Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 158


QUERIDOS PASAJEROS:



Las veredas bullen de sombras doradas, rojizas y ocres, leves y frágiles. El viento las hace danzar bajo el tibio sol. El otoño se muestra en plenitud por estos Sures. Un toque fugaz de alegría para paliar tanta tristeza … tanto dolor … tanta pena por las vidas perdidas en estos meses. Sin embargo no bajemos los brazos y ni perdamos la esperanza. Aprovechemos estos tiempos difíciles para recuperar los valores y el tiempo perdido por el tráfago diario de un mundo que parece correr a mayor velocidad cada día.

Y de forma virtual (y con reglamentario barbijo) el trencito emprende un nuevo viaje.



Nuestra primera pasajera es nueva en estas lides: SUSANA ANGÉLICA ORDEN. Nacida en la ciudad de Bs. As, donde reside.  Poeta. Cuentista. Profesora de Filosofía e Historia. Docente y directora de escuela.  Ganadora de 120 premios literarios,  Colaboradora de la revista Logos de Lisboa, Portugal, La Sirena Varada de Méjico y Crepúsculo de Buenos Aires. Columnista de la revista Alas del Alma de Bs. As. Conductora por cuarto año consecutivo del Programa radial cultural Palabras y Salud en www.radiobar.rocks.  Autora del libro de cuentos: En la orilla del misterio.  Presidente de la Fundación Cultural A. Castex. Siglo XXI. Miembro del Rincón Lírico del Café Tortoni. Jurado en certámenes literarios. Embajadora de la Palabra de la Fundación César Égido Serrano.(España)  Vicepresidente de la UHE Unión Hispanomundial de Escritores./Argentina/ Filial CABA . Miembro de la Organización Mundial de Trovadores (OMT). Organizadora de muestras de poema ilustrado. Hoy nos trae un cuento para que disfruten.

E Mail: saorden@hotmail.com





BOCA DE LOBO



Una vez me puse a pensar sobre el trayecto que recorrían las cosas  dentro de  mi automóvil. Primero las ponía en una bolsa, sobre la guantera, luego ellas, en alguna frenada o de alguna forma que yo no terminaba de comprender, se deslizaban hacia el asiento delantero. Finalmente, como me molestaban para conducir, las ubicaba en la parte trasera y ahí  se  acumulaban.

Se iban juntando y luego adquirían una forma y tamaño que se volvían para mí, inabordables.

La primera vez que comencé a percibir la gravedad del problema, fue cuando mi prima  Ligia me prestó un libro, lo puse en la parte trasera y al poco tiempo yo ya desconocía su ubicación exacta. Luego fueron unos discos compactos, que tampoco pude encontrar.

Cuando busqué un cuaderno de notas que necesitaba y no lo hallé, primero pensé que no había buscado bien y luego que se me habría caído fuera del auto, inadvertidamente.

Pero a medida  que pasaba el tiempo, fui extraviando otros  objetos que ponía allí.

Cuando Ligia llamó “boca de lobo” a mi auto y agregó que “devoraba” los objetos, empecé a  prestar mayor atención  al asunto.

Un día cobré valor y, durante tres larguísimas horas, saqué todo lo que había en mi auto, para lavarlo y a la vez, resolver el misterio.  Ninguna de las cosas extraviadas apareció, en verdad.

Algo preocupado, decidí hacer un experimento y una tarde dejé intencionalmente, un pequeño trompo rojo en el asiento trasero, justo al lado de la ventanilla.

Al día siguiente, al salir para el trabajo,  eché un vistazo y solo hallé el asiento vacío. Me tomé un tiempo para analizar el asunto, pero no obtuve resultado alguno. A los tres días encontré el trompo en el piso del coche, cubierto de una sustancia gelatinosa.

Una noche, meses después,  estaba soñando tranquilamente  cuando algo indefinible me despertó.  Descubrí entonces, una luz en el garaje,  que hizo que me levantara tiritando y  que abriera la puerta del mismo.

Para mi sorpresa, hallé una mujer alta y rubia junto al auto, la cual me miró como si me conociese, sonrió  y luego entró, tranquilamente, en mi casa,  se sentó en mi sillón favorito  y para mi sorpresa, abrió un libro y comenzó a leer en voz alta, un cuento que yo había escuchado alguna vez y que trataba sobre un joven que tenía un automóvil, en cuyo interior desaparecían las cosas.

Luego se levantó y se dirigió hacia el garaje. Yo, por mi parte, salí detrás suyo  y  justo en el momento en que ella encendía el motor de mi auto, entré y me deslicé hacia el asiento trasero donde, simplemente…desaparecí.



Dejamos atrás el Obelisco y la siguiente parada fue para recibir a otro pasajero frecuente: ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO GONZÁLEZ. Nació en la ciudad de SANTA FE, donde reside. CPN y MDE (CT). Ex Docente UNL/UCSF. Cultiva narrativa, ensayo y crónica; prologuista, conferencista, jurado y crítico literario. En Narrativa: 4 Libros de cuentos F. gráfico: Los Últimos Días y O.C. (Santa Fe-Argentina), 1977; Breve Sinfonía y O.C. (Santa Fe-Argentina, 1990; Doctor de Mundos (C.A.B.A.-Argentina), 2000; y El Emperador ha muerto y O.C. (C.A.B.A. Argentina), 2018; 3 Libros de cuentos F. e-book: Los Últimos Días y Otros Cuentos  (Bogotá, Colombia), 2018; Nostalgias del Futuro (Alicante, España), 2019 y Breve Sinfonía y Otros Cuentos (en proceso de edición Colombia, 2020); 5 Breviarios Literarios éditos/inéditos;  8 Libros Narrativa inéditos; 7 Libros de Pensamientos y Reflexiones (2015/2020)  y 5 Libros Narrativa en desarrollo. Instituciones: Miembro de Honor  de los CIRCULOS INT. NARRADORES Y POETAS MERCOSUR - Rosario, Argentina y Gualeguaychú, Argentina; WWPO-Rosario, Argentina; CLUB DE POETAS LATINOAMÉRICA (G. Baigorria-Argentina); ASOLAPO-Filial CABA, Argentina; RED MUNDIAL ESCRITORES EN ESPAÑOL (Madrid-España); MUNDO CULTURAL HISPANO (Alicante-España) y UNIÓN HISPANOMUNDIAL ESCRITORES (Quito-Perú); Presidente Colegiado NACIONES UNIDAS DE LAS LETRAS-SEMILLAS DE JUVENTUD Siglo XXI (Bogotá-Colombia); Vicepresidente Editorial COMITÉ MAGAZIN VIRTUALARISTOS INTERNACIONAL (Alicante); Miembro de Honor FUNDACION CÉSAR E. SERRANO (Madrid) y del CERCLE UNIVERSAL AMBASSADEURS PAIX (Ambilly, France/Suisse). Nota: CVyL  ampliado (V. REMES, Madrid-España).También nos deja un relato para que disfruten. 




EL DÍA QUE NO AMANECIÓ.

A Edgardo A. Pesante. In memoriam (16-01-32/22-03-88).



El cielo estaba como enrejado, como oscuramente abovedado. Estaba en vilo. Esperando el cumplimiento de la maldita profecía aramea introducida en la cultura tolteca. Según ella, los signos emanados de La Estrella de la Mañana, aseguraban que el tiempo se había cumplido. Decían que vendría pronto la insidiosa Oscuridad y que el Día no volvería a amanecer. O el final de las texturadas alboradas volcánicas. Aspiró entonces como un animal en celo el frescor nocturno, hilvanado en las, hasta ese instante y sólo por una brevedad casual, verdes praderas de hombres altos, magos, hechiceras, elfos, enanos, hobbits, orcos, unicornios, bestias indómitas, reptiles y saurios aterradores. Pero nada sabía de la existencia de El Revelador. Y Tolkien vagaría aún y por más de 150 millones de años, como un espíritu desconocido para su estrenada conciencia vital. Y si todo sucedía como estaba previsto, ¿dónde prendería y apagaría el esplendor de su fuego primordial? 


Se había quedado quieto ante aquel lúgubre presagio que hacía tronar su doble fila de dientes y colmillos con un lacónico rumrum, mezcla de ansiedad y presentido estupor agónico. Y un llanto como de cenizas recién inauguradas, pareció enrojecer aún más su mirada ayer altiva y ahora rotundamente cabizbaja… El sol no se anunciaba. Tampoco el fulgor de algún extremo racimo de relámpago. La quietud de esa tarde noche, ausente del chillido de los pájaros sobrevolando el valle de la Gran Montaña, era un signo que jamás hubiera deseado escuchar. Quizás porque aquel velamen de pequeñas criaturas, era como una ronda diaria que anunciaba el comienzo y el final de cada jornada. Al igual que el enjambre de peces que, día tras día, hacían funcionar y desde un hábitat acuoso virginal -al compás de los vientos serranos-, el luminoso reloj de la existencia escondida en una miríada de especies latiendo, tic tac, desde el fondo verdiazul de los lagos y de las crestas porosas de las lomadas de la comarca terrenal… 


Y tardaba. Alguien, alguna vez, lo había anticipado. Anticipado que, El Vigilante, ya no tendría que tutelar a nadie más en la planetaria redondez de aquel cielo duramente encapotado. Un cielo abroquelado en cada una de sus moléculas, negando al Sol la complaciente alborada con la que, el cuchillo de luces perfiladas daba calor y vida a su primigenio mundo. ¿Salvaje? (…) De pronto, un detalle en el que extrañamente no había percatado, le hizo pensar que la Oscuridad había llegado. Ya. Ya. Y alzó vuelo. Fue como unos cincuenta formidables metros aquel desperezo de lagarto alado. Sólo unos kilómetros a la redonda y todo se confirmaba. Las fogatas en aldeas humanas e inhumanas, no aparecían por ningún rescoldo traspasado por su proverbial visión de ave prehistórica de caza. Sin embargo, El Vigilante, no se dio por vencido. Y atravesó como un rayo toda la superficie de su mundo cruelmente amenazado y rumbo a la extinción total.



La completa ausencia de luz solar había comenzado un proceso de descomposición orgánica y mineral, y el panorama en extensas áreas del planeta ya no era ni verde, ni marrón ni azul. Su aguda facultad visual y poderosa audición, fueron más que suficientes para describir, con extrema certeza, las condiciones alarmantes y sobrecogedoras con que la realidad visible e invisible del planeta se manifestaba… El color ocre comenzaba a dominar la escena y pintaba con una cándida pero lóbrega matiz mortuoria, hasta el más mínimo rescoldo de nichos de pichones hambrientos, de frondas y vegetales sedientos, y oasis de tierras fértiles disipadas áridamente en una nube rumorosa de polvo volátil y rocas desgranadas… Corrido el telón de lo inexorable, los ríos mostraban la barrosa sequedad de sus lechos anémicos. Y los mares y océanos, y los gélidos árticos comenzaban, desde una profundidad abismal, la vaporosa e imparable difuminación hacia lo Alto, mixturando sus aguas salobres con la opacidad creciente del cielo encadenado, abroquelado y renegrido, pero sin señales de tormenta alguna. Y tal condición crepuscular, inaudita y extraña, podía observarse como un fenómeno que había anulado finalmente hasta la espléndida belleza de las auroras boreales.



Con la desazón cargada sobre el ancho cuerpo, y el corazón protoplasmático de sangre fría latiendo de furia en su interior, con ondas asistemáticas y espumosas al borde de un estrepitoso infarto, El Vigilante regresó a la cima de la Gran Montaña. Afirmó con fuerza sus garras ciclópeas. Estaba solo…Alisó los dientes e hizo crujir los cónicos colmillos, agitó las alas laterales y estremeció su impenetrable piel gruesa y rugosa. Estaba solo. Solo. Era un Rey al que nadie podía ni deseaba destronar. Hinchó el hocico y abanicó sus cuernos y alas punzantes como las de un pterodáctilo. Solo. Completamente solo. Ni siquiera la corta visita a los huesos de sus antepasados, lo había consolado. Y peor todavía cuando se dio cuenta de que, su estirpe real, no tendría heredero alguno. Y si el mundo volviera a recobrarse millones de años después, su estampa única sería tal vez, o confundida con sus no muy lejanos primos, los saurópsidos dinosaurios, o tenida por una creación imaginaria de fantásticos narradores de cuentos para jóvenes y niños…



Pero antes de que viniera la Oscuridad y su agobiante silencio de muerte, tuvo tiempo para prepararse como el Insigne Caballero Alado que había sido, hasta ese desdichado destino de su sentenciado, egregio mundo material. Así, con elegante presteza, alzó el cuerpo de rasgos serpentinos elevando sus dos saúricas patas delanteras, y, acollarando el cuerpo junto a las traseras cuánto pudo, desplegó en tenaza sus curvas y filosas garras para otear, por última vez, el horizonte oculto por la celestial bóveda ominosa; y despidió, con hidalgo furor, una gruesa bocanada de fuego, girando sobre sí como las agujas de un reloj desconocido… Luego, enjuagó su lengua con saliva agria y lechosa, recogió su gigantesca cola de aletas escamadas con motas de color metálico y polimorfético, y cerró los ojos hinchados por un llanto demorado de siglos... Y si nada podía hacer por ese mundo agonizante, también su hora había llegado. Solo. Un brutal estremecimiento  de su nervada masa muscular, hizo temblar a la Gran Montaña y su cadena de eslabones. Al cabo, y a gatas, como un pequeño pichón de tigre, Quatzalcoatl, el último, inteligente, bondadoso, sabio y bellísimo Dragón Dorado sobre la tierra, apagó el brillo de sus metálicas escamas y exhaló un último suspiro, y, con él, las fuerzas supremas que lo animaran…



Al instante, la Oscuridad llegó, como estaba escrito desde el Primer Principio, para hacerlo presa y sepultarlo finalmente junto a los suyos, cuando la Gran Montaña y la Sagrada Caverna donde habitara, en la cúspide soberana de un risco inaccesible, se desplomaran estrepitosamente sin más y sobre sí mismas,  en un tronar espantoso que nadie llegó a escuchar tras el segundo e histórico Apocalipsis evolutivo que, Alguien, había desatado ahora con la fuerza de un enorme, brutal meteorito que golpeó a La Tierra, originando el nuevo supercontinente Gondwana –sobre los restos geológicos de Rodinia, Pannotia y Pangea- descentrándola de su eje rotatorio y revirando a todo el Orden Existencial existente…



Concluía el calendario Jurásico de la historia Mesozoica. Estratigrafía futura mediante. Y ese Alguien comenzaría ahora a barajar y dar de nuevo, con las cartas de eones, eras, períodos y épocas, un interminable juego de naipes astrales llamado Solitario.-



La locomotora hubiera querido llevarse algún alfajor (que son tan ricos) pero los negocios estaban cerrados. Por lo que siguió su camino hasta llegar a la siguiente parada para recibir a: JORGE EMILIO BOSSA. Nacido en Sastre (Sta. Fe) en 1964 y reside en SAN FRANCISCO (Prov. de CÓRDOBA.) desde 1992. Socio de S.A.D.E. Filial San Francisco e integrante del Taller Literario “Letras y Sonidos”, con sede en el Museo de la Ciudad. Libros editados: 2014 - “Alas a la vida” Poesía y Narrativa (En coautoría con su esposa Silvana María Mandrille). 2016 - “Romancero” Poesía. 2017 - “EnAmorArte”. Poesía (En coautoría con su esposa Silvana María Mandrille). 2018 - “Trampa”  Narrativa. 2019 - “Refugios” Poesía y Narrativa (En coautoría con su esposa Silvana María Mandrille). 2020 - “Veinte poemas de HUMOR y una canción desesperada”.  Poesía. Nos trae hoy sus poemas, plenos de emocionalidad. 

E Mail: cavernariojeb@hotmail.com



HABLA POR MÍ



A ti te lo pido, Amigo Poeta...

A ti, que sabes escuchar la voz de mis trinos

y puedes ver mis lágrimas

en las verdes hojas salpicadas de rocío.

A ti que sabes alzar la vista hasta la cima de mi copa

y puedes verla confundida con el cielo,

y percibes cuando el sol te espía entre mis ramas.

A ti te pido que hables por mí.



Cuéntale a los de tu especie sobre el daño que provocan

la tala indiscriminada y el desmonte irracional.

Diles que del orbe soy pulmón

y mi savia es la sangre de sus venas.



Te lo pido yo, El Árbol,

que fui tu cuna y seré tu féretro,

que soy esa mesa y esa silla

donde te sientas a escribir tus versos.

Háblale a quienes no saben leer mi silencio…

a veces verde, a veces ocre,

a veces, simplemente, un desnudo silencio.



Te lo pido a ti,

que tienes ante tus ojos parte de mí…

Una blanca hoja que espera el poema

que me hará sentir que no estoy tan indefenso.

Desenfunda tu pluma y así será

tan pacífico como yo tu requerimiento.



Espero tu alegato, Amigo Poeta…

Habla por mí.

Haz lo que yo en otoño,

y sobre ese papel inmaculado…

¡Deshójate en versos!





ESFÉRICA DEIDAD



El verde firmamento vela la expectación.

Geométricas figuras dibujan las estrellas

y forman blancas líneas en toda su extensión,

al aguardo de aquella seductora doncella.



Cuando al fin aparece se enciende la pasión.

Miles de corazones se rinden ante ella.

Es la luna de cuero quien, desde su invención,

en la historia del mundo ha dejado su huella.



Ella es diosa pagana, esférica deidad;

ese lindo juguete para el que no hay edad,

clase social ni idioma… Un inmenso crisol.



Y rueda, brinca, vuela… Inspira a poetas

a escribir en el césped un pase, una gambeta

o aquella poesía más aclamada… El gol.





LÁGRIMAS ROJAS



Rueda una roja lágrima

por tus abofeteadas mejillas,

las que quizás recibieron

más lágrimas que caricias.

Mana un sollozo nuevo y quiero secarlo,

aunque sea insuficiente mi pañuelo blanco.



Nace en lo más hondo de tus entrañas.

Tal vez sea la sangría

de una herida legendaria,

tan remota como la humanidad misma

quien se empeña en aguijonearla

con las espadas del odio

y la ambición desmesurada.



La cicatriz sigue abierta.

No hay galeno que logre curarla.

Pero yo, mi querido mundo,

a cada roja lágrima,

con mi quimérica pluma

y mi blanco pañuelo,

siempre estaré dispuesto

a enjugarla.





EL ÚLTIMO POEMA



El poeta yace inerte, sentado frente a su escritorio. Su cabeza, volteada hacia atrás, pende sobre el respaldo de la silla. Su mirada extraviada, aún refleja destellos de tristeza.

La escena de la tragedia es un rectángulo de papel, antes blanco inmaculado, ahora mancillado con unos dulces versos de amor.

El poeta, esta vez, no pudo idear un final feliz para su historia más romántica, la historia que lo tenía como uno de sus protagonistas. La realidad pudo más que las mil fantasías que vagaban por su mente…

Por ello tomó la amarga decisión de apoyar la pluma en su sien, disparar el último poema y desangrarse en tinta.





Y en el mismo destino nos encontramos con la esposa de Jorge: SILVANA MARÍA MANDRILLE. Nacida en SAN FRANCISCO (Prov. de CORDOBA.), donde reside actualmente. Es Profesora de Psicología y Ciencias de la Educación y socia de S.A.D.E. Filial San Fco. Libros publicados: 2013 - “Mentes abiertas en espacios cerrados” Primer libro personal donde relato vivencias como docente en contextos de encierro. 2014 - “Alas a la vida” (En coautoría con su esposo Jorge Emilio Bossa) Poesía y narrativa. 2015 - “Matices del camino”  Narrativa. 2016 - “Poesía herida” Poesía. 2017 - “EnAmorArte” (En coautoría con su esposo Jorge Emilio Bossa). Poesía. 2018 - “Poesía en tres tiempos” Poesía. 2019 - “Refugios” (En coautoría con su esposo Jorge Emilio Bossa). Poesía y Narrativa. Acompaña hoy sus poemas y un breve relato … con inesperado final … 

E Mail: silvanamandrille@hotmail.com



TIEMPO



Quién pudiera detenerte

fastidioso patrón

                        de nuestras vidas.

Incansable registro

de los soles y las lunas

                        en los ciclos de los sueños,

                                    en las fases del olvido.



Pretender trascenderte, 

                                    una osadía

que nos lleva a la nada

                               sin retorno.

Qué los días suceden

                               a las noches,

qué no hay más que

                               relojes y almanaques

es desidia y martirio

                               para el hombre.



Eludir los eternos segunderos,

                                    rehuir de papeles numerados,

                                                  sincronizar con la locura

sería quizá la mejor suerte

de añadir a la existencia

                                 un plus de gozo.



Negar que vinimos para irnos,

                                    desacordarse de nacer y de morir.



Perder la conciencia,

                        llenar los sentidos,

                               sondear otro reino

sin la dimensión

                        que nos impone el tiempo.





POESÍA EN TRES TIEMPOS



                        I



Sensación de rispidez.

Miradas esquivas

hieren el corazón desgarrado.

Perros hambrientos

engullen, por los huecos de sus ojos,

las entrañas del ser.

Los pájaros carroñeros en sus cuevas

esperan impacientes la muerte de la carne

para dar el zarpazo.



                        II



Defiendo mi territorio pequeño,

del tamaño de un puño,

húmedo de agua salada.

No tengo más

que la palabra afilada para atacar

y el argumento de un poema a mi favor

como última estrategia.



                        III



De no ser el ocaso

seduciría con la primavera

abrazada a mi cintura,

desafiando adoquines con los tacos.

En el caldero abrevaría a fuego lento

la pasión milenaria que entregué.

Traiciones del destino,

paradojas del tiempo,

debilidad del alma…

Justo en la esquina donde murió el deseo

nació el amor.





INSTINTO MATERNAL



            El coche se desplazaba por la ruta solitaria. Su único ocupante, un señor mayor, concentraba su atención en los acordes de una pieza clásica que emitía la radio. Imprevistamente lo alertó una figura femenina haciendo señales al costado del camino. Presto, el hombre, aminoró la marcha deteniéndose junto a ella.

            -¡Por favor ayúdeme! -susurró la mujer entre lágrimas-. Tuve un accidente y mis hijos están atrapados en el interior del automóvil. No puedo sacarlos. Usted tampoco podrá hacerlo. Vaya hasta el próximo pueblo y pida auxilio, qué vengan pronto por mis hijos -rogó la madre casi sin aliento-

            El viajero desesperado recorrió veinte kilómetros y llegó al poblado más cercano. Dio aviso a la policía y a los bomberos, quienes acudieron rápidamente al lugar del siniestro, acompañados por una ambulancia.

            El mensajero permaneció a la vera de la senda para no interferir la labor de los profesionales. Luego de una larga y ardua hora de trabajo, el jefe de policía se le acercó y le preguntó:

-¿Usted vio cómo sucedió el accidente?

- No señor, yo solamente hablé con la madre de los niños.

- ¿La madre? ¡Imposible! El médico ya ha constatado su deceso. En uno de los vuelcos se desnucó. La muerte fue instantánea.



Y es todo por hoy. La maquinista seguirá recluida en su hogar mientras aguarda vuestros trabajos más una minibiografía(o actualización de la misma). Gracias a quienes ya han enviado sus poemas y cuentos, serán publicados en próximas revistas. Los recibo en: letrasenelanden@gmail.com

Un abrazo y ¡¡nos vemos!!

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