Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 35

PASAJEROS AL TREN !!!!!!!!!!!!!!!!!

Pues ya va siendo hora de que parta este convoy para encontrar a los nuevos y los viejos amigos que la literatura nos da a cada paso.

La locomotora decidió comenzar por la Reina del Plata y allí, en Buenos Aires, ascendió JOSÉ MANUEL LÓPEZ GÓMEZ. Nació en la aldea de Listando, Ayuntamiento de Maside que queda en la Provincia de Orense en Galicia (España), el 13 de mayo de 1942, pero reside en Argentina desde 1950, en la localidad de Haedo. De su obra dijo Eduardo Gudiño Kieffer: "José Manuel López Gómez es un escritor español radicado en la Argentina. Multipremiado a nivel nacional e Internacional, estamos ante la presencia de un escritor particularmente ecléctico, el cuál, sin renunciar a la histórica trilogía literaria española :-sexo, violencia y muerte-, logra interpretar cabalmente la peculiar idiosincrasia de los argentinos (...)” Publicaciones: “ Tierra del Fuego” Cuentos (1985); Cuentos varios en diarios y revistas; Antología de cuentos de CF, ganadores del premio Leopoldo Marechal, auspiciado por la universidad de Belgrano a través de la Casa de Cultura de Belgrano (1991); “Más Allá”. Ciencia Ficción argentina. Antología de cuentos de los mejores autores de ciencia ficción en La Argentina, compartiendo la edición con ADOLFO BIOY CASARES (Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.1992); “JESUCRISTO EN PLAZA DE MAYO” novela (Editorial Vinciguerra1993).- Premios RecibidosDiploma de Honor “Tridente” en el Concurso Nacional de Cuentos (1972); Primer Premio, en el Concurso Internacional de Teatro de la Municipalidad de General Pueyrredón (Mar del Plata/ Argentina 1973); Diploma de Honor. Concurso Internacional de Cuentos (Antioquia/ Colombia 1976); Diploma de Honor Concurso Internacional de Cuentos Ciudad de San Juan de Puerto Rico (1980); Primer Premio en el Concurso Nacional de Literatura” Circuito Cultural del Gran Buenos Aires” con el auspicio de las 27 Municipalidades (1983); Primer Premio : Concurso Nacional e Internacional de cuentos de CF y fantasía, en homenaje a Héctor H. Oesterheld (1984); Plaqueta y diploma de Honor en el XI Certamen Internacional de literatura auspiciado por la Fundación Givré ( jurado, Jorge Luis Borges, entre otros) con la participación de 1302 escritores representando a 29 países iberoamericanos (1985); Tercer Premio: Concurso Nacional de cuentos. Municipalidad de Cabrera, Córdoba (1985); Diploma de Honor: Concurso Nacional de cuentos del círculo de Periodistas del Oeste (Merlo 1985); Diploma especial de la MUNICIPALIDAD DE BUENOS AIRES (rubro cuentos) (1987); Primer Premio: Concurso Nacional de Cuentos premio “Leopoldo Marechal” (1991); Faja de Honor y Diploma , otorgado por la Fundación Alberto Débole de Argentina, Premio “Leopoldo Marechal” a la novela “JESUCRISTO EN PLAZA DE MAYO” como una de las mejores obras publicadas en el trienio 91/93 (1994); Antología poética del Milenium. Poesías varias.Otros premios menores. Como vemos, nada exagera Gudiño Kieffer respecto de sus méritos literarios. Recomiendo la lectura de su excelente cuento.  E Mail: solano@andaluciajunta.es

Entraron a  nuestra casa cuando los dos dormíamos apretados al silencio

Durante un tiempo me sentí protegido y cuidado por mi madre, con la cual mantenía una comunicación profunda y permanente.
Cierto es que tenía la desventaja de ser ciego  y mudo, pero esto no impedía nuestra natural co-participación en el dolor o la alegría.
Cuando ella me hablaba a solas, en la intimidad de su cuarto, yo sufría por no poder expresarle mi reconocimiento, mi profunda gratitud por ese amor sublime que solo un hijo puede valorar.
 Al sentir sus manos deslizarse por el entorno de mi cuerpo - mientras ella canturreaba una de esas canciones que tanto me emocionaban -, hubiere dado mi vida por mirarle a sus ojos.
“Pronto conocerás una nueva casa” me repetía con su dulcísima voz, y yo imaginaba mi futura morada envuelta en colores diferentes que ni siquiera conocía pero a los que siempre mencionaba: verde, amarillo o celeste, sobre todo celeste. “Mañana pronostican un día celeste”, acostumbraba a decirme cada tanto, y yo pensaba que eso de los días celestes era algo muy importante porque mi amada madre siempre se quejaba del cielo gris y que estaba harta de ver caer tanta nieve sobre Buenos Aires.
Una tarde me confesó que  pronto yo vería el cielo celeste, pero luego, como preocupada, agregó:Si Dios quiere hijo mío; si Dios quiere...”.
Naturalmente, yo pensé que ese Dios sería algo o alguien muy significativo en su vida, tal vez tanto como Jorge, ese Jorge al que durante un largo tiempo - mientras visitaba a mi madre - me vi obligado a tolerar.
Yo sabía que él no tenía nada contra mí; al contrario, creo que cuando me nombraba, el tono de su voz sonaba cálido. Claro que estando ellos juntos..., tan juntos que yo podía oír la respiración entrecortada de ambos, me venían deseos de gritar y de gritar y de gritar... Entonces, mi madre me retaba, explicándome que mi actitud era egoísta y que el egoísmo era el peor de los pecados.
A pesar de comprender el significado de esa palabra, nunca pude evitar esa sensación de congoja durante la presencia de Jorge en nuestra casa. Sólo cuándo él se marchaba, al quedar a solas nuevamente con mi madre, yo volvía a tranquilizarme. Era como si nos ligase un contacto invisible, un vaso comunicante entre todos nuestros conocimientos.
Ella me explicó que nosotros nos entendíamos telepáticamente. También me dijo que los nuevos adelantos científicos permitían ahora comunicarse con los seres como yo, antes pasivos espectadores del mundo de los adultos.
Su voz  vibraba en cada cosa que decía; maravillosa  cascada de palabras que soltaba a través de largos e íntimos monólogos, en los cuales canalizaba sus más íntimas  emociones.
Por ella, sabía que esto era una ósmosis: si reía, yo reía; si lloraba, yo lo hacía en silencio. Todo, absolutamente todo, me lo transmitía de una manera casi mágica. Esta magia que desde hace unos días, ha depositado entre nosotros una comunicación profunda y sublime.
Magia que también  ha depositado en mi pecho una nueva sensación: angustia; ella me lo dijo. Ambos la padecemos desde que Jorge dejase de visitarnos repentinamente.
Pobre mi madre...; a la hora de dormir, me seduce los oídos con esas tiernas baladas que andan en busca de mi sueño; pero es inútil; algo tiembla en su voz y yo tiemblo.
Hace poco golpearon a la puerta. Ella dormía profundamente; sólo cuando los golpes comenzaban a herir mis oídos, mi madre se revolvió en la cama. “¿Quién es...?” Silencio. “¿Eres tú, Jorge?”, volvió a indagar mi madre con un tono de voz que raspó la angustia. Y otra vez el silencio. Un silencio tan denso que yo -  pegado a ella - podía escuchar los latidos de su corazón.
En esos momentos, alguien profirió una carcajada soez. “¿Quién está ahí?” pensó mi madre. No lo dijo. Sólo lo pensó. Entonces, el hombre de la ronca risa, liberó su ronca voz:Pronto vendremos a buscarte, puta, muy pronto”. Mi madre nunca me había dicho que era una puta; tampoco me explicó que quería decir esa palabra;  no obstante, intuyó mi ansiedad, porque casi al instante le oí decir que me tranquilizara.
Y nuevamente sentí sus manos rodeando mi cuerpo mientras ella lloraba en silencio.
 Yo me sentí más que nunca unido a su vientre, percibiendo las sordas implosiones de su corazón; también escuchaba el rumor de la sangre dilatándole las venas, y, por primera vez tuve noción del miedo, ese miedo nuevo que amenazaba escandalizar mi carne.
Al fin logró calmarse y tal vez para distraerme, me explicó que preparaba un árbol de navidad porque quería festejar la nochebuena conmigo, y, como si hubiese adivinado mi curiosidad, me dijo que Cristo, el hijo de Dios, había nacido en un humilde pesebre más de dos mil años atrás (aunque yo no sabía nada respecto al tal Cristo, imaginé que sería muy importante teniendo en cuenta la manera especial que lo nombraba).
Imprevistamente, me confesó que Jorge vendría a visitarnos. “Él sabe el valor que tiene la Navidad para mí”, me dijo, y yo, dentro de mi oscuro mundo, pensé que era feliz en esos momentos, dialogando con su Dios y su Cristo navideño.
Creo que los dos nos disponíamos a dormir cuando yo también me sentí emocionado al escuchar  sus dulcísimas canciones, todo, claro está, sin dejar de recordarme a Jorge, prometiéndome que muy pronto me llevarían a una nueva casa; que después que el doctor me operase, yo también podría hablar y ver; que pese a las desgracias, el mundo era hermoso y aún eran posibles los verdes, amarillos y celestes que pronto deslumbrarían a mis ojos, “... porque Jorge no nos abandonará”, repetía siempre, siempre Jorge en la ansiedad de su voz.
Yo la escuchaba como ido, más cerca del recuerdo de los golpes en la puerta, presintiendo que el miedo volvería en otra carcajada, cuándo -repentinamente- escuché una voz distinta y comprendí que Jorge había vuelto.
Llegó excitadísimo; lo adiviné porque hablaba agitadamente como si el tiempo persiguiera sus palabras.
En medio de quejidos malhumorados, comenzó a hablarle a mi madre de extraños sucesos; que había descubierto acontecimientos políticos terribles; que la región patagónica estaba dominada por fuerzas desconocidas y que toda la clase dirigente del país colaboraba directa o indirectamente con el enemigo. Creo que mi madre  no comprendía a que se refería Jorge. Yo tampoco sabía que era aquello  de la Patagonia ya que nunca antes había escuchado esa palabra. “¿Quién es el enemigo?”, acotó de pronto mi madre, partida por la duda.
Entonces, Jorge se apresuró a responder que por el momento no podía precisarlo y menos ahora que había renunciado a su condición de agente de Inteligencia del Estado.
También comentó que aquellos a los que les decían chupados, conformaban parte de la resistencia patriótica, y que no podría quedarse mucho tiempo porque “... seguro que los de Inteligencia me andarán buscando”, sentenció.
Esa noche - como siempre ocurría cada vez que él se quedaba a dormir en casa - volvieron a dormir juntos; y también como siempre, no pude evitar la sensación de abandono al sentir que los dos se abrazaban intensamente.
Cierto es que no podía verlos, pero intuía que sus cuerpos - uno sobre el otro - se movían y jadeaban en medio de palabras densas y asfixiantes.
A través de mi madre, yo olfateaba la carne húmeda y caliente, el cuerpo de ambos moviéndose hacia arriba y hacia abajo en un jadeo que crecía y crecía hasta ahogarse en un largo y formidable grito compartido (ésos eran  los momentos  en que más sentía que rechazaba a  Jorge).
A la mañana siguiente, después de sentarse al lado de mi madre, Jorge comenzó a darle una serie de recomendaciones, con más soltura en su voz. Por sobre todas las cosas, le pidió que negase todo en caso de que los tipos lograran entrar en la casa. “¡ Yo ya no existo!” - gritó -;  “... yo te dejé con el crío y nunca más me viste. ¿ De acuerdo? Sólo van a querer asustarte...”
Luego, poco antes de marcharse, reflexionó: “Dios mío, Nury, es una lucha terrible porque ellos tienen el aparato y ahora no es como antes de la guerra. Ahora son estas malditas corporaciones sin bandera que...” y Jorge no pudo continuar porque mi madre comenzó a llorar en silencio. En esos momentos, nada me resultó más impotente que sentirme ciego y mudo.
Cuando Jorge logró calmarla - después de musitar un sentido hijo mío mientras nos abrazaba a los dos - me pregunté cuánto faltaría aún para que el doctor me diera la luz y la palabra.
Ellos regresaron. Forzaron la puerta y entraron a nuestra casa cuando los dos dormíamos apretados al silencio.
Llegaron en medio de un ruido creciente y pronto comenzaron las preguntas a mi madre: dónde estaba Jorge; que actividades tenía ella y quienes eran los otros dos subversivos que los secundaban. Y mi madre, que casi no podía hablar porque la angustia le tapaba la boca, apenas pronunciaba palabras incoherentes.
Pronto comenzaron los golpes y uno de ellos le recalcó que si no les decía dónde estaba Jorge, “... vamos a reventar a tu hijo” y al instante dijo otro: “Je, je; te conviene hablar  puta, porque después que te montemos vamos a destrozar a tu pibe con este hierro. ¡Éste! ¡Éste!  ¿Lo ves bien? Con éste te lo vamos a reventar...  ¡A ver si me la dejan quieta que yo voy a ser el primero en montarla, carajo!“.
Y de pronto mi madre se abrió a un grito tan hondo que yo sentí que algo se desprendía de mi carne cuando los latidos de su corazón volvieron a repercutir como graves y sonoros golpes en mis oídos y ya no pude evitar que el miedo frío y pegajoso se deslizase por mi piel mientras mi madre continuaba inmovilizada sin poder ver que le hacían esos hombres sólo oyendo su espantoso grito que surgía del fondo de sus entrañas y yo quería gritar y no podía hasta que unos de los hombres pidió que trajeran el hierro y entonces sin saber porque quise aferrarme a algo moviendo los brazos hacia arriba tratando de escapar a ese hierro puntiagudo que pronto desgarraría mis carnes a través de la vagina de mi madre.


Como ya la urbe porteña estaba ahogando a la pobre locomotora con su smog, decidió buscar rumbos más aireados. Y al tranquito lento se llegó hasta Misiones, para recibir a JENNY WASIUK. Nacida en Campo Grande, actualmente reside en la ciudad de Posadas, ambas de la provincia de Misiones. Escribe cuentos y poesía. Ha obtenido premios a nivel provincial y nacional. Publicó los libros "Ofrenda de Palabras" y "Travesía hacia tu piel", ambos de poesía y en formato artesanal. En el año 2005 fue distinguida con el "Vencejo de Plata" por el Taller La Araucaria de Puerto Iguazú, premio que se otorga anualmente en el marco del Encuentro Internacional de Escritores, organizado por el mencionado taller. Miembro fundadora del Grupo Literario Misioletras, creado en marzo de 2003. Incluyo poemas de su autoría ¡que los disfruten!



Génesis

Antes del principio
hubo orden,
(recato de hormonas
en abismos estériles)

El cuerpo desierto
de sensaciones
adrenalizó sus aguas
inundándose
hasta la cima.

Y fue la luz
-de unos ojos-
en el cenit
suspendida,
forjadora del génesis
-apocalíptico-
que hoy me atrapa...

"La poesía existe para que la muerte no tenga la última palabra"
Edgar Bayley

Y la parca llegó puntual,
encontrando al poeta solitario,
desprevenido,
atemporal…
Embistió certera
-como tantas veces-
silenciando el canto
oscureciendo el sol de mediodía,
congelando una mueca;
para marcharse triunfal
con el trofeo en la maleta.
Pero no pudo llevarse
los versos deshilachados
que pendían de la biblioteca,
las palabras talladas
en los marcos de las puertas
y los cuentos de amor
escondidos en las gavetas…
Por eso
nadie se percató
de la muerte del poeta…


Arresto

Atrapo la corrupción
en un poema.
La congelo
para que no siga
desbaratando conciencias.
Le pongo muros
de palabras
y se queda
irremediablemente
impresa.

                        Jenny Wasiuk
  "Los locos abren caminos que más tarde recorren los sabios..." C.Dossi
El aire misionero y la energía que vibra en las Cataratas (pues se hizo una corridita para disfrutar ese inigualable paisaje) revitalizaron al trencito. Ni lerdo ni perezoso arrancó para climas algo más secos y así desembocó en Santiago del Estero, para recibir a un viejo amigo (de la maquinista y de la revista): CARLOS EDUARDO FIGUEROA. Nos ha acompañado por última vez en el Nº 28 y les recuerdo algunos datos biográficos: Nació en Buenos Aires y vivió desde su niñez hasta los 17 años en Santiago del Estero. Retornó a Bs.As. para estudiar Economía y se recibió de Contador Público. Viajó a Berlín (Alemania) y residió en esa ciudad entre 1963 y 1966. En el 68' se instaló nuevamente en la ciudad de Santiago del Estero donde sigue residiendo. Participante de Encuentros Literarios en todo el país, recibió el Gran Premio de Honor de la S.A.D.E - Sociedad Argentina de Escritores. Sus libros: "Los juguetes del sueño" (1.978) "Diálogo secreto! (1.984) "Señales de dos mundos" (1.993) "Los soles de la memoria" (1.998) y "Días sin regreso" (2.005). No dudo que encontrarán sus poemas interesantes por la diferente temática que abordan.  E Mail: cfigueroa75@hotmail.com

EL VISITANTE



No volvió como ayer el naranjero
con su vuelo fugaz  a la ventana.
Traía en el pecho tantas alboradas
cuando golpeaba  los espejos
con el temblor y la furia de sus alas.
Tal vez buscaba atrapar su imagen:
un sueño falaz  de las  mañanas.
Algo nos quería decir con su gesto
y lo dejamos partir sin una lágrima.
Sin embargo guardó la  libertad de su  vuelo
para compartirla con el viento.
Hoy, cuando miramos hacia el sur,
en esa oscura región  de  la ausencia,
aletea  todavía, una sombra solitaria.


INVOCACION POR EL AGUA


Reina y esclava de esta tierra
 te cubre la magia de tres rostros
desde el origen de la vida.
Tu dimensión sigue inalterable
en todos los rincones donde vive  tu materia:
estas en la masa sagrada de los cuerpos,
en  los mares infinitos
 y también en los polos y las alturas
donde  te vuelves nube sin fronteras.
¡Como nombrarte y que sea suficiente
la voz del hombre a tu presencia!.
Eres  causa y razón de la existencia,
y  por ti  pelearan  en el futuro
Inmensas turbas sedientas.

             

MONTEVIDEO EN EL RECUERDO



Y fue llegar a sus orillas
cabalgando en olas de Plata
con el corazón abierto y un poema en las manos
para sostener la altura de su nombre.
Luego,  fue acercarme a la  realidad de su vida
como quien se acerca a una ilusión
sin temor al desengaño.
 Allí me esperaba el encanto proverbial de mis hermanos,
su casa abierta, el mar que moja sus calles.
Como olvidar sus antiguos senderos,
 espejos del Buenos Aires de ayer,
aquel de la entrañable amistad,
el de los oscuros bares, reductos de fe
más allá de la sangre.
Hoy despereza el aire un vuelo de albatros
y el  gozo se instala entre las cosas y los hombres
para hacer de esta ciudad,  un solar de mansedumbre.


                         

PRIMEROS PASOS


Levantas vacilante tu figura
sin saber que pasaron milenios
antes de ese gesto que hoy inicias
con tus primeros pasos de franca algarabía.
De pronto nos concedes la primicia
a quienes te queremos de pie
enarbolando tu orgullo de persona.
Mañana te espera un claro día,
esa luz que atisba tu mirada niña
sobre la dorada patria que inauguras.


ITINERARIO DE MI SANGRE


En el África  brilló  la sagrada luz
que iluminó los pasos iniciales del hombre.
Después,  con la mirada puesta en el horizonte
vio  que el mundo era pequeño
para su afán de distancias.
Y salió  a poblar lejanos suelos
llevando en sus labios un sonido más dulce que el viento.
Por el cercano Oriente le  siguen las estrellas,
más tarde por las estepas de mongoles
y por occidente lo  ven con su  pálido rostro
buscando nuevas quimeras.
Su  derrotero lo  lleva por el norte de hielo
venciendo frío y tempestades
hasta llegar a nuestra América.
¿Qué buscaba   de tan lejos?
¿Será ese afán de caminos que nos sigue fatigando
 como fatiga a las gaviotas el viento de los mares?.
Con la misma  inquietud de otrora
espero aquí  tu mano iluminada
para decirte  que acepto humildemente,
mi  sangre  milenaria.


INVOCACION POR EL ARBOL

     

Mudo testigo del monte devastado;
te levantas generoso sin embargo,
para darnos tu  sombra bienhechora
en esos veranos calcinantes de Santiago.
Llegas de la  mano  del  viento como hermano,
mientras el tiempo te ve morir  y renacer,
renovada metáfora del paisaje.
En invierno,  te veo  como  un duende alucinado:
 callada estatua del miedo en  el follaje.
 Cuenco  querido  de la niñez,  hoy  madera solidaria
donde habitan los mejores recuerdos de la infancia.
Estas en todos los rincones de la casa
y eres custodio fiel del hombre
hasta  su última morada.


A  MODO DE AFORISMOS



Las mañanas repetidas, eternizan
las puertas del día.
Porqué entregar a otros
la ilusión de escribir un poema.
El plagio es una ofensa doble
al genuino escritor y al confiado lector.
Creamos mundos como quisiéramos que sean,
demos las gracias por ello  a las palabras.
Dios nos perdona la audacia de imitarlo.
Las tardes visten a los días  de nostalgia..
Lapacho en flor, fiesta breve del invierno.
Poema terminado, tiempo de comienzos.
Te di la palabra encendida, pero guardé su secreto.
Los poetas, ¿estamos en medio de la bruma?
o los otros están ciegos.
Cuando te identificas con lo que escribo,
es que me estas reconociendo.


Era la hora del regreso. La locomotora se despidió de los amigos de la tierra del algarrobo y mistol y emprendió el regreso al hogar. También yo les digo ¡hasta la próxima! Y les recuerdo que espero vuestros trabajos a: millaco@ciudad.com.ar
junto con una minibiografía.
¡No sean vagos que espero sus trabajos!!!!!!!
Un abrazo fraternalmente poético

                                               CRIS FERNÁNDEZ