Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 46

MIS QUERIDOS PASAJEROS ...

¡¡AL TREN!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Para muchos: vacaciones. Para otros: época de trabajo a pleno. Pero estoy segura que todos estamos felices de este nuevo reencuentro en la amistad y las letras. Que nos trae "aire" para paliar el agobio de la temperatura. Que nos deja "frescura" y un soplo en el alma.

En busca de otros paisajes, otras costumbres, otros aires altos y serenos, la locomotora puso garra y comenzó la trepada para llegar hasta BOLIVIA. Pues allí nos esperaba nuestro joven amigo ISRAEL IPENZA ECHEVERRÍA. Ya nos dejó sus trabajos en el Nº 26; ahora, con algunos años y creciente madurez, nos entrega su obra reciente. Les recordaré algunos de sus datos biográficos: nacido en La Paz, Bolivia, el 26 de febrero de 1996, así nos habla: "Dicen que soy el escritor más joven del mundo, yo no lo sé, pero parece que de mi país sí. Publico entrevistas y trabajos en la separata para niños "Geniecitos" del  periódico La Razón. Tengo tres obras inéditas, que esperan que un editor las publique. He participado en varios eventos nacionales y en las ferias de los libros. Soy invitado a casi todos los eventos literarios. Yo creo en la generosidad y la bondad de los seres humanos, yo creo que la construcción del mundo está en recuperar al ser humano como un ser bueno y no malo. Quizás por eso yo creo en mí y que el pensamiento de las niñas y los niños reconstruirá el mundo. Siempre me invitan a los programas televisivos o a discusiones literarias y  periodísticas, siempre me preguntan cuáles son mis trucos para escribir. Yo respondo que no tengo trucos, yo escribo para no llorar, para mi es una necesidad; también me preguntan qué tiempo me lleva construir un texto, también digo depende, a veces 10 minutos, pero a veces muchos días, porque escribir es edificar con palabra. Quizás mi secreto es no faltar al cole, porque allí aprendo mucho. Me agrada nadar, jugar y leer con mi mamá, mi hermanita y mis siete tías; cuando mi mamá no está ellas son mis mamás sustitutas. Tengo muchos amigos en el campo. Cada día despierto para aprender, la vida de los niños es muy simple, además siempre en el día descubro algo más para escribir. En mi país no existen muchas escuelas, las escuelas están ubicadas en lugares alejados de los más poblados, casi siempre son los pueblos de donde es un diputado o un senador, por eso las niñas y los niños deben caminar desde la madrugada para llegar a las escuelas. Por la pobreza que tiene mi país, sumándose las tierras cansadas, muchas de ellas muriéndose por la erosión que se come las nutrientes de la tierra como una lepra, éstas han quedado abandonadas, escaseando los alimentos en zonas inmensas, por eso es necesario que el Estado apruebe una ley dándoles desayuno escolar. Todos los niños de Bolivia me han escrito para que solicite este alimento. Sabes, en mi país, primero se atiende las necesidades de los políticos y si sobra dinero a los niños, es muy triste. A pesar de estos problemas mi país es hermoso, en especial mí La Paz, y el Lago Titicaca y Sorata, dicen que allí Dios creo a Adán y a Eva. Ojalá que mis trabajos gusten. Recibo comentarios  de mis poemas en mi correo electrónico". No puedo agregar nada a estos magníficos conceptos, solo recomendarles su poesía clara, sencilla, hecha con el corazón en la pluma.
Email: israelitoipenzaecheverria@hotmail.com


MI ROSA QUE NACIO EN INVIERNO

¡Qué fuerte te ves, amiga!
¡Vigorosa y llena de alegría!

¿Recuerdas
cuándo depositó
el anciano jardinero
en mis manos
tu diminuta semilla?

¡Sentí temblar mi  cuerpo!
¡Sentí el calor de tu vida!
¡Esa fue nuestra
primera comunicación!

Cavé sin descanso la tierra
al son de las instrucciones
de aquel amante de las flores.

Mi responsabilidad
por tú vida
traspasó al tiempo de mis sueños.

Primero vi hacerte tallo,
luego ¡crecer!, ¡crecer!
pero no vi
cómo ni cuándo
salieron  tus diminutas espinas.


Hoy, día del solsticio de invierno
a 3700 metros de altura,
tú,
mi rosa abriste tu capullo
igual que  las alas
de los miles de querubines
que juegan con los niños
a las escondidas.


FRUTAS DEL TIEMPO

Mm...que deliciosas,
tiernas frutas,
de mi tierra

¡Se me hace agua
la boca!


ERASE UNA VEZ LA TIERRA

...Todo era  niño,
las aguas, los cerros
el fuego y el aire.

A pesar de ser hermanos
aún no sabían
que eran parte del planeta tierra.


ÁNGEL

A mi hermanita Ángel de Luz,
una niña que pinta maravillosamente.

“Naciste  como la luz
repentina y sin llamar”.

“Naciste  tan pequeña,
y delicada como un cristal”.

“Hoy  tú niña,
eres la que captura nuestros sueños
en cuadros de  colores”

La madre decía a la niña abrazándola.


MI CUARTO

Mi hermanita me dijo que su dormitorio
 era digno de un poema.

Rinconcito rosado
que escondes las mil aventuras de mis muñequitos.

Tú que me cobijas
del frío y me enseñas a mirar
por tus ventanas
que parecen dos ojos inmensos
el pasar de la vida.

Cobija mis sueños
y escóndeme de los monstruos
que intentan cogerme.


EL CONDOR Y EL ARCOIRIS

Ave que vuelas majestuosa
por los cielos de los andes.

¡No vayas tras del arco iris!,
porque te puedes perder.


SUBIENDO EL SORATA A  LA PAZ

¿Qué enigma y misterios
guarda
este camino
que brilla lleno de vida ante mis ojos?


CAMINO A COPACABANA

Siento  el corazón bailar,
todo bulle en mí.

Estoy ingresando
a la tierra donde nacieron
las culturas de mi raza.


UNA PUERTA A LOS YUNGAS

Como una serpiente
coquetona  el camino
se muestra desafiante.

Las mariposas vuelan
pasivas abriendo
la puerta inmensa
de hierbas y matorrales
de los Yungas


LUZ ANDINA

La Pachamama
es una mujer que teje
con los hilos de colores
del poniente.

La fuerza y esperanza
del  pueblo andino


SUEÑO DE PRIMAVERA

Duerme el bosque,
duermen los animales,
el niño y el  abuelo duermen,

Todos sueñan en la primavera.


LA FIESTA DEL ILLIMANI

Los zampoñaris tocan canciones antiguas,
canciones  de los abuelos y abuelas.

Nadie baila...

De pronto  vestido con ropa de aguayos
un altivo joven
se pone delante de la orquesta nativa.

¡Es el Illimani!,
que baila enamorando
a las imillas de la comarca.


CANTO DE LAS PIEDRAS PARA MI CHOQUEYAPU

“El choqueyapu, tiene  nuevos pasajeros,
lleva piedras, rocas de oro, plata y piedras preciosas.

La cogerán los mineros, allá abajo.
el Choqueyapu  no quiere decir sus años,
el Choqueyapu, es un río lleno de sorpresas “

Canta la roca madre, mientras se moja entera.


NACIO LA TRICOLOR DE LAS ESPINAS

...Delicada niña vestida de rojo, amarillo y verde,
de nombre Puya Raymundi
¿Por qué tardaste cien años en nacer?
¿Qué miedos fueron las causas
que te detuvieron en tu proceso de vida?

Si, hay muchas penas amiga,
penas que maltratan el alma,
tristezas que te encadenan
el cuerpo y el alma.

Pero , tú  maravillosa niña
eres el asombro de la naturaleza.

¡Tú, amiga!
debes nacer
para dar alegría
esperanza y consuelo,
a los corazones humanos.


El trencito aprovechó para hacer una recorrida turística, pero llegó el momento de regresar. Así, despacito...despacito... comenzó la bajada hacia el Gran Buenos Aires, para que pudiese ascender la próxima pasajera: MARY ACOSTA. Reside en Munro (Pcia. de Bs. As.)  Docente de nivel inicial. Difusora,  y Coordinadora de eventos  culturales.  Por su trayectoria The American Biographical Institute la distinguió como “Mujer del año 2002, 2004 y 2005”, USA),  Miembro del Depto. de Nominadores de Mujeres Profesionales de ABI (USA). Nominada para el “Diploma Masters”, de la Academia Mundial de las Letras (USA 2006). A lo largo de su trayectoria recibió varios premios y distinciones como Premio Internacional aBrace 2006, Uruguay). Premio "Jorge Luís Borges" otorgado por Georges Zanun Editores (Marzo de 2007). Es representante del Mov.  Internacional aBrace (Uruguay). Miembro y Delegada en Promoción Cultural para IFLAC.  (Foro Internacional de Literatura y Cultura por la Paz). Representante en Argentina de Casa Del Poeta Peruano (Lima – Perú). Participación activa: “SADE” “Gente de Letras”, “ILCH” y “SEA” Desarrolla una intensa actividad literaria (congresos, cafés literarios, presentaciones de libros en su país y en el extranjero). Fue jurado en distintos eventos culturales. Difunde sus creaciones a través de medios gráficos, radiales, de TV y páginas de Internet. Algunas de sus obras fueron traducidas a los idiomas inglés, francés y portugués. Participa en más de 38 antologías (Nacionales e Internacionales). Integrante del Círculo Internacional de Literatura Vanguardista – LALUPE.COM (Miami, USA)Poemarios: “Mensajes del corazón” (1996), “Bajo el ala de un ángel” (2002). “En brazos de  dos lunas” (2003). Poemario y CD “Ceguera en el espejo” (2004), "La república de los tristes" (2007) y en edición, "Haikus al Natural". Les entrego aquí seis poemas de su autoría. ¡A disfrutarlos!  E Mail. poetamaryacosta@yahoo.com.ar


ACROBACIA SALMICA

 Atardece en mi,
ante el desnudo audaz de los espejos.
Desgrano la penumbra hambrienta
vistiendo un traje de epílogo,
sobre la fina piel gastada,
que expulsada en siete gritos
desarma cóncavos domingos de abril.
Detrás del músculo agotado,
la acróbata libélula
confabula el vuelo,
en mitad del geodésico instante,
inventando el hálito de Dios resucitado.


A BOCA CERRADA
  
 A boca cerrada tensa su armadura
sobre la máquina del miedo.
Sus ovaladas neuronas
acunan naufragios y grávidas ausencias.
Sobre musgosas rocas,
cuelga su alquitranada infancia.
Las esquinas calladas retenidas en sus tímpanos,
pierden su metamorfosis prometida.
Invitado al convite turbio de sus muertos,
coexiste entre los puentes calcados del ahora.
Envoltura de corto viaje disfrazada y a boca cerrada,
memoriza la existencia entre un yo injertado
y la presencia subversiva, de la última palabra.

  
PARTICULAS VERTICALES

  Tú no eres tú,
tampoco eres dueño de tu nombre.

Eres solo una arruga
atrapada en la tierra.
Eres una bofetada de partículas nacientes
desfilando verticalmente.
Eres la herencia de las horas perpetuas
y el eco sinfónico de una esencia gemidora.
Eres un estimulante motivo de nostalgia
perfumando el sendero del espíritu.

Y eres la viudez de tus cenizas
arrinconadas ciegamente,
sobre una recta sinfín
y un nombre encima.


ESENCIA MAGMATICA

Amamanto monosilábicas soledades
en el frió desnudo de la noche.
Muerdo la paranoica carne de mi cuerpo
con los clavos descontrolados
de mi furia convertida en mujer.
Sin tocar fondo, devoro las máscaras insomnes
de mi sombra ardiente dividida en dos.
Como fruto prohibido, destejo sexos sin sexo,
purificando el deseo salivoso
que se inca sin pretexto sobre brebajes sin nostalgia.
Rozando el magma de mi esencia,
instigo a Eros, pájaro inmortal de fuego,
a descubrir el perfil anochecido de mi humana geografía
desvestida a solas
por las invisibles manos de las furtivas sombras.


HARAPOS DE ABANDONO

Petrificado en el exilio de la noche,
el gnomo de membranas hambrientas
y heridas coaguladas por el látigo del sol,
suplica silencioso y a la intemperie por su huérfana inocencia.

Golpeado sobre la lozana piel naciente
desgarra sus sueños sobre el fango.

Querubín a la espera del retorno, desnuca a la justicia
tras el peso de una lágrima,
gestada desde las entrañas de su orfandad.

Vestido con harapos de abandono,
busca encontrar la esquina de su infancia,
atravesando angustias con sabor a prepotencia
que anule cicatrices, marchite lo imposible y destiña ausencias.

Metamorfosis de verbos, vigilan el “pienso” carcomido,
fantasma encadenado al sordo murmullo de los días,
que dañan crucifijos pintados de esperanza
entre las tenazas abiertas y dolosas de un germinado desafío.

Con resignados pasos,
cruza la frontera del destino al ritmo de los ciclos de la luna.

Atento a sus treguas sin color, rescata las siglas de los sueños
que suspendidas quedaron en el buzón del tiempo.
En búsqueda de Dios,
un par de sonrosadas mejillas sombrea la vida,
en reclamo justo por el dorso edénico de su inocencia.


CAPULLO NO VIDENTE

Diseñó su vida en la mitad del ocaso,
apretando los puños y en violento avance.

Caminó por el borde de su cuerpo,
entre sollozos incoloros y oscuros.

Buscó desesperadamente
encontrarse en la próxima esquina de su cielo.

En la partida perdió su nombre,
junto al último zapato que vestía su paso.

Sobre las aristas brillantes de una estrella
dibujó besos secos,
abandonados por héroes de polvo.

Resistió sin declinar a su sueño
abrazada a sus misterios.

Como un capullo de rosa no vidente
no logró expandir su fragancia,
y hoy visita el jardín sin pétalos,
tan solo esperando ver
si en algún ocaso volverá a encontrarse.

La verdad ... con tanto calor ... la pobre locomotora estaba sudorosa y resoplaba apenas … escasas las fuerzas ... por eso decidió que era llegada la hora de retornar al pago. Y la maquinista decidió que también era hora de que ella participase activamente y, en consecuencia, aquí va un cuento que ha sido premiado meses atrás y al que "quiero" mucho. Imagino que no necesitarán mi biografía... ¡je! ... pero aquí va el resumen: nacida en Avellaneda (P.Bs.As.) resido desde 1981 en Gral. Pico (La Pampa). Abogada, docente, poeta y cuentista. Muchísimas cosas hechas y muchas por realizar, unos cuantos premios ganados, dos libros editados y montones de sueños. Una princesa bióloga tanguera a quien adoro y buenos amigos. Disfruten del cuento...

POR LA NOSTALGIA....

                                                                                               A mi princesa
   
    Viernes y había cobrado la quincena. Apiló prolijamente el montoncito de billetes gastados sobre el hule desvaído y puso la pava al fuego.
    Los últimos resplandores del sol iluminaban la pieza y daban un atisbo de alegría a las paredes desconchadas. Los vidrios de la puerta los filtraban en un curioso dibujo, producto de la mugre acumulada. El mobiliario – una cama, un viejísimo ropero con la luna del espejo rajada, una mesa enclenque y dos sillas- también denunciaban la carencia de una mano femenina que se ocupara de su limpieza.
    La pava comenzó a silbar y Ramón apagó el Primus y se sentó a saborear unos amargos. La jornada había sido dura, acarreando ladrillos desde la pila del frente hasta el octavo piso, y los cincuentipico le pesaban en la osamenta, pero los pesos –que para él eran la diferencia entre el hambre o la abundancia- compensaban el esfuerzo.
    Y era viernes ......
    Terminó de tomar mate, lo enjuagó bajo el chorrito que salía de la canilla y se dispuso a prepararse, porque el Rulo pasaría a buscarlo. Buscó en el ropero una camisa blanca, lavada hasta el hartazgo, y poniendo un trapo limpio sobre la mesa se dedicó a plancharla. Con minuciosa prolijidad comprobó que ni una arruga la deslucía y la colgó de una silla. Volvió a buscar en el ropero y sacó uno de sus dos trajes. Esta noche le tocaba el azul petróleo, ese que había comprado años atrás cuando la suerte lo bendijo y acertó tres días seguidos a la quiniela. Miró el otro con pena: lo había heredado de su padre pero ya le pesaban los años y el uso, y solo Dios sabía cuanto más podría durar. “Tiene que durar” se dijo, pensando que su salario de albañil no daba para lujos como la compra de trajes ... sobre todo en estos tiempos.
    Cepilló el traje hasta quitarle hasta la última de las pelusas que pudiera afearlo y lo dejó colgado en la manija del ropero. De un piolín que oficiaba de colgador por detrás de la puerta del espejo eligió la corbata
 – la azul con filigranas plateadas que le había regalado la vieja - y preparó un par de calzoncillos limpios. Viendo que los zapatos negros necesitaban lustre se aplicó a la tarea con fervor. Era hora del baño.
    La ducha perdía, como siempre, y el agua estaba apenas caliente. Ramón pensó en las veces que le había reclamado a la dueña de la pensión el arreglo. Palabras al viento ... porque el esperado arreglo nunca llegaba. Envuelto en la bata rayada que lo asemejaba a un preso caminó rápidamente hacia la pieza.
    Estaba terminando de retocar el pelo engominado cuando el Rulo golpeó la puerta. Ramón salió, sonrió y la noche comenzó a ser diferente.

    El Cabildo cordobés resplandecía con una iluminación a giorno que realzaba la belleza clásica de sus formas. También la cúpula de la Catedral se destacaba con focos estratégicamente colocados. ¡Y la luna ...! Alta, clara, creciente, aportaba su cuota de magia para que el patio colonial refulgiera bajo las estrellas.
    Aún era temprano y estaban terminando la clase de baile. Varias parejas se deslizaban sobre las viejas baldosas en una rueda cadenciosa. Los amigos tomaron asiento en una mesa ubicada en una de las esquinas de la galería. Desde allí se tenía una vista completa de los asistentes. Pidieron una cerveza y se dedicaron con parsimonia a saborearla mientras la gente seguía llegando y ocupando las mesas vecinas.
    Concluyó la clase y comenzaron a apagarse las luces. La dama que oficiaba de “animadora” hizo su entrada en escena para anunciar al cantante invitado, proveniente de la localidad de Dean Funes. Ramón miró al Rulo e hizo gestos de “¡que bueno!”. El bandoneón y la guitarra eran un digno acompañamiento para que se luciera el morocho que desgranaba sin pausa tangos y alguna milonguita pícara. Con los acordes finales del tema “Como dos extraños” el cantor se despidió y Ramón se incorporó ligeramente en la silla, expectante.
    Ya había estado relojeando a una pulposa morocha que lucía un vestido rojo y ocupaba una mesa cercana en compañía de otras dos mujeres. La recordaba del pasado viernes cuando la había visto bailando con su amigo. Y era buena .... Se levantó, la cabeceó y salió al ruedo.
    Eso era la gloria, el placer que esperaba disfrutar desde varios días atrás. Paso básico, corte, quebrada, giro .... y el tango proseguía su rítmica queja de bandoneón. Mientras bailaba no dejaba de ojear otras posibles candidatas.
    Al cabo de tres piezas depositó a la morocha con sus acompañantes y se dedicó a una flaca, medio viejona, pero con una gracia que partía la noche. Prosiguió pieza tras pieza, parando apenas para cambiar de compañera y para degustar un poco más de cerveza, bienvenida ante tal gasto de energía.
    Estaba charlando con Donato, uno de los habituès de su mesa cuando la vió. Una cara nueva. Alta, curvilínea, muy joven. Brevísima pollera negra que destacaba las piernas largas y blusa blanca ceñida al cuerpo. La melena rojidorada se derramaba sobre sus espaldas dándole un aire felino. ¡Una diosa!
    El tango comenzaba. Un muchachito le habló y salieron a la pista. Ramón pensó que no solo era muy bonita sino que su gracilidad y donaire en la danza eran para admirar. Se quedó mirándola con fijeza durante toda la ronda de tangos, pensando, dudando, meditando. ¿Por qué no?
    La muchacha no alcanzó a sentarse cuando él estaba ya parado a su lado pidiéndole un baile. Sonrió, asintió y Ramón sintió que se había sacado la grande.
    Bailaron en silencio, llevados por el rezongo del fuelle y la magia de la noche estrellada. Él se lució con lo mejor de su repertorio y ella respondió con justeza y precisión.
    Desde la mesa, el Rulo y Donato miraban con una sonrisa canchera a esa pareja tan despareja. No le importó. Ya ni recordaba su baja estatura, su panza flotante, sus manos rugosas. Esa era “su” noche.
    La acompañó hasta su mesa y se despidió agradeciéndole la compañía.
    Ella partió dejando una estela de juventud y apagando las estrellas.

    El domingo Ramón repitió la ceremonia. Esta era la noche de la peña tanguera que funcionaba en Art Decò. Se había anunciado la presencia de un nuevo ballet y la reunión prometía estar animada.
    El salón comenzaba a colmarse cuando llegó con el infaltable Rulo. Tomaron asiento en una mesa libre y miró en derredor con la esperanza de encontrarla. No la halló.
    El ballet actuó y dio comienzo el baile. Ramón buscó compañera y salió a la pista a gozar de otra orgía tanguera.
    Las horas y los tangos se sucedieron sin pausa. Cada vez que retornaba a la mesa escrutaba el local. Cerca de la medianoche la vió llegar y el corazón se le salteó un par de latidos. Lucía ajustados pantalones blancos y una breve remera negra. El pelo suelto y la risa a flor de piel. Venía acompañada.
    Dejó pasar un par de milongas y se acercó en el momento en que su compañero bailaba con otra de las mujeres del grupo. Ella no lo reconoció pero, siguiendo la ley no escrita de las milongas, aceptó la invitación.
    Otra vez la magia y las mariposas que le aleteaban en el estómago. Ramón se sentía transportado y realizaba pasos, figuras, firuletes que ni imaginaba conocer. Ella respondía dócilmente a la presión de las manos en la espalda, acompañando y completando la filigrana dancística.
    La dejó con tristeza prometiéndose a sí mismo invitarla luego de otra ronda.
    No le alcanzó el tiempo y tuvo que verla partir, con prisa, con su grupo de amigos.

    La semana se desperezaba interminable. El verano se adelantaba y el calor no daba tregua. El sol parecía colgado de las sierras cercanas y el azul era tan profundo que lastimaba. Urgido por el arquitecto, el capataz parecía haber enloquecido y sometía a los obreros a un régimen brutal de trabajo. Ramón puteaba por lo bajo y ponía el lomo sin chistar.
    El viernes llegó y se sintió liberado. El Cabildo lo aguardaba con sus sones tangueros y con las mujeres que esperaban sus manos sabias para conducirlas por la pista. Pero en el fondo de su corazón sabía que sólo la presencia de la muchacha de la melena leonada podría calmar sus ansias.
    Bailó incansable mientras aguardaba su entrada. Pero las estrellas se apagaron y ella no vino. “Será el domingo” se dijo, como buscando consuelo.

    Innumerables viernes y domingos transcurrieron entre cortes y quebradas. Su esperanza menguó, se debilitó y por fin murió.
    Siguió bailando con diversas y circunstanciales compañeras pero ninguna era como ella. Le había trasmitido un fuego que nadie pudo igualar.

    A raíz de un accidente en la obra se quebró una pierna. Durante meses deambuló por el Hospital, sometido a tratamientos varios. La fractura nunca soldó bien y tuvo que abandonar el trabajo. Y también el tango. No entendió porque Dios le enviaba ese castigo y decidió que su vida ya no tenía sentido.

    Cuando, años después, lo internaron en el geriátrico –gracias a la gestión de Donato, pues no tenía familiares - sonrió brevemente y se recluyó en su paraíso privado. No volvió a hablar ni a moverse y nadie supo que, hasta el último aliento, sus sueños estuvieron ocupados por la muchacha, que entre corte y quebrada por breves momentos le había devuelto la juventud y la ilusión.

Ahora sí ...   ¡¡se acabó!!!!!!!!!!!!!!!!!!. Les recuerdo a quienes quieran publicar que deben enviarme el material y una minibiografía a: millaco@ciudad.com.ar
Un abrazo afectuoso y ¡¡hasta la próxima!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

                          CRIS  FERNÁNDEZ