QUERIDOS PASAJEROS:
Las
veredas bullen de sombras doradas, rojizas y ocres, leves y frágiles. El viento
las hace danzar bajo el tibio sol. El otoño se muestra en plenitud por estos
Sures. Un toque fugaz de alegría para paliar tanta tristeza … tanto dolor …
tanta pena por las vidas perdidas en estos meses. Sin embargo no bajemos los
brazos y ni perdamos la esperanza. Aprovechemos estos tiempos difíciles para
recuperar los valores y el tiempo perdido por el tráfago diario de un mundo que
parece correr a mayor velocidad cada día.
Y de
forma virtual (y con reglamentario barbijo) el trencito emprende un nuevo
viaje.
Nuestra
primera pasajera es nueva en estas lides: SUSANA ANGÉLICA ORDEN. Nacida en la ciudad de Bs. As, donde reside. Poeta. Cuentista. Profesora de Filosofía e
Historia. Docente y directora de escuela.
Ganadora de 120 premios literarios,
Colaboradora de la revista Logos
de Lisboa, Portugal, La Sirena Varada de
Méjico y Crepúsculo de Buenos Aires.
Columnista de la revista Alas del Alma de
Bs. As. Conductora por cuarto año consecutivo del Programa radial cultural
Palabras y Salud en www.radiobar.rocks.
Autora del libro de cuentos: En la
orilla del misterio. Presidente de la Fundación Cultural
A. Castex. Siglo XXI. Miembro del Rincón Lírico del Café Tortoni. Jurado en certámenes literarios. Embajadora de la Palabra de la Fundación César
Égido Serrano.(España) Vicepresidente de
la UHE Unión
Hispanomundial de Escritores./Argentina/ Filial CABA . Miembro de la Organización Mundial
de Trovadores (OMT). Organizadora de muestras de poema ilustrado. Hoy nos trae
un cuento para que disfruten.
E Mail: saorden@hotmail.com
BOCA DE LOBO
Una vez me puse a pensar sobre el trayecto que recorrían las cosas dentro de
mi automóvil. Primero las ponía en una bolsa, sobre la guantera, luego
ellas, en alguna frenada o de alguna forma que yo no terminaba de comprender,
se deslizaban hacia el asiento delantero. Finalmente, como me molestaban para
conducir, las ubicaba en la parte trasera y ahí
se acumulaban.
Se iban juntando y luego adquirían una forma y tamaño que se volvían
para mí, inabordables.
La primera vez que comencé a percibir la gravedad del problema, fue
cuando mi prima Ligia me prestó un
libro, lo puse en la parte trasera y al poco tiempo yo ya desconocía su
ubicación exacta. Luego fueron unos discos compactos, que tampoco pude
encontrar.
Cuando busqué un cuaderno de notas que necesitaba y no lo hallé, primero
pensé que no había buscado bien y luego que se me habría caído fuera del auto,
inadvertidamente.
Pero a medida que pasaba el
tiempo, fui extraviando otros objetos
que ponía allí.
Cuando Ligia llamó “boca de lobo” a mi auto y agregó que “devoraba” los
objetos, empecé a prestar mayor
atención al asunto.
Un día cobré valor y, durante tres larguísimas horas, saqué todo lo que
había en mi auto, para lavarlo y a la vez, resolver el misterio. Ninguna de las cosas extraviadas apareció, en
verdad.
Algo preocupado, decidí hacer un experimento y una tarde dejé
intencionalmente, un pequeño trompo rojo en el asiento trasero, justo al lado
de la ventanilla.
Al día siguiente, al salir para el trabajo, eché un vistazo y solo hallé el asiento
vacío. Me tomé un tiempo para analizar el asunto, pero no obtuve resultado
alguno. A los tres días encontré el trompo en el piso del coche, cubierto de
una sustancia gelatinosa.
Una noche, meses después, estaba
soñando tranquilamente cuando algo
indefinible me despertó. Descubrí
entonces, una luz en el garaje, que hizo
que me levantara tiritando y que abriera
la puerta del mismo.
Para mi sorpresa, hallé una mujer alta y rubia junto al auto, la cual me
miró como si me conociese, sonrió y
luego entró, tranquilamente, en mi casa,
se sentó en mi sillón favorito y
para mi sorpresa, abrió un libro y comenzó a leer en voz alta, un cuento que yo
había escuchado alguna vez y que trataba sobre un joven que tenía un automóvil,
en cuyo interior desaparecían las cosas.
Luego se levantó y se dirigió hacia el garaje. Yo, por mi parte, salí
detrás suyo y justo en el momento en que ella encendía el
motor de mi auto, entré y me deslicé hacia el asiento trasero donde,
simplemente…desaparecí.
Dejamos atrás el Obelisco y
la siguiente parada fue para recibir a otro pasajero frecuente: ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO GONZÁLEZ. Nació en la ciudad de SANTA FE, donde reside. CPN y MDE (CT). Ex Docente UNL/UCSF.
Cultiva narrativa, ensayo y crónica; prologuista, conferencista, jurado y
crítico literario. En Narrativa: 4 Libros de cuentos F. gráfico: Los Últimos Días y O.C. (Santa Fe-Argentina), 1977; Breve Sinfonía y O.C. (Santa
Fe-Argentina, 1990; Doctor de Mundos
(C.A.B.A.-Argentina), 2000; y El
Emperador ha muerto y O.C. (C.A.B.A. Argentina), 2018; 3 Libros de cuentos F. e-book: Los Últimos Días y Otros Cuentos (Bogotá, Colombia), 2018; Nostalgias del Futuro (Alicante,
España), 2019 y Breve Sinfonía y Otros
Cuentos (en proceso de edición Colombia, 2020); 5 Breviarios Literarios éditos/inéditos; 8
Libros Narrativa inéditos; 7 Libros de Pensamientos y Reflexiones
(2015/2020) y 5 Libros Narrativa en
desarrollo. Instituciones: Miembro de Honor de los CIRCULOS INT. NARRADORES Y POETAS
MERCOSUR - Rosario, Argentina y Gualeguaychú, Argentina; WWPO-Rosario,
Argentina; CLUB DE POETAS LATINOAMÉRICA (G. Baigorria-Argentina);
ASOLAPO-Filial CABA, Argentina; RED MUNDIAL ESCRITORES EN ESPAÑOL
(Madrid-España); MUNDO CULTURAL HISPANO (Alicante-España) y UNIÓN
HISPANOMUNDIAL ESCRITORES (Quito-Perú); Presidente Colegiado NACIONES UNIDAS DE
LAS LETRAS-SEMILLAS DE JUVENTUD Siglo XXI (Bogotá-Colombia); Vicepresidente
Editorial COMITÉ MAGAZIN VIRTUALARISTOS INTERNACIONAL (Alicante);
Miembro de Honor FUNDACION CÉSAR E. SERRANO (Madrid) y del CERCLE UNIVERSAL AMBASSADEURS PAIX
(Ambilly, France/Suisse). Nota: CVyL ampliado (V. REMES, Madrid-España).También
nos deja un relato para que disfruten.
E Mail: adrianesc@hotmail.com
EL DÍA QUE
NO AMANECIÓ.
A Edgardo A. Pesante. In memoriam (16-01-32/22-03-88).
El
cielo estaba como enrejado, como oscuramente abovedado. Estaba en vilo.
Esperando el cumplimiento de la maldita profecía aramea introducida en la
cultura tolteca. Según ella, los signos emanados de La Estrella de la Mañana , aseguraban que el
tiempo se había cumplido. Decían que vendría pronto la insidiosa Oscuridad y
que el Día no volvería a amanecer. O el final de las texturadas alboradas
volcánicas. Aspiró entonces como un animal en celo el frescor nocturno,
hilvanado en las, hasta ese instante y sólo por una brevedad casual, verdes
praderas de hombres altos, magos, hechiceras, elfos, enanos, hobbits, orcos,
unicornios, bestias indómitas, reptiles y saurios aterradores. Pero nada sabía
de la existencia de El Revelador. Y Tolkien vagaría aún y por más de 150
millones de años, como un espíritu desconocido para su estrenada conciencia
vital. Y si todo sucedía como estaba previsto, ¿dónde prendería y apagaría el
esplendor de su fuego primordial?
Se
había quedado quieto ante aquel lúgubre presagio que hacía tronar su doble fila
de dientes y colmillos con un lacónico rumrum, mezcla de ansiedad y presentido
estupor agónico. Y un llanto como de cenizas recién inauguradas, pareció
enrojecer aún más su mirada ayer altiva y ahora rotundamente cabizbaja… El sol
no se anunciaba. Tampoco el fulgor de algún extremo racimo de relámpago. La
quietud de esa tarde noche, ausente del chillido de los pájaros sobrevolando el
valle de la Gran Montaña ,
era un signo que jamás hubiera deseado escuchar. Quizás porque aquel velamen de
pequeñas criaturas, era como una ronda diaria que anunciaba el comienzo y el
final de cada jornada. Al igual que el enjambre de peces que, día tras día,
hacían funcionar y desde un hábitat acuoso virginal -al compás de los vientos
serranos-, el luminoso reloj de la existencia escondida en una miríada de
especies latiendo, tic tac, desde el fondo verdiazul de los lagos y de las
crestas porosas de las lomadas de la comarca terrenal…
Y
tardaba. Alguien, alguna vez, lo había anticipado. Anticipado que, El
Vigilante, ya no tendría que tutelar a nadie más en la planetaria redondez de
aquel cielo duramente encapotado. Un cielo abroquelado en cada una de sus
moléculas, negando al Sol la complaciente alborada con la que, el cuchillo de
luces perfiladas daba calor y vida a su primigenio mundo. ¿Salvaje? (…) De
pronto, un detalle en el que extrañamente no había percatado, le hizo pensar
que la Oscuridad
había llegado. Ya. Ya. Y alzó vuelo. Fue como unos cincuenta formidables metros
aquel desperezo de lagarto alado. Sólo unos kilómetros a la redonda y todo se
confirmaba. Las fogatas en aldeas humanas e inhumanas, no aparecían por ningún
rescoldo traspasado por su proverbial visión de ave prehistórica de caza. Sin
embargo, El Vigilante, no se dio por vencido. Y atravesó como un rayo toda la
superficie de su mundo cruelmente amenazado y rumbo a la extinción total.
La
completa ausencia de luz solar había comenzado un proceso de descomposición
orgánica y mineral, y el panorama en extensas áreas del planeta ya no era ni
verde, ni marrón ni azul. Su aguda facultad visual y poderosa audición, fueron
más que suficientes para describir, con extrema certeza, las condiciones
alarmantes y sobrecogedoras con que la realidad visible e invisible del planeta
se manifestaba… El color ocre comenzaba a dominar la escena y pintaba con una
cándida pero lóbrega matiz mortuoria, hasta el más mínimo rescoldo de nichos de
pichones hambrientos, de frondas y vegetales sedientos, y oasis de tierras
fértiles disipadas áridamente en una nube rumorosa de polvo volátil y rocas
desgranadas… Corrido el telón de lo inexorable, los ríos mostraban la barrosa
sequedad de sus lechos anémicos. Y los mares y océanos, y los gélidos árticos
comenzaban, desde una profundidad abismal, la vaporosa e imparable difuminación
hacia lo Alto, mixturando sus aguas salobres con la opacidad creciente del
cielo encadenado, abroquelado y renegrido, pero sin señales de tormenta alguna.
Y tal condición crepuscular, inaudita y extraña, podía observarse como un
fenómeno que había anulado finalmente hasta la espléndida belleza de las
auroras boreales.
Con
la desazón cargada sobre el ancho cuerpo, y el corazón protoplasmático de
sangre fría latiendo de furia en su interior, con ondas asistemáticas y espumosas
al borde de un estrepitoso infarto, El Vigilante regresó a la cima de la Gran Montaña. Afirmó
con fuerza sus garras ciclópeas. Estaba solo…Alisó los dientes e hizo crujir
los cónicos colmillos, agitó las alas laterales y estremeció su impenetrable piel
gruesa y rugosa. Estaba solo. Solo. Era un Rey al que nadie podía ni deseaba
destronar. Hinchó el hocico y abanicó sus cuernos y alas punzantes como las de
un pterodáctilo. Solo. Completamente solo. Ni siquiera la corta visita a los
huesos de sus antepasados, lo había consolado. Y peor todavía cuando se dio
cuenta de que, su estirpe real, no tendría heredero alguno. Y si el mundo
volviera a recobrarse millones de años después, su estampa única sería tal vez,
o confundida con sus no muy lejanos primos, los saurópsidos dinosaurios, o
tenida por una creación imaginaria de fantásticos narradores de cuentos para
jóvenes y niños…
Pero
antes de que viniera la
Oscuridad y su agobiante silencio de muerte, tuvo tiempo para
prepararse como el Insigne Caballero Alado que había sido, hasta ese desdichado
destino de su sentenciado, egregio mundo material. Así, con elegante presteza,
alzó el cuerpo de rasgos serpentinos elevando sus dos saúricas patas
delanteras, y, acollarando el cuerpo junto a las traseras cuánto pudo, desplegó
en tenaza sus curvas y filosas garras para otear, por última vez, el horizonte
oculto por la celestial bóveda ominosa; y despidió, con hidalgo furor, una
gruesa bocanada de fuego, girando sobre sí como las agujas de un reloj
desconocido… Luego, enjuagó su lengua con saliva agria y lechosa, recogió su
gigantesca cola de aletas escamadas con motas de color metálico y
polimorfético, y cerró los ojos hinchados por un llanto demorado de siglos... Y
si nada podía hacer por ese mundo agonizante, también su hora había llegado.
Solo. Un brutal estremecimiento de su
nervada masa muscular, hizo temblar a la Gran Montaña y su
cadena de eslabones. Al cabo, y a gatas, como un pequeño pichón de tigre,
Quatzalcoatl, el último, inteligente, bondadoso, sabio y bellísimo Dragón
Dorado sobre la tierra, apagó el brillo de sus metálicas escamas y exhaló un
último suspiro, y, con él, las fuerzas supremas que lo animaran…
Al
instante, la Oscuridad
llegó, como estaba escrito desde el Primer Principio, para hacerlo presa y
sepultarlo finalmente junto a los suyos, cuando la Gran Montaña y la Sagrada Caverna
donde habitara, en la cúspide soberana de un risco inaccesible, se desplomaran
estrepitosamente sin más y sobre sí mismas,
en un tronar espantoso que nadie llegó a escuchar tras el segundo e
histórico Apocalipsis evolutivo que, Alguien, había desatado ahora con la
fuerza de un enorme, brutal meteorito que golpeó a La Tierra , originando el nuevo
supercontinente Gondwana –sobre los restos geológicos de Rodinia, Pannotia y
Pangea- descentrándola de su eje rotatorio y revirando a todo el Orden
Existencial existente…
Concluía
el calendario Jurásico de la historia Mesozoica. Estratigrafía futura mediante.
Y ese Alguien comenzaría ahora a barajar y dar de nuevo, con las cartas de
eones, eras, períodos y épocas, un interminable juego de naipes astrales
llamado Solitario.-
La
locomotora hubiera querido llevarse algún alfajor (que son tan ricos) pero los
negocios estaban cerrados. Por lo que siguió su camino hasta llegar a la siguiente
parada para recibir a: JORGE EMILIO BOSSA. Nacido en Sastre (Sta.
Fe) en 1964 y reside en SAN FRANCISCO (Prov.
de CÓRDOBA.) desde 1992. Socio de S.A.D.E. Filial San Francisco e
integrante del Taller Literario “Letras y Sonidos”, con sede en el Museo de la Ciudad. Libros editados: 2014 - “Alas a la vida” Poesía y
Narrativa (En coautoría con su esposa Silvana María Mandrille). 2016 - “Romancero” Poesía. 2017 - “EnAmorArte”. Poesía (En
coautoría con su esposa Silvana María Mandrille). 2018 - “Trampa” Narrativa. 2019 - “Refugios” Poesía y Narrativa (En
coautoría con su esposa Silvana María Mandrille). 2020 - “Veinte poemas de HUMOR y una canción desesperada”. Poesía. Nos trae hoy sus poemas, plenos de
emocionalidad.
E Mail: cavernariojeb@hotmail.com
HABLA POR MÍ
A ti te lo pido, Amigo Poeta...
A ti, que sabes escuchar la voz de mis trinos
y puedes ver mis lágrimas
en las verdes hojas salpicadas de rocío.
A ti que sabes alzar la vista hasta la cima de mi copa
y puedes verla confundida con el cielo,
y percibes cuando el sol te espía entre mis ramas.
A ti te pido que hables por mí.
Cuéntale a los de tu especie sobre el daño que provocan
la tala indiscriminada y el desmonte irracional.
Diles que del orbe soy pulmón
y mi savia es la sangre de sus venas.
Te lo pido yo, El Árbol,
que fui tu cuna y seré tu féretro,
que soy esa mesa y esa silla
donde te sientas a escribir tus versos.
Háblale a quienes no saben leer mi silencio…
a veces verde, a veces ocre,
a veces, simplemente, un desnudo silencio.
Te lo pido a ti,
que tienes ante tus ojos parte de mí…
Una blanca hoja que espera el poema
que me hará sentir que no estoy tan indefenso.
Desenfunda tu pluma y así será
tan pacífico como yo tu requerimiento.
Espero tu alegato, Amigo Poeta…
Habla por mí.
Haz lo que yo en otoño,
y sobre ese papel inmaculado…
¡Deshójate en versos!
ESFÉRICA
DEIDAD
El verde firmamento vela la expectación.
Geométricas figuras dibujan las estrellas
y forman blancas líneas en toda su extensión,
al aguardo de aquella seductora doncella.
Cuando al fin aparece se enciende la pasión.
Miles de corazones se rinden ante ella.
Es la luna de cuero quien, desde su invención,
en la historia del mundo ha dejado su huella.
Ella es diosa pagana, esférica deidad;
ese lindo juguete para el que no hay edad,
clase social ni idioma… Un inmenso crisol.
Y rueda, brinca, vuela…
Inspira a poetas
a escribir en el césped un pase, una gambeta
o aquella poesía más aclamada… El gol.
LÁGRIMAS
ROJAS
Rueda una roja lágrima
por tus abofeteadas mejillas,
las que quizás recibieron
más lágrimas que caricias.
Mana un sollozo nuevo y quiero secarlo,
aunque sea insuficiente mi pañuelo blanco.
Nace en lo más hondo de tus entrañas.
Tal vez sea la sangría
de una herida legendaria,
tan remota como la humanidad misma
quien se empeña en aguijonearla
con las espadas del odio
y la ambición desmesurada.
La cicatriz sigue abierta.
No hay galeno que logre curarla.
Pero yo, mi querido mundo,
a cada roja lágrima,
con mi quimérica pluma
y mi blanco pañuelo,
siempre estaré dispuesto
a enjugarla.
EL ÚLTIMO
POEMA
El poeta yace inerte, sentado
frente a su escritorio. Su cabeza, volteada hacia atrás, pende sobre el
respaldo de la silla. Su mirada extraviada, aún refleja destellos de tristeza.
La escena de la tragedia es un
rectángulo de papel, antes blanco inmaculado, ahora mancillado con unos dulces
versos de amor.
El poeta, esta vez, no pudo
idear un final feliz para su historia más romántica, la historia que lo tenía
como uno de sus protagonistas. La realidad pudo más que las mil fantasías que
vagaban por su mente…
Por ello tomó la amarga
decisión de apoyar la pluma en su sien, disparar el último poema y desangrarse
en tinta.
Y
en el mismo destino nos encontramos con la esposa de Jorge: SILVANA MARÍA MANDRILLE. Nacida en SAN FRANCISCO (Prov. de CORDOBA.),
donde reside actualmente. Es Profesora de Psicología y Ciencias de la Educación y socia de
S.A.D.E. Filial San Fco. Libros publicados: 2013 - “Mentes abiertas en espacios cerrados” Primer libro personal donde
relato vivencias como docente en contextos de encierro. 2014 - “Alas a la vida” (En coautoría con su esposo Jorge Emilio
Bossa) Poesía y narrativa. 2015 -
“Matices del camino” Narrativa. 2016 - “Poesía herida” Poesía. 2017 - “EnAmorArte” (En coautoría con su
esposo Jorge Emilio Bossa). Poesía. 2018
- “Poesía en tres tiempos” Poesía. 2019
- “Refugios” (En coautoría con su esposo Jorge Emilio Bossa). Poesía y
Narrativa. Acompaña hoy sus poemas y un breve relato … con inesperado final …
E
Mail: silvanamandrille@hotmail.com
TIEMPO
Quién pudiera detenerte
fastidioso patrón
de
nuestras vidas.
Incansable registro
de los soles y las lunas
en los ciclos de los sueños,
en las fases del olvido.
Pretender trascenderte,
una osadía
que nos lleva a la nada
sin retorno.
Qué los días suceden
a las noches,
qué no hay más que
relojes y
almanaques
es desidia y martirio
para el hombre.
Eludir los eternos segunderos,
rehuir de papeles numerados,
sincronizar con la locura
sería quizá la mejor suerte
de añadir a la existencia
un plus de gozo.
Negar que vinimos para irnos,
desacordarse
de nacer y de morir.
Perder la conciencia,
llenar
los sentidos,
sondear otro
reino
sin la dimensión
que
nos impone el tiempo.
POESÍA
EN TRES TIEMPOS
I
Sensación de rispidez.
Miradas esquivas
hieren el corazón desgarrado.
Perros hambrientos
engullen, por los huecos de sus ojos,
las entrañas del ser.
Los pájaros carroñeros en sus cuevas
esperan impacientes la muerte de la carne
para dar el zarpazo.
II
Defiendo mi territorio pequeño,
del tamaño de un puño,
húmedo de agua salada.
No tengo más
que la palabra afilada para atacar
y el argumento de un poema a mi favor
como última estrategia.
III
De no ser el ocaso
seduciría con la primavera
abrazada a mi cintura,
desafiando adoquines con los tacos.
En el caldero abrevaría a fuego lento
la pasión milenaria que entregué.
Traiciones del destino,
paradojas del tiempo,
debilidad del alma…
Justo en la esquina donde murió el deseo
nació el amor.
INSTINTO MATERNAL
El coche se desplazaba por la ruta
solitaria. Su único ocupante, un señor mayor, concentraba su atención en los
acordes de una pieza clásica que emitía la radio. Imprevistamente lo alertó una
figura femenina haciendo señales al costado del camino. Presto, el hombre,
aminoró la marcha deteniéndose junto a ella.
-¡Por favor ayúdeme! -susurró la
mujer entre lágrimas-. Tuve un accidente y mis hijos están atrapados en el
interior del automóvil. No puedo sacarlos. Usted tampoco podrá hacerlo. Vaya
hasta el próximo pueblo y pida auxilio, qué vengan pronto por mis hijos -rogó
la madre casi sin aliento-
El viajero desesperado recorrió
veinte kilómetros y llegó al poblado más cercano. Dio aviso a la policía y a
los bomberos, quienes acudieron rápidamente al lugar del siniestro, acompañados
por una ambulancia.
El mensajero permaneció a la vera de
la senda para no interferir la labor de los profesionales. Luego de una larga y
ardua hora de trabajo, el jefe de policía se le acercó y le preguntó:
-¿Usted vio cómo
sucedió el accidente?
- No señor, yo
solamente hablé con la madre de los niños.
- ¿La madre?
¡Imposible! El médico ya ha constatado su deceso. En uno de los vuelcos se
desnucó. La muerte fue instantánea.
Y es todo por
hoy. La maquinista seguirá recluida en su hogar mientras aguarda vuestros
trabajos más una minibiografía(o actualización de la misma). Gracias a quienes
ya han enviado sus poemas y cuentos, serán publicados en próximas revistas. Los
recibo en:
letrasenelanden@gmail.com
Un abrazo y
¡¡nos vemos!!
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