Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 13

QUERIDOS PASAJEROS:

Y seguimos recogiendo nuevos compañeros de viaje por los andenes que transitamos. Y presentando escritores de nuestra extensa geografía.

Traemos así desde Santiago del Estero a CARLOS FIGUEROA. Nació en Buenos Aires pero desde chico se trasladó a la tierra de sus mayores: Santiago. Retornó a Buenos Aires para comenzar su carrera universitaria, y luego se fue a Tucumán graduándose allí de Contador Público. Ahicito nomás viajó a Europa, radicándose en Alemania y recorriendo el viejo continente durante tres años. A su regreso a Santiago se incorporó a un grupo de escritores de esa ciudad y comenzó a participar en la S.A.D.E. - Sociedad Argentina de Escritores - Filial Sgo. del Estero. Fue Presidente de la misma. Es un activo participante de Encuentros de Escritores y de la Feria del Libro de Bs.As. Por su obra recibió el Gran Premio de Honor de S.A.D.E. Santiago del Estero. Ha publicado cuatro libros de poesía: "Los juguetes del sueño", "Diálogos secretos", "Señales de dos mundos" y "Soles de la memoria", amén de un Ensayo sobre temas de su profesión. Asimismo ha integrado varias antologías de poetas santiagueños. Elegí de su obra cuatro poemas y espero les gusten.

EL ETERNO RETORNO

El hombre vuelve siempre
desde el fondo del misterio.
Sagrada raíz de la tierra,
soplo de Dios en el aire.
A la luz del sol
sabe que será flor y semilla
para germinar los días del futuro.
Pero la muerte viene
con su tambor de penas a oscurecer la tarde
a reconstruir el rito del regreso.
Así, un alba cualquiera, el hombre
ya no despierta de sus sueños,
porque la vida es esa lluvia
que socava figuras de barro
bajo los cielos eternos.


LA MUJER DE MIS SUEÑOS

La mujer de mis sueños

solo apunta a un deseo
y a veces regresa de un viaje sin tiempo
con hijos callados, hermosos y buenos.
Ella vive en algún remoto lugar
de mi cansado recuerdo
un barrio de infancia bajo el sol calcinante
detenido en su enero.
Nada me pide
sólo espera en silencio que yo la recuerde.
La mujer de mis sueños no muestra su rostro
Y con ello acrecienta el misterio.
No la amo, es cierto, pero no sé por qué
también yo la espero.
Quizá algún día
ella concrete su anhelo.

Yo aquí seguiré prisionero del sueño


                                    Del libro “SEÑALES DE DOS MUNDOS”


SOLES DE LA MEMORIA

El lapacho ya creció y en algún lugar
tus pasos dejan huellas
- historia de otros pasos –
que llevaste desde aquí
de esta tierra que nos abrasa
con el fuego de la ausencia.
Sólo nos separa un rayo de luz,
un instante feliz en la madre eternidad
que todo lo nivela.
Pero ya no hay tristeza en la memoria;
una esperanza cierta
campea en nuestros corazones
y nos hace sentir cada día más cerca.
Hoy, entre nosotros
el olvido ha perdido otra batalla.


VAIVENES DEL AMOR

Amor cuando vienes
eres como esas nubes luminosas del verano
furia en el viento desatado, avanzada de la lluvia.
Traes el canto de los pájaros,
haces crecer la hierba
y por ti se puede oír el pulso de la tierra,
cuando tú estás
podemos sentir la mirada pura de las estrellas
sobre nosotros “esperanza y semilla”
renovando el milagro de la vida.
Pero amor, cuando te alejas
-     porque siempre te alejas como las nubes –
te vas dejando sombras,
arrancas en retirada los palmares
aquéllos que fueron hitos en nuestra historia.
Cuando tú no estás, rota ya la armonía
se seca la hierba y se apaga la música de los pájaros
entonces soy ceniza que vuela,
un fantasma en el paisaje desolado.

                      Del libro “SOLES DE LA MEMORIA”


Desde Santiago bajamos hasta Córdoba capital, para encontrarnos con la poesía de ALFREDO BARRIENTOS. Nació en Buenos Aires y vivió allí hasta que se trasladó a Córdoba para cursar la carrera de Medicina en esa universidad. Es Doctor en Medicina y Cirugía, Investigador (premiado) sobre el tema diabetes, conferencista y panelista en temas de su especialidad. Sus trabajos profesionales han recibido el reconocimiento del Colegio Médico de Nueva York y de la Universidad de lovaina (Bélgica). Es docente (jubilado) de la Facultad de Ciencias Médicas de la Univ.Nac. de Córdoba. Ha sido premiado por su tarea literaria en varias oportunidades y ha participado en varias antologías. Tiene además dos libros editados: "DEL LADO DE TU SOMBRA (librillo de poemas)" y "LOS ÚLTIMOS SONIDOS" (poemas). También incluimos cuatro poemas de su autoría.

RETAZOS



Si mañana me dijeran
que tan solo tengo horas
de transitar caminos,
volvería a recoger
los besos que me deben,
las canciones de cuna,
las cartas de amor que no llegaron.
Buscaría un trabajo con las manos
para tener los ojos asombrados
del mundo que me prometieron.
Golpearía las puertas y reclamaría
la porción de justicia que me adeudan
Me sentaría en un bar
a  que me expliquen
que han hecho con mi rebeldía.
Buscaría por todos lados

quién se llevó mis sueños

que hicieron con las tardes soleadas
de mi juventud.
Y que me digan así de frente,
dónde piensan poner si les molestan
los retazos de mi melancolía.




BARQUITOS DE PAPEL


En las tardes de lluvia de mi infancia
mi madre en la cocina con sus tortas
y nosotros jugueteando entre sus piernas
mientras la lluvia caían tempestuosamente.
Barquitos de papel fue mi infancia
que en el cordón de la vereda
largábamos al agua y lentamente
se iban calle abajo.
Hoy llueve y estoy solo en mi ventana
con ganas de bañarme con la infancia,
con barcos de papel que ya llegaron
y no pueden volver por la vereda.
Así como aquellos barcos de la infancia
se fue mi vida buscando lejanías
para atracar mansamente con la tarde.
Un muelle. Una mujer. Un hijo
Hoy me duele esta lluvia de verano
que moja casas, campos, soledades.
Que moja tristemente la memoria
de 30.000 barquitos de papel.
Solamente son cosas de la infancia.
Luego fui creciendo y angustiado
todavía me paro en la vereda
a la espera que vuelvan por el agua.




ANDENES



¿Qué hacer con al tristeza
de las estaciones?
Ese puerto crepuscular
donde la vida se embarca
buscando un horizonte.
Hay andenes que en la tarde
se parecen con su olor de aceite
al retorno inevitable
al adiós imperdonable.
La vida es una despedida
de estaciones de pueblo
donde tranquilamente
garabatea la tarde sus mensajes.
Mensajes donde siempre
está ausente el amor.
La ausencia es una tarde
con vagones vacíos.
Yo te recuerdo a veces
parada en el andén
tu figura fue un punto
 lejano entre dos vías,
y mi presencia acaso
fue el humo del camino.
Estoy entre la aves
picoteando la tarde
de la estación lejana.






DEAMBULANDO

Así como las viejas cosas del destino
uno va deambulando de un lado a otro,
y se lleva consigo una pupila gris
de pensamiento suave y ojeroso.

Y uno entonces se siente, muy al caminando
como extraño o eterno. O tal vez como ciego.
Es que llevarse a veces, de un lado a otro
produce cansancio, desazón y tristeza.

                      Del libro “LOS ÚLTIMOS SONIDOS”


Y "last but not least" les presento hoy a una excelente escritora "pampi-porteña" como ella gusta definirse: OLGA REINOSO. Nos trae un cuento y un Romance, ambos inspirados en Cuba. Deliciosos. Como es una dama muy original ha elegido para su minibiografía este poema:




Para presentarme solo tengo
Habladurías



Podrán decir que fui cabeza dura
mal hablada gritona autoritaria
hablarán de mi cuerpo desmedido
de mi poca elegancia y mis defectos.
Alguien habrá que piense que fui mala
peligrosa intrigante omnipotente
dirán de mí esa poeta menor
una contestataria, opositora.
Pocos sabrán que fui muerta de miedo
insegura y vulnerable al máximo.
Pero nadie podrá en su sano juicio
negar que di mi corazón a cada paso
y nadie a ciencia cierta
y a solas con su almohada
podrá decir de mí:
"no ha sido honesta".




Escribo desde siempre y confieso que la literatura siempre me hizo feliz. Por eso incito a otros, en mi tarea docente, a seguir este camino.

QUE YO TE LO RESUELVO

Diez negritos ya había lanzado mi madre al mundo cuando le dio la noticia de mi llegada un vómito repentino en medio de la madrugada. Experimentada como estaba supo ella que otro negro se sumaba a punto de completar la docena muy prontico y fue entonces que mi padre, gran contador y devoto de Jesucristo, sintió pánico de sentar a la mesa 13 negros caribeños. Aclaró mi madre que hacía rato ya habían consumido la última cena y con más bocas a los platos próximamente ni almuerzos.
Pero mi padre le contestó que él no podría resistir sobre su alma la condena de revivir el Gólgota aunque fuera aquicico en las Antillas y 1950 años después. Así que muy religiosamente, juntó en un paquetico su poca ropa y partió bordeando la sierra. Negro, negrito, invisible para siempre.
Siete meses más tarde acaecí por Cuba sin advertencia de todos los males que ya había causado. Me bautizaron como correspondía: Judas Da Silva. Judas por el 13, porque para mi madre su marido seguía ocupando el otro hueco de la cama. Y Da Silva de aquella rama brasileña descendiente de un cargamento de esclavos que un día fueron comprados por un hidalgo español cuya fortuna crecía con el azúcar cubano.
Quiso Dios bendecirme al nacer en Guantánamo, donde el frío no baja de 25 grados porque escaseaba ropa decente para cubrirse y la única que pude ver de cerca era la que lavaba la negra Lializ, mi  calladica madre, en las rocas del mar hasta sangrarse.
Cuando un día me subí a esa guaga destartalada que terminó en La Habana, lo hice sin despedirme por miedo a caer de bruces en el precipicio de sus ojos.
Conocí a un hombre fuerte en el camino que nunca pude olvidar, era extranjero pero los cubanos lo amamos mucho. Siempre que viene un argentino me pregunta. Yo me iría a la Argentina pero Fidel no quiere y hace frío.
En La Habana no se veía tanto la pobreza como en la provincia de Oriente y además no había zafra.      Me cogieron dos policías y llevaron a un lugar donde me hacían bañar todos los días y ya no había que cepillarse las partes con esas hojas espinosas que hacen espuma pero arden. Todos los días tenía un plato de frijoles o plátanos fritos para masticar y como el Che argentino decía que todos los cubanos debían leer y escribir, así me puse y fue sabrosico llegar al 9º con diploma y todo.
Un día Fidel nos habló más de siete horas y nadie dormitaba porque algo feo parecía latir que no sonaban las guitarras ni las maracas.
Hablaba de Moscú y yo había estudiado que eso quedaba en Rusia y eran amigos nuestros.
Hablaba de bloqueo y del imperialismo yanqui.
Hablaba de racionamiento y de la guerra fría.
Y después de hablar Fidel otra vez vi la pobreza pero esta vez en La Habana.
Entonces yo era un muchacho y tenía ganas, por eso alguna vez robé pero a escondidas porque la cárcel es eterna aquí en esta tierra.
También trabajé de mozo para los turistas y viajé por el mundo subiéndome a las historias que me contaban. Pero no duré mucho porque yo tenía sueños, tantos sueños que los más de los días de la semana me quedaba dormido.
-          ¿Qué tú quieres, Judas? –decía mi patroncico.
-           ¿Qué tú quieres? ¿Mi ruina?
Y en esos romances duramos muy poco hasta que volví a la calle y entré en el mercado que tanto se parece a los principios de mis robos porque también se hace a escondidas pero es más elegante y risueño. Va uno por la calle y apenas atisba turista se acerca y al oído le deja caer frases como: habanos, ron, remedios para el colesterol, salsa cubana o carro. Si tú quieres yo te lo resuelvo.
Hasta que conocí a mi Gladis y supe ver prontico que ella era buena y dócil. Y que mis penurias habían fenecido por arte de magia. Ella es una negra gordita y graciosa con manos que no se cansan y saben hacer estas trenzas de moda que tanto apetecen a las turistas jóvenes. Yo, como un señorico, la sigo a todos lados y entretengo a las madres o a los novios mientras los convenzo con esta lengua prodigiosa que Dios me ha dado  de que van a hacer el mejor negocio de sus vidas si aceptan mis ofertas.
- Oye chica, qué bien bailas la salsa. Pareces cubana. Seguramente han de gustarte las trencicas. Mi mujer sabe hacerlas como nadie por solito 10 divisas o pesitos convertibles del mismo valor. Eso sí,
no puede hacértelas aquí en la plaza de la Habana Vieja porque la policía nos cogería a todos. Es
ilegal, tú sabes.  Pero tengo un hermano, es un santero, que nos presta la casa. Claro que tú debes pagarle el favor. Apenitas 5 dólares. Seguro en tu país pagas más caro.
Y a ti pana, si quieres quedar bien con amigos te ofrezco una caja de habanos que en la fábrica te dan a 380 dólares. Yo tengo un amigo que te lo resuelve solo por 50.
Y a usted caballero, que lo veo tan serio y tan solo. Te ofrezco una negra gordita y graciosa, buena y dócil. En los hoteles del Venado o en el Habana Café han de mentirte y estafarte, pero confía en mí. Yo te doy calidad y te lo resuelvo por apenas 100 dólares.
Nunca vi una mujer tan bonita, será porque vienes de la tierra del Che. ¿Sabes? A cualquier cosa estoy dispuesto  por ti, hasta llegaría al altar si tú me aceptas.
Y eso fue todo lo que tuve que decir para casarme con la inocente argentinita que me sirvió de pasaporte para escaparme de Cuba sin sospechas. Yo que no sé nadar, otra no me quedaba. Llegamos a Buenos Aires en enero de 1979 y fue costoso amoldarme a la ropa de los porteñicos, pero por unos meses comí y bebí opíparamente, me repuse del viaje que por ser primerizo me dejó hartico cansado, me aburrí entre las sábanas de mi mujer blanca que aquí vine a comprobar para mi desconsuelo que era muy complicada y hablaba sin una tregua. Hasta que un día me perdí por esas calles de Dios y olvidé la dirección. Anduve festejando la vida en todos los rincones donde encontraba compañía  y era todo un manjar, hasta que hace una semana entró la policía en un bar y nos pidieron documentos. No entendí ni la risa ni la voz cuando uno gritó como si hubiera visto al mismísimo diablo:
- ¡¿Cubano?!
Me subieron a un carro, me taparon los ojos, me pusieron los grillos y después de andar mucho, me bajaron a empujones. Desde entonces estoy aquí tirado. Me golpean, me escupen y me ponen electricidad en el cuerpo. Diocico mío, si he sido tan malo y pecador, estoy arrepentido. Me porté malísimo con mi mujer blanca, con mi querida Gladis, con mi calladica madre,  con Fidel y con el valeroso Che.  Quiero pedirles perdón y que nunca lo volveré a hacer. No quiero más los golpes ni la corriente eléctrica, no quiero que me griten Cubano hijo de puta, comunista de mierda, no quiero...!No!


ROMANCE GUANTANAMERO



Porque nació en hora mala
con el estigma del trece
lo bautizaron de Judas
y su destino padece.
Su padre, un cristiano errante
se fugó antes que naciera
y la dejó a su Lializ
con once negros a cuestas.
Pasaron hambre y tristeza
no frío porque Guantánamo
es tierra de manos tibias
para los negros descalzos.
Ay, pobre Judas, tan niño
viendo a su madre fregando
con lágrimas en los ojos
y los puños desangrados.
Un día subió a una guagua
que iba camino a La Habana.
A Lializ no dijo nada
porque no quiso mirarla.
No tenía ni diez años
este Judas de Guantánamo
cuando en medio del trayecto
vio a su Cristo americano.
Boina estrellada y la barba
enmarcándole la cara
un ángel en la sonrisa
y dos brasas que miraban.
Y Judas se abre camino
con objetivo certero.
El tumulto no lo arredra
ya es el niño guerrillero.




Y así llegamos, por hoy, al fin del viaje.
A quienes deseen participar activamente, con trabajos, les recuerdo:
tres o cuatro poemas breves, o un cuento corto; más una minibiografía del autor/a.
Remitir los trabajos a: millaco@ciudad.com.ar
Un abrazo ... bye bye
                                                           CRIS