos para dar paso a la tormenta anunciada por el animal.
Pero no llovió.
Desatendiendo dos tropezones, vino corriendo hasta mí la hija del afilador de cuchillos mangorreros para  contarme que ya estaban echando lenguas su madre y dos vecinas  sobre el tiempo. No se ponían de acuerdo.
Juliana y Margarita daban por cocinado que el cielo pasaría a la llanura, pero su madre, doña  Lucero, que le tenía confianza  a los huesos de sus pies, comentaba  que éstos estaban como rebasados de espinas y que  la lluvia caería en cualquier momento.
- Enseguida se nos baja el cielo; vine a avisarle nomás - me dijo la niña.

En fin, la cosa es que no llovió. 
Habiendo tanta casa  que se venía abajo por obra de las termitas, cientos de  ratas que contagiaban la peste a los perros callejeros, y el viejo colectivo azul que partía del puerto una sola vez al día con un retraso de dos horas, la gente se ponía a perder el tiempo, a profetizar sobre el calor y el conjunto o parentesco  de los elementos climatológicos. Que sí, que la humedad estaba gorda. Que sí, que el viento llegaba hinchado para favorecer  el flameo de las banderas, viniendo, como venía, de parte del norte,  y no del sur, a menudo desollado.
Y mientras tanto el pillaje, el latrocinio, la salvajada. Los muchachos de otros pueblos subidos a los árboles de los duraznos y  llevando  delante de nuestras propias narices cajones tras cajones de las mejores  frutas para cambiarlas  por  cañas, vinos,  ron y cervezas negras en el mercado central.
La radio local echaba a funcionar desde las ocho de la mañana hasta pasadita la medianoche. Pasaba al aire el programa “Servicio del clima mundial”. No había posibilidad alguna de escuchar alguna vidalita, el parlamento de un radio-teatro, cualquier noticia que desatara el secreto de algún suicida, que los había muchos, pues así como llegaban al mundo se iban del mundo sin que se supiera por qué.
Prendía  la radio y salía al éter la voz neutra de un comentarista. Contaba que la marea en la costa de muchos  puertos  estaba alta por  efecto de la Luna, y que los vientos  propiciaban el retorno de las   aves marinas comedoras de los calamares de los océanos, y que al Sol, por simple observación a través de anteojos obscuros, se le podían ver las escaras  producidas por el desgaste.
  Me producía no sé qué cosa oír la radio. Me pasaba que me crecía en el alma la ausencia de la música. Pero no solamente la música, sino también la letra, por ejemplo “El día que me quieras”, que yo  al escuchar cantaba, cuando era pequeñita.
Y sin embargo, la gente del pueblo, seguía la audición atentamente. Y se preguntaba qué iría a pasar si el Sol avanzaba en su descompostura.
El locutor profetizaba: “¿Se extinguirán  las algas?”. “Mas no debemos desesperar. Acaso las plantas del fondo del mar que poseen propiedades antimicrobianas y antifúngidas hallarán, aún dentro de la discordia del mundo marino, voluntad para sobrevivir”.

 Y la chusma calculaba. Pero calculaba con pesimismo, con  esa pobreza de ánimo y resignación que tenían cuando hablaban sobre el clima. Decían  que en el caso de que las escaras se multiplicaran y el Sol ya no siguiera echando luz pareja sobre el pueblo, se las arreglarían  con  las velas, las alcuzas y las lámparas a gas.
Un día dije basta.
Dejé el pueblo para siempre.
Me vine  a la casa de rigor, en plena ciudad.
Éste es un sitio enorme, rodeado de árboles. Las altas paredes del comedor están adornadas con cuadros que reflejan la madurez de las más diversas floras y faunas.
Una mujer pecosa, de cuello largo, suele tocar un  piano de tres pedales en la sala.  Tiene un aire muy distinguido. No habla,  no es muda. David, un hombre de unos cincuenta años, parece estar enamorado de ella. Se viste de arlequín. “Esta es mi manera”, me dijo una vez, y creo que lo entendí.
Ayer, al caer la tarde, Blanca, una dama de muy altos recursos económicos y  compañera mía  de habitación desde hace diez días, me contó que un duque aficionado a la carrera de caballos  y a la colección de estampillas le suele enviar  rosas rojas todos los viernes.
Me hizo gracia su confesión.
Ah... Es soñadora ella. Y se supone que se trata de no soñar.
Pero ya me advirtió el arlequín que me guardara de hacerle   caso, pues desde su llegada a  la casa de rigor no hablaba sino de lo mismo.
¡Lo mismo, lo mismo, siempre lo mismo!
Infinitamente lo mismo.
Por eso, esta mañana, cuando Blanca tuvo una crisis (en la casa de retiro hablamos de distracción) y  dos enfermeras le aplicaron una inyección de hipnótico y la cambiaron de habitación, respiré aliviada.

Al son de una dulce guarania reemprendimos la marcha .... pero cargamos el trencito en el avión pues había que cruzar muchas leguas para llegar a CHILE, donde nos esperaba un nuevo pasajero: RICARDO PONCE CASTILLO. Nació en el puerto de COQUIMBO, Chile. Obtuvo el título de Técnico Universitario en Prevención de Riesgos, en 1977; terminó su carrera laboral como: Experto Profesional en Prevención de Riesgos, el 2007. Trabajó por más de 31 años en Codelco Chile - División Salvador, en la III Región de Atacama, Chile. Tiene publicados 4 libros y está incluido en muchas Antologías. Últimos libros (poesía): “POR AMOR” y “MAS AMOR”. De pronta publicación: “TIERRA DE SALVAJES” (cuentos). Autor de una recopilación histórica del pueblo Colla de Atacama: “AÑAPIANDO ... AÑAPIANDO” (que significa: Caminando... caminando con sabiduría por la vida). Ha ganado premios literarios a nivel: Comunal, Provincial, Regional, Nacional e Internacional. Se le otorgó entre otros: Premio Provincial de Literatura el 2003 (Provincia de Chañaral, 3ª región de Atacama); Premio Sociedad de Escritores de Atacama, en 1989; Distinción Federico Varela (año 2000) distinción que entrega la Ilustre Municipalidad de Chañaral; Premio Municipal de Literatura, Municipalidad de Diego de Almagro, el 2007, entre otros. Los últimos premios literarios son: 3º lugar en cuento y 3ª mención honrosa en poesía, Concurso SESAM, Córdoba, Argentina. Aquí nos deja su poesía, sentida y emocional.



LA CIMARRA

Sí, aún lo recuerdo,
el paseo fue mutuo acuerdo,
te miré y tus ojos brillaron,
sabías a lo que íbamos,
nuestros deseos
eran elocuentes,
el camino aceleró el andar
de nuestros corazones,
terminamos corriendo
hasta llegar al río.

Nos desnudamos y el río
nos cubrió con sus caricias,
el sol, fiel guardián
nos cobijó toda la tarde,
ya no importaba el no haber
asistido a la escuela,
ya no importaba el no llevar
la tarea ni la señora paliza
que nos esperaba en casa,
ya no importaba nada.

Total, somos hermanos,
nos queremos
y para estudiar
tenemos toda una vida
por delante.


PARA LOS MAL PENSADOS

Por el cerrojo de la puerta
la luz acusadora y el ruido
del somier llamaron su atención,
intrigado acercó su ojo para ver que ocurría en el otro costado
 de la puerta.

Sus ojos palpitantes vieron
lo que querían ver,
suave caricias con su mano
aclararon la visión,
de nuevo su mirada escrutadora
visualizó de nuevo la imagen
que ya se veía confusa.

Su vista parecía grabadora,
sus manos aferradas a la pared
seguían la silueta varonil
reflejada en su retina,
ya su pensamiento
dejó de titubear.

¡Mamá!:
¡¡Ya llegó el camión de la mudanza
con la cama nueva!!


ALMA DE NIÑO

Sonrió maliciosamente
Al verla venir,
traía como siempre
sus libros bajo el brazo,
su andar era insinuante,
el ritmo de sus caderas
lo llevaba a navegar
por las avenidas 
de la malicia oculta
en su alma de niño.

Se acercó presuroso
y como siempre galante
le insinuó el deseo
de llevarle los libros,
le gustaba su sonrisa,
parecía que lo estaba besando
apasionadamente.

Sus sueños aceleraban
su tiempo de niño
cuando musitaba:

¡Ah, que linda es
mi profesora!.


VEN A MI

Ella estaba esperándolo
ansiosa de amor,
sus manos acariciaban
su propio cuerpo,
las insinuaciones siguieron,
 no se hicieron esperar,
un movimiento de piernas
aceleró sus instintos,
Aún así, ocultó su deseos
de hacerla suya.

Se  desnudó ávidamente,
su ropa diseminada
en el cuarto,
el último combinado
fue más que suficiente
para cantarle la canción:
¡Ven a mí!.

Desnudo adoptó la posición
de los clavadistas mexicanos
para caer abruptamente
sobre ella, pero no pudo,
el golpe en el suelo
lo despertó de su sueño.


TODO ES POR DINERO

Parece que la falsa comodidad
con que nos envuelven
los poderosos
con su cara llena de burla,
según ellos, es para darnos
una mejor calidad de vida.

Nuestra ceguera espiritual
les ayuda a los anticristo
a destruir nuestro mundo,
a talar árboles, a contaminar el aire y el agua,
a matar  nuestro suelo.

¡Todo es por dinero!,
ya no importa la vida,
el bienestar lo ostentan  ellos:
en sus mansiones,
en sus autos,
en sus cuentas bancarias.

¡El rico es cada día más rico,
el pobre cada día más pobre!
nuestro futuro es incierto, cada día veo más cerca
 las puertas abiertas
 de nuestra autodestrucción.


MIS RUEGOS

Sentado en el pórtico
de mi inquietud, converso
con mi Dios,  me sumerjo
en una paz que en nuestro mundo pareciera dejó de existir.

Mis ruegos son
por nuestra querida Pachamama,
que llora resignada
por la ingratitud de sus hijos,
por el amor que  vive oculto
en nuestros corazones endurecidos
por nuestra arrogancia,
por la falta de fe.

Mis súplicas van también
por los que venden armas, drogas,
por los terroristas y sicarios
y tantos pobres de espíritu
que no conocen la piedad.

Mis oraciones van
 por  los que prometieron,
 para que cumplan sus promesas
y se vuelvan a El,
a nuestro Dios.

PODER Y RIQUEZA

Pareciera que la vida
ya no tiene sentido,
que la distancia con Dios
se agranda ostensiblemente, como si fuera cada día
más difícil de alcanzarlo.

Pareciera que ya no nos interesa saber nuestra misión, 
a que nos enviaron a la tierra,
el porqué somos parte de este mundo
gobernado por dementes,
hoy, el hombre que ostenta
su poder y su riqueza,
 cada día se cree más Dios.

Pareciera que el poder 
los hace inmortales,
ilusos son los que se aferran
a su pedestal, a su trono, donde la maldad y el odio
son su cetro y su corona.

Pobres infelices,
ya viene la hora en que la vida
les pasará la cuenta


Aprovechamos para llegarnos a Las Cruces y darle un besito a la princesa y ascendiendo Los Caracoles (espectacular paisaje de los Andes) y cruzando la frontera regresó la locomotora al tranquito corto. Y como estamos de festejo esta maquinista editora también quiere dejar lo suyo, unos poemas sencillitos que nacieron en el corazón.


VISION DE EGIPTO

AMANECER EN VUELO

Alborea.
Ya se adelgazan las sombras.
Hay un atisbo
trémulo y rosado
por sobre el horizonte.
Unas nubes livianas
corriendo con el viento.

Amanece.
El sol crece veloz.
El áureo disco irrumpe
sobre un borde grisáceo.
Y la luz se derrama
Sin pausa … incontenible …

Y yo aquí.
En sobrevuelo de nubes.
Casi parte del aire.
Absorta espectadora
del milagro.

ASWAN

El Nilo. Intemporal …
Aquí, en Aswan,
las falucas navegan sin apuros.
Sus viejas velas
ondean con el viento.
Se deslizan las barcas en lentas espirales
por el centro del río.
Viejo río que fluye sin descanso
desde el tiempo de antiguos faraones …
Las palmeras enhiestas
-guardianas de las viejas tradiciones-
remarcan las orillas
Todo está igual …
El tiempo ha detenido
Aquí su marcha …

Mientras navego
aspiro el aroma de este río.
Siento su magia
que toca ya mi alma …
Siento su corazón
que late con el mío …

LUXOR

Acaso los fantasmas
de viejos faraones
aún naveguen
desde Karnak a Luxor
reviviendo antiguas ceremonias.

Acaso este viento
del olvido me trae
sus voces incorpóreas
sus dolidos lamentos
de tiempo perimidos.

Cae el ocaso impiadoso …

De sus templos
-hoy ruinas-
solo quedan vestigios
que la arena moldea
sin descanso
mientras corren los siglos.

Una luna creciente
se desmaya en el Nilo.
Ya se acallan las voces.
El silencio me abraza
mientras fluyo
en el río …


VALLE DE LOS REYES

Las colinas se alzan
blanquecinas … desnudas …
Pétreos brazos
que guardan a la muerte …

Horadan sus entrañas
viejas tumbas reales
           hoy vacías
Las gastadas paredes
son memoria imperfecta
         y desteñida
de las regias hazañas.

Pétreos muros
que abrazan a la muerte …

La riqueza perdida,
los fatuos oropeles
de antiguos faraones
            Todo es polvo y arena

Y nosotros … foráneos …
Somos apenas
miríadas de insectos
que profanan a diario
su silencio

Les recuerdo a todos que espero vuestros trabajos (poesía o cuento) y la minibiografía en: millaco@ciudad.com.ar. Nada se pierde ... todo queda archivado ...
Nos estaremos reencontrando !!
Un abrazo

                                   CRIS FERNÁNDEZ