Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 80

BIENVENIDOS AL TREN !!!!

Un nuevo abrazo cyberliterario nos convoca, para transitar las huellas de la poesía y la amistad. Y por esas dos razones la maquinista se fue a pasear a las Termas de Río Hondo, en la provincia de Santiago del Estero, para compartir unos días en el reencuentro de viejos amigos y en el encuentro de nuevos amigos. Para comprobar que el fuego de la palabra sigue encendido en muchos corazones y que las letras siguen alzando su potente voz.

El jefe de estación hizo sonar la campana ... la locomotora humeó ... ¡y allá partimos! Rumbo al sur, a este nuestro sur tan entrañable, pues íbamos a recoger al primer pasajero: MANUEL J. TORRES. Nació en Santa Ana (prov. de Córdoba) pero está radicado desde hace tiempo en 28 de NOVIEMBRE (prov. de SANTA CRUZ). Ha participado de numerosos encuentros de poetas, provinciales, nacionales y latinoamericanos. Libros de publicados: Inquietudes (1987), Palabras azules (1994) Desde tan lejos (2002) y Detrás de la piel (2011). De este último les dejo aquí sus poemas, de palabra clara y emotiva.


SUSURROS DE AGUA

Desde la falda de aquella montaña
baja un arroyito de cristalinas aguas.
Pasa por el patio por frente de casa
y trae en su paso murmullos del alba

Vaga por las noches, duerme en las mañanas
igual al bohemio que nunca descansa
regando la verde alfombra estrellada
arroyito mío, arroyo que cantas

Ojalá que nunca detengan tus aguas
vos besas la tierra,
mojas sus entrañas
y ella bebe el dulce sabor de tus aguas.

EL CIELO Y EL MAR

Esta el cielo metido en tus pupilas
y hay un mar distante que te alcanza
y la luna oculta en sus secretos
no aparece, la quiero y me hace falta.

Hermosa sorpresa aquella tarde
mujer dueña de toda la esperanza
de encontrar en tus ojos la respuesta
que convierte en poemas mis palabras.

Sin saber encontré la fantasía
en el mar y en el cielo que tu guardas
con respeto lo digo … amiga mía,
mi barca ha cruzado por tus aguas.


AQUEL DOMINGO

Aligeraba sus pasos
la tarde de aquel domingo
y los sauces se bañaban
en las orillas del río.

Tus caderas entre mis manos
como una gota de vino
para un bebedor sediento
que anduvo por mil caminos.

Casi te bebo de un sorbo,
pero no soy atrevido.
Era una postal pintada …
tu corazón con el mío

Y los ojos nos brillaban
entre besos y suspiros
aquella tarde de otoño
la tarde de aquel domingo.


AL SUR DEL SUR

Yo vivo en el sur del sur.
En 28 de Noviembre
donde un pincel magistral,
pintó lo que nadie tiene.

Yo vivo en el sur del sur
donde todo es diferente.
Las estaciones del año,
su color verde y agreste,
la distancia de la luna,
como el calor de su gente.

Yo vivo en el sur del sur.
Al pie de la cordillera
donde la flora y la fauna
obran vida en primavera,
con el despertar de un trino,
florece la mata negra.

Yo vivo en el sur del sur.
Más allá de lo infinito,
es la perla de Santa Cruz,
ese lugar que yo habito.


TIEMPO QUE FUE

En la salobre garganta
del mar que besa tu playa,
anclé el barco de la espera
que ha recorrido tus aguas.

Que ha bebido de tu aroma,
que sabe tu distancia.
Que vio explotar el volcán,
de tu cuerpo una mañana.

De nada vale el recuerdo,
la impotencia se hace larga.
Soy un barco a la deriva,
sobre un gran espejo de agua.


EL MINERO DE MI PUEBLO

Hombre adusto de mi pueblo
metido en el socavón
en las entrañas calientes
donde se gesta el carbón.

Busca el pan para sus hijos
Solo con su corazón.

Si no conocen su nombre
voy a pedirles un favor
llámenlo señor minero
porque esa es su profesión.

Allá por las galerías
adonde no existe el sol
anda la dama de negro
buscando su gran amor
para ella es una conquista
para él, para él es muerte y dolor.

Vos que apuestas a la vida
en las sombras bajo el sol
tenés la luz encendida
igual que tu convicción.
Que te llamen por tu nombre
porque esa es tu profesión.
                         De su libro “DETRÁS DE LA PIEL”


¡¡Ni les cuento el friazón que hacía!! El paisaje bello y los amigos magníficos... pero debíamos proseguir el viaje. Y como para cambiar de climas, al tranquito corto nos arrimamos a CORRIENTES, donde ascendería la siguiente pasajera: MARÍA ALICIA GÓMEZ. Ya nos ha acompañado en otros viajes pero les refresco sus datos. Nació y vive en la ciudad de GOYA (prov. de Corrientes). Es nieta del “Historiador de Corrientes” Dr. Hernán Félix Gómez y empleada judicial desde el año 1972, año en que comenzó su carrera televisiva y radial. Locutora Nacional, creadora y conductora del programa radial infantil “Chiquilladas” premio “Santa Clara de Asís” 1980 (L.T.7 “Radio Corrientes”). Presentadora de espectáculos literarios.  Integra la Comisión Directiva de SADE-Seccional Goya. 1974: como representante de CE-NA-RE-SO escribe y habla sobre el tema “Familia-juventud-drogadicción”. 1992: organiza las “Primeras Jornadas de Sexualidad y Drogadicción” en Goya (Ctes) que tuvo invitados a las autoridades del COPROTON (Ctes) y a la Sexóloga Dra. María Luis Lerer. 1998: Primer premio concurso poético sobre el Carnaval en Goya (Ctes); compone la letra del chamamé-canción “A Malvinas” que integra el libro “Malvinas los sueños estafados” del ex combatiente Ramón O Mendoza- Publicó  el Poemario: “Tus Lágrimas Me importan” -1999.- En el año 2004: Edit “De los 4 Vientos” Antología Nacional; “Diccionario de Escritores y Poetas Latinoamericanos-Publicaciones Altair-Bahia Blanca” 2006: Antología ECA (Córdoba  Argentina) 2007 Premio Jorge Luis Borges en Narrativa (Cuento Sapukay Yarará) edición de un libro de cuentos propios año 2007. –Compendio de cuentos de tinte social-  “Cuentos para despertar” (Buenos Aires-Argentina) con crítica de María Granata.- Asimismo: el poemario “Cien palabras de amor y un grito y “Mi abuelo Hernán” análisis intimista, e histórico político del historiador Dr. Hernán Félix Gómez. María Alicia nos deja un cuento, pleno de ternura y emoción, que retrata una triste realidad desde un mensaje de esperanza.
 E Mail:  maligobal@hotmail.com

INFANCIA

La lluvia calaba pertinaz, y amenazaba seguir -según juguetonas  tala lunas que adornaban el patio -unas más saltarinas que otras- cuando Elisa hurgó en sus nostalgias y recordó “aquella siesta” cuando atravesó la galería de la Casa del Niño donde vivía –antes de que llegara el padre Antonio—y metió “sus patitas” en el charco…

                                De niña, Elisa gustaba de jugar descalza. Le agradaba sentir que el agua  "se le trepaba" cuando apoyaba los piececitos, como buscando ser alzada. ¡Así solía hacer ella cuando pasaba Raquel, la única que por aquel entonces le había demostrado  cariño! Cuando llovía, en aquella casona  se pasaba "chapaleando" al patio general, y las marcas se notaban en cualquier calzado después... Los piececitos de Elisa, desnudos,  no las mostraban… Su humanidad entera tenía otras marcas, aunque la mayoría de ellas no se advertían a simple vista.

                                 Paja y barro haciendo de ladrillos desgastados, que se pegaban a una "pared" de tacuaras cruzadas dejando pasar frío y calor, un padre alcohólico -borracho de sociedad indiferente- y una madre que a duras penas se amañaba con los otros cuatro hermanitos, dejándola al cuidado de todos cuando debía salir a lavar ropa para arrimar monedas, sólo eso tuvo Elisa como infancia... ¡Y también  los juegos a la orilla del arroyo, próximo al basural! Entre sus "hermanitos-hijos" Juan, de apenas un año, era su preferido. Tiempo después, algún informe de la Asesoría de Menores dio por tierra con sus aventuras haciéndola tomar conciencia -repentinamente- de que también existían "otras casas" donde podía vivir. Eran las que respaldaba la iglesia, en las que todos eran  guiados en el trabajo y la disciplina. Y allá fue, llevada sin preguntas, y sin abrazos. Todavía recordaba el rostro seco de su madre con sus hermanitos "a upa"  y la mirada "blandengue" de su desaliñado padre  cuando la retiraron los del servicio social. ¡Para ellos significó una boca menos que engañar con el raído alimento de todos los días, mendrugos que a veces eran  "mojados" con algo de vino, para que las noches de hambre no se escucharan!.. Algo le dijo entonces que no debía llorar y se dejó llevar sin oponer resistencia. Lo que más sintió entonces fue el no haber podido avisar a Raquel...

                                     Raquel era una joven que accidentalmente vio pasar un día, cuando jugaba cerca del arroyo -al costado del rancho- por la ruta larga que conducía al puerto de su ciudad. Sus miradas se cruzaron y Elisa, con su sonrisita sin dientes delanteros, enmarcada por lacios y desgreñados cabellos rubios que más habrían parecido un ovillo mal desatado, levantó sus manitos diciéndole "chau seño" -como le habían enseñado en la escuela de la rivera-. Raquel le contestó "chau" y desde ese día todo se convirtió para las dos, en una linda y cariñosa aventura, que después se volvió futuro para la niña. Ella la veía pasar, y la esperaba todos los días. La muchacha siempre le dejaba algo. Primero fue una golosina, después una leche que, invariablemente, Elisa compartía trago a trago con sus hermanitos hasta verle el fondo al envase. Todos los días esa rutina, hasta que una vez Raquel vino en auto y la invitó a pasear, pidiéndole permiso a su padre, que a cambio de unas monedas les dio el sí. ¡Que bien olía Raquel! A Elisa ese olor se le metió en la memoria...

                                     Cuando regresaron del paseo, la niña -bien peinada y sin hambre, vestida  con camisita a cuadros y una pollerita "vaquero" -que luego desapareció del rancho-- era otra muchachita. Una roja "colita" ataba sus cabellos, despejando su carita.  Desde entonces tomaba impulso, todas las siestas, y se le trepaba a Raquel cuando ella  pasaba... Siempre lo mismo, hasta el día en que se la llevaron, por denuncia de una vecina que dijo en el juzgado que su papá "molestaba a la de 9, toqueteándola cuando  estaba borracho".

 A pesar de lo ocurrido, intensificando esfuerzos, Raquel pudo encontrarla. Ni bien supo que la niña fue trasladada se dispuso a buscarla. "La Casa del Niño" -el lugar  donde Elisa vivió desde que salió de su rancho hasta que la muchacha la encontró-  era grande. Antonio, un sacerdote viejito de azul y transparente mirada, cada domingo traía juguetes a los niños  y les contaba de la Mamá Virgen y del niñito Jesús. La tarde de sus recuerdos -cuando la puerta se abrió- a Elisa le costó creer lo que sus ojos vieron: ¡Al lado de Antonio estaba Raquel! Algo más delgada - quizás no era tan joven como ella había creído- la saludó desde la puerta y ella corrió para trepársele... La muchacha la sacó de allí una semana después... ¿Cómo lo habría conseguido? Lo cierto fue que ¡Otra vez le cambió la vida! El hecho de estar bien vestida, mejor peinada, sin hambre y con todos los controles de salud, hicieron posible que la sonrisa de aquella niña - con todos los dientes crecidos y sanos- denotara  la sonrisa de una niña cuidada. Y desde entonces, su vida tomó otro rumbo.

Con el tiempo, pudo saberlo todo. La muchacha había buscado juzgado por juzgado hasta encontrarla, y se anotó como madre sustituta primero, y como adoptante después. Con un cargo oficial, en la Defensoría del pueblo, pudo sortear los obstáculos que se le presentaron para que aún siendo soltera le entregaran a la niña, además su cuidada moral ayudó a esa decisión... Más tarde, en la "escuela del centro" fueron enseñando a Elisa muchas cosas; cosas y palabras nuevas que en cada tarde comentaba con una Raquel cada vez más blanca, como si la piel se le estuviera destiñendo. Aprendió que si quería “ser alguien” debía estudiar y procurar ser la mejor, y empeñándose lo hizo. Fue reemplazando el rostro seco de su madre y el aspecto blandengue de su padre, por la firmeza de su educación  y la mirada cariñosa de esa mujer. De su Raquel. Sus "hermanitos- hijos" habían quedado en el rancho aquél... ¡A ellos sí los extrañaba!  Y mucho. Sobre todo a "su" Juan.

¡A Elisa le había dolido tanto crecer! Cada día marcó en ella un gris de ausencia, aunque el cariño de su benefactora suavizaba en ocasiones aquel sordo dolor... Formalizada su "adopción plena", Raquel le dijo que debía seguir estudiando en la vecina ciudad y desde su partida, la estrecha comunicación que mantuvieron la ayudó a sostener lo que había sido su infancia sin abrazos, que se prolongó en una tímida y expectante juventud. Se convenció de continuar luchando por ser alguien, aunque supo que debía alejarse de todo lo que había hecho sufrir, o no lo conseguiría. Sus inmejorables notas le aseguraron becas, y éstas una educación privada y acelerada, algo que precisamente Raquel buscaba para ella, sin decirlo…Primero la sorprendió su primer título de “Trabajadora Social” luego el de Asistente y siguió por más... Hasta que un día su benefactora la llamó. Volver a encontrarse con su pasado era una idea que la desconcertaba... Pero no dudó. Y regresó al pueblo.

Ni bien entró a la casa advirtió que el tiempo realmente había pasado para Raquel... ¡Se la veía tan poco saludable! -- había estado enferma desde joven, aunque no lo demostrara jamás--. Sólo aquella mirada suya seguía siendo la misma. Y también su perfume... ¡El inconfundible olor que a Elisa  le dictaba la memoria cuando extrañaba su regazo! El  aroma de quien abonó su infancia desde que se encontraron... El olor de quien le hizo conocer que el  amor tiene muchas caras, pero que siempre tenía su base en el respeto mutuo.

                                  A los pocos días, en la notaría y frente al testamento, Elisa fue enterándose de más cosas, y se le atropellaron los recuerdos. En la administración en la que trabajara Raquel, desde hacía años y por expreso pedido suyo, tenían asignado un puesto para ella. Conduciría la Secretaría de la Niñez y Juventud –según le explicaron- el objetivo más fuerte de ese organismo era la lucha contra las adicciones, una fuente poderosa de destrucción que amenazaba hundirlos, desde que la explotación de la pobreza surgió en esa parte del continente. Tras un sufrimiento de años y varias puebladas silenciosas, la fuerza política hubo de convencerse: Era preciso reconstruir la sociedad y la familia. Y para ello no escatimarían esfuerzos aunque torcer el rumbo impuesto por una oficialidad ignorante del grito universal, todavía acarreara muchos padecimientos…

                               Elisa tendría a su cargo los controles de toda la minoridad de la ciudad... Aunque desde el dolor, supo que en sus propias manos estaba sanar las heridas de su infancia y contener a  quienes aún no habían podido hacer escuchar su voz... Y todo lo haría en memoria de Raquel. 

                              Un repentino pensamiento sacudió ese mágico momento de recuerdos… Le pareció escuchar la voz de Juan, su preferido entre los “hermanitos –hijos” de aquella infancia sórdida…Y sintió en la nariz el cosquilleo que siempre le producía su naricita, restregándose –mocosa y sucia -contra la suya. Entonces alzó una mano y “calmó el picor”, sonriéndole a su nostalgia…

                               Muy pronto el sol comenzó a abrigar sus pensamientos despejando la humedad, y después de un reconfortante café las ideas se le atropellaron en la mente…


Paseamos por la costanera del río, degustamos un rico dorado a la parrilla y ... nuevamente a seguir el camino. Nos aguardaba en CÓRDOBA un nuevo amigo: JUAN CARLOS AVIÑÓ. Nació en Paraná (prov. de Entre Ríos) y reside desde el año 2.006 en SALSIPUEDES (prov. de CÓRDOBA). Integra el Grupo Independiente de Artistas “XAmorArte” y el Caldero de Escritores y Poetas de Salsipuedes. Publicaciones: En la fragua (poemario) (2009) Mi lado izquierdo (poemario) (2010) La búsqueda (novela) (2011) Desde el fuego … (poemario) (2011). Asiduo participante de encuentros de escritores y poetas en distintos lugares del país, lleva consigo una propuesta de contenido reivindicativo de lo eminentemente humano. Les dejo aquí sus poemas, de acendrado lirismo y alto vuelo.
E Mail: ultimaguarida@gmail.com


FIN DE VERANO

Si espuma y lejanía
la volvieran aquí,
con sus huellas de sol sobre la arena,
intentando explorar,
                       atreverse …

Esta mañana,
                  su ausencia,
me ha dejado con vos y esta gaviota.


Tiempo y lugar de despedidas,
                                               mar:
perfectos para el llanto.

EN LA ESPERA

Soledad
de caricia postergada,
cuando la luz mostraba
                           sus pájaros finales.

Preso de la sangre,
dormía tu pincel entre los versos
por florecer paisaje
                        en blanco y negro.

Un duende amigo
te dio a beber el poema más tarde,
en la secreta copa
                         de la espera.


SERÁ EN VERANO …
                          A Horacio Goslino, poeta

En la ofensa del verde volverás
desde el alto almenar de los estruendos,
cuando el agua guerrera te descubra
en la savia dormida del invierno.

Vegetales torrentes cantarán
al pan nuevo que amase cada espiga,
y en el nombre de todos los augurios
tu vida parirá por la semilla.

Regresarás así, con tu estatura,
primer rayo de sol en la mirada,
un puñado de versos con el viento
y el regalo frutal en una rama.

Apasionada
                   tu voz
                              desde los pájaros,
celebrará el amor a la palabra.


CAUTIVO

Te celebro,
mujer de los inviernos,
pálida luz
que crece desde el frío.

Te siento
cada vez menos forma,
                                    más metáfora …
separada del tiempo,
                            en otro espacio.

Destinado a no ungir
las caricias de tu aliento,
voy tras su estela,
cautivo del poema.

LOS OJOS DE UN VIEJO
              (al inmigrante que todos llevamos puesto)

¿Por qué escribo estos versos? …
Verás,
este poema crece
en los ojos de un viejo que carga la nostalgia.

Cuando vela la noche
junto al vino que sangra
por el pan compartido cuando nada sobraba.
En la mirada intensa
que remonta sus venas,
con oscura memoria de una memoria clara.
Retazos de otro tiempo,
de una tierra lejana,
con tanto mar en medio para volver a casa …

Yo sé porqué preguntas:
llevamos esta herida
y no hay como nombrarla …
¡Es espesa la bruma cuando hay tanta distancia!

TRAGO IMPRESCINDIBLE

Esta noche,
tengo en la palma de las manos
                                urgencias de vos.

Hay en el aire
un gran silencio imprescindible …
el espacio preciso,
                       vacío,
                               perfecto,
donde mezclar recuerdos
y preparar el trago
que me devuelva tu presencia.

AGUACEROS

Un sueño de gaviotas
que remontan distancias.
Un tiempo de aguaceros
que lave las dos alas …

Una mirada clara,
la mano distraída …
                                   tal vez
la cómplice sonrisa imaginada.

Espera el signo tejido por la lluvia,
                             con un lejano jazz
                                                         y su paraguas.
                        de su poemario “DESDE EL FUEGO …”

Y ya que andábamos en provincia con aeropuerto internacional... ¡nos llegamos hasta Pajas Blancas!... y embarcados en el avión aterrizamos en ESPAÑA para recibir a nuestro último pasajero: SERGIO BORAO LLOP. Nacido en Mallén, Zaragoza (España) el 25 de diciembre de 1960. Reside en la ciudad de ZARAGOZA desde 1964. Ha desempeñado los oficios de impresor, encuadernador, entrenador de baloncesto y también colaborador en diferentes publicaciones de ámbito local y nacional, así como coordinador de contenidos en el portal de internet Aragonsport.es, hoy desaparecido. Fue finalista en los certámenes de Poesía y Relatos "Ciudad de Zaragoza 1990".Es miembro de Poetas del Mundo, de la Red de Escritores en Español (REMES) y de Los puños de la paloma. Colabora habitualmente en los boletines electrónicos Inventiva Social e Inventrén. Han aparecido textos suyos en las revistas Nitecuento, Imán, Alhucema y Rampa, así como en el libro Versos sin Bandera, antología hispano-colombiana. También en las revistas virtuales EOM, Elfos, Almiar (Margen Cero), Letralia, Gaceta literaria, Con voz propia, Narrativas, Oxigen, Literatuya, Cayo Mecenas, Artesanías literarias, NGC 3660, Caminos de Pakistán, Logogrifo, Isla negra y RAMPA. Sus trabajos aparecen en diferentes páginas web como la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Poesi.as, Arte poética (web de André Cruchaga), El cronista de la red, El Gato de Hank, Poetas del mundo, Palavreiros, Proyecto Patrimonio, Cisne Negro, La Biblioteca de Bizién, Círculo cultural de poetas latinos, Nausicaa, El viejo faro, El Guardavías, Vapores deliciosos, Poesía Salvaje y en algunas webs antibelicistas. Sus textos han sido leídos en varios programas radiofónicos. Durante unos años, en el weblog literario Al_Andar publicó textos de autores que han ejercido influencia en su aprendizaje, y de escritores contemporáneos, descubiertos mayoritariamente en la red, actividad que hubo de suspender por falta de tiempo. Nos deja sus poemas, testimonios de vida y de reflexión.
E Mail: sbllop@gmail.com

CAMINAMOS

Por las obtusas calles de lo cotidiano
caminamos.
Sin nadie a los costados,
con una incomprensible guía en el bolsillo
y una no menos incomprensible fe en nuestro itinerario.
Alrededor hay rostros que nos miran con desconfianza,
acaso horrorizados
o interrogantes,
o indignados,
o con fingido espanto santiguándose,
y en todo caso, ajenos, del otro lado de la vía.

Pero en cualquier esquina nos asalta
el rostro cómplice que nos contempla con cierta admiración
y cuya sonrisa nos empuja a seguir dibujando senderos
para los pies descalzos del mañana.

Y entonces la nieve en los zapatos ya no resulta tan pesada
ni vacilamos ante los inclementes empujones
o las mezquinas zancadillas que se van alzando a nuestro paso.

Aun así, las calles son las mismas que nos vieron
echar a andar en una madrugada yacente en el olvido.

Tal vez no hagamos más que dar vueltas en círculo,
erráticos vaivenes en la oscuridad.

Y sin embargo, caminamos,
sin nadie a los costados caminamos,
con una obstinación quizá heredada
de aquellos otros que algún lejano día caminaron
forjando sin saberlo caminos útiles,
ciudades habitables y espíritus.

MIRAR EL MAR

Mirar el mar
al este el norte el sur
pintarlo en el oeste con el fuego
verdoso de las tardes otoñales

Ver el mar devorando a sus crepúsculos
escuchar sus latidos cada noche
sus canciones de espuma y marejada
memoria de otras noches y otros mares

Pintar el mar sumirse en él desembocarse
ebrios de mar amarse desbocarse
Mirar el mar de mar emborracharse
ser orilla y temblor y acantilado
caer caer caer entre las olas
mirar del mar el mar inolvidable
y no poder cruzarlo para verte...


ATARDECER DE OTOÑO EN LAS VENTANAS

Atardecer de otoño en las ventanas.

Desconsoladas ráfagas de viento
como caricias somnolientas de la tarde.

Siempre en este minuto me hiere tu memoria
como ávida cuchilla de negro terciopelo.

Una música triste llena el ámbito
pero, ¿qué música no es monotonía
cuando añoro tus manos, tan lejanas ahora?

Atardecer de otoño en los cristales
y en el alma la flor de una nostalgia
desbocándose hacia todos los rincones.

Un trueno, unas gotas de agua,
luego la calma de la lluvia que no cae.
Sólo el otoño atardeciendo en los cristales,
coloreando en gris el horizonte
y grabando en mi pecho las huellas de tu ausencia.

HUMILDEMENTE, MAESTRO
                          A Pablo Neruda. Poeta

Reconozco el salitre de sus pulidos versos,
la atlántica firmeza que los parió desnudos
la sangre enamorada que amamantó su fuerza
y el agudo chirriar de los ferrocarriles
que unen patrias y mares y llevan esperanzas.

De lucha, amor y fierro crecieron las palabras,
su luz se fue expandiendo por pueblos y senderos,
la paz del caminante fue la explosión secreta
que prestó alas al verso para poblar las sierras
donde los campesinos vieron crecer la vida,
donde se hizo mujer la fértil resistencia.

Hoy esa voz nacida de la roca
callada está, su grave resonancia
dejó paso a su indómito recuerdo.

La cordillera estremecida de su verbo
se hizo tuétano en las almas de los pobres.
Hoy, nosotros, lo que queda del pueblo malherido,
hemos querido entonar un canto hacia la aurora,
y en su memoria esparcirlo por el viento
como una ofrenda matinal que verifique
su presencia vital desde la tierra
que le cobija. Gracias.
                            Gracias don Pablo
por enseñarnos el hierro y los volcanes,
por su recia testuz de militante,
por las navegaciones estelares
por las espigas, los navíos, las quimeras
por la fe y por el clamor de las montañas
que un día se alzarán incontrolables
contra los viles verdugos de la tierra.


MUJER TRABAJADORA

Vengo esta noche a cantarte, compañera,
desde el fondo tenaz de mis entrañas,
un son de lucha mineral y centenaria.

Vengo a cantarte, hermana, con mi sangre,
para empaparla en tu sangre derramada.

Se apaga tras los siglos ya la noche
en que atada, escarnecida y olvidada,
te dejabas morir junto al fogón prendido
sin un gesto de fuga en la mirada.

Van muriendo las horas solitarias
en que la casa insoportablemente muda
te cercaba por doquier con los recuerdos
inasibles del tiempo sumergido
en tardes de ventanas y nostalgias.

Tuyos son los amaneceres que vendrán,
tuyo el cántaro preñado de futuros
tuyo el azul sortilegio de los días
que se vislumbran en el horizonte.

Tuya es el arma que abre las compuertas
de un alba que a los cielos amenaza.
Tuyo es el campo virgen que se extiende
ante el ojo sorprendido de los ángeles.

Es tu hora, compañera, hermana,
la hora del candente itinerario
que te lleve, magnífica, a la aurora.
Es la hora del verbo desatado:
Canta, ruge, grita, resucita
el fuego que se esconde en tus pupilas
y lánzalo como un heraldo del mañana.


SI TE VAS A MARCHAR

Si te vas a marchar, toma mi mano
y empújame al abrazo de la muerte,
que este abismo de silencio no lo quiero,
que este cúmulo de ausencias me envenena
como un atroz licor que no perdona.

Si te vas a marchar, ángel vencido,
emigrante de mi cuerpo y de mis versos,
no me dejes el eco de tus risas
ni el rastro de tu piel entre mis dedos
ni la instantánea de tu sombra en los zaguanes.

Si te vas a marchar, llévate los recuerdos;
borra de mi cuaderno las palabras
que llenaron las tardes de otro otoño.

Si te vas a marchar, como un tiro en la sien del horizonte,
para el latir del tiempo y acalla las mareas
de la atlántica orilla que no olvida
todas aquellas noches de música y almíbar.

Si me vas a matar, entierra mi cadáver.
No lo dejes pudriéndose en las fauces
del tenebroso olvido y la resaca.

Si te vas a marchar, ciega mis ojos:
De nada han de servirme entre las sombras.


El trencito aprovechó para pasear y conocer la zona antes de emprender el regreso. Que estaba lindo el viaje pero la patria chica nos reclamaba. Y aquí estamos nuevamente, esperando a los amigos y amigas que quieran sumarse al tren. Les recuerdo que pueden enviar sus trabajos (prosa o poesía) más una minibiografía a: millaco@ciudad.com.ar. También les recuerdo que TODAS las revistas están incorporadas en la página web www.letrasenelanden.blogspot.com para que puedan releerlas y dejar sus comentarios.

Un cálido abrazo y ¡hasta la próxima!!!!!!!!!

1 comentario:

  1. Felicitaciones!!!!!! Me encantó. Te mando un gran abrazo,abeja infatigable. Olga Liliana Reinoso

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