PASAJEROS AL TREN!!!!!!
Los tiempos siguen complicados. Y es difícil no perder la esperanza de un futuro mejor. Y es difícil no bajar los brazos y comenzar a pensar que todo está perdido. Pero es necesario seguir en la diaria lucha. Por eso los escritores continuamos, más allá de las dificultades, entregando nuestro mensaje. Que un mañana mejor es posible.
Y con esa consigna nos ponemos nuevamente en marcha.
La locomotora larga su humito y se dispone a partir
con rumbo a la provincia de Santa Fe. Nuevos escritores han querido
acompañarnos desde allí y aquí los presento. ALICIA BORGOGNO. Nació y vive en CAÑADA
DE GÓMEZ (Prov. de SANTA FE).
Publica en revistas, blogs y antologías (nac.e intern.) Es Miembro de
REMES (España), Embajadora del Museo de
E Mail: borgognoalicia@hotmail.com
BUSCANDO LUCES
Tú sabes bien que en mí,
no muere la esperanza.
Rafael
Alberti
En
este mundo
de deshilachadas fronteras
la carne se oprime.
Se
entremezcla la sangre,
se
borran las esquinas,
se
confunden los horizontes.
Los
murciélagos tapan la luna fantasmal,
la
inocencia se desvanece,
se
almacenan destinos
y las
calles se llenan de sombras.
Escondamos
las derrotas,
encendamos
nuestros ojos
buscando luces…
para
dejar de llorar en las cornisas.
OTRO
ROSTRO
Un
rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos.
Octavio
Paz
Descalzo
deshilachó un rezo.
Percibí
su temblor
en
aquella soledad
concurrida de vacío.
Penetró
en su noche
siendo
otro rostro.
Y se derrumbó…
no
escuché el sonido.
CABALLO HERIDO
La noche
de ojos de agua en el campo
dormido,
está en tus ojos de caballo que
tiembla…
Octavio Paz
Tarde gris, adormecida.
A orillas del arroyo
el caballo agoniza.
Están
viniendo
a buscarlo…
Sus ojos fijos, vidriosos,
suplican al que cargó a sus espaldas,
al
que lo abrazó mil veces,
al
que fue su sombra
como algún pájaro,
como aquel rocío.
Están
viniendo
a buscarlo...
y el caballo aquí tendido,
con
su mirada dulce,
con
su respiración herida,
con
sus patas en cruz
como un vaticinio.
Sobre la alfombra de pasto,
con sus piernas vencidas,
está el niño arrodillado.
Están
viniendo
a buscarlo…
Están llegando.
MALVINAS…AYER, HOY Y SIEMPRE
Ayer,
tierra
caliente entre espinillos,
pasos
decididos buscando libertades,
reflejos borrosos como testigos,
deseos
tejidos con palabras heladas.
Hoy,
tierra
verde… cofre de sepulturas desvalidas,
sobre el
mar aquietado… nubes recortadas, luna tatuada.
Ayer,
tierra
hambrienta de cuerpos moribundos.
Hoy,
ronda de llantos ornamentando las tumbas.
Siempre, siempre…
almas con
dolor de ausencias,
con la sed
de un grito
buscador de
perfiles
que delaten
presencias.
Nos trasladamos para recibir a OLGA NORA
MANSILLA. Nació y reside en ROSARIO (PROV. DE SANTA FE). Poeta –
Escritora. Taquígrafa parlamentaria. Promotora cultural. Libro editado de
poemas e ilustrado con fotografías de Silvia Marmori: “Palabras al viento”. Publicaciones en tres antologías: una
del año 2018 y dos del 2019 (editoriales de C.A.B.A. y Córdoba). Distinciones
nacionales e internacionales (entre otras: Foro Femenino Latinoamericano;
Fundación Educacional de
E Mail: cuadernos76@yahoo.com
MADRE
Soy la sombra otoñal de tus raíces,
la que vaga incierta
entre las musas...
me he desprendido fatal de tantos versos,
que me tienta hoy más la muerte que la vida.
Busco enredar mis manos en la hojarasca,
para que el viento disperse mi quebranto...
ser una huella más en el camino,
de desdibujada historia sin destino.
Avizoro el vuelo del pájaro herido,
que por soñar la cumbre quebró el ala.
Quiero encontrar sedienta tus cenizas,
para calmar el ansia de abrazarte...
para esculpir tu corazón de tiza,
y volverte a la vida tras segundo.
No encuentro el color ni los aromas,
de soledad las rosas...los jazmines...
De tu candor de cisne me abrigaba...
Era mi mundo el paraíso...
Está dormido el tiempo entre cerrojos,
un silencio implacable guarda luto;
sólo la memoria se despierta...
Mientras... yo: un cuerpo más,
incierto entre las musas...
La magia... en un intento
de reinventar albores...
y el poema, con su bagaje de sueños
hacia el cielo...
El poema... el último baluarte de mi risa...
Y siguiendo en la misma ciudad ascendió al tren SUSANA SOLANES. Nació y vive en ROSARIO (Prov. de SANTA FE). Es docente
y escritora. Trata especialmente temas de Literatura infantil: cuentos, poesías
y obras de teatro. Secretaria de
E Mail: solanessusana@hotmail
POCHOLO, EL
AYUDANTE (Cuento infantil)
Mucha
gente piensa que los libros cuentan historias irreales, sin embargo, a veces en
la realidad pasan cosas que no se pueden creer. Especialmente, el lector debe
tener cuidado con los trabajos que les ofrecen porque pueden esconder algún
terrible secreto. En estos casos, lamentablemente se puede hacer realidad lo
que cuentan los libros, y si no se ha leído lo suficiente, la bibliotecaria no
lo puede ayudar.
-¡Cuánto me
alegro que hayas encontrado trabajo, Pocholo! En tu casa estarán muy contentos-
De esta manera, Liria felicitó al muchacho cuando le contó de su flamante
ocupación.
-Sí, más o menos.
Porque al principio iba a la mañana a la casa del Doctor, después me quedaba
también a la tarde y ahora hasta duermo allí. Yo creo que es porque él me tiene
confianza.
-Seguro que sí,
¿y qué trabajos hacés allí?
-De todo, porque
el Doctor es un hombre muy ocupado y no hay nadie más en la casa. Así que soy
mucamo, cocinero, mandadero, de todo un poco.
-Y te trata bien,
por supuesto.
-No sé, es una
persona un poco extraña, casi ni lo veo. Me dio unas indicaciones los primeros
días y después nada más. Cada vez conozco más la casa y parece que está
conforme conmigo. Pero él pasa el día y a veces la noche, encerrado en su
laboratorio y escucho unos ruidos muy raros, pero ni me atrevo a golpear porque
él es muy serio pero me paga bien y todos los fines de semana. ¡Ah! Gracias por
el libro que me recomendó, esta noche empiezo a leerlo.
Liria quedó
conforme con la conversación que había tenido con el muchacho a quien conocía
desde chiquito. Siempre había tenido problemas de integración en la escuela y
la familia se preocupaba por su futuro. Los que lo conocían no confiaban en su
capacidad para relacionarse o para resolver problemas, por eso es que esta
oportunidad de trabajar lo hacía sentirse muy satisfecho.
-Pero tengo que
observarlo y vigilar su tarea. Pocholo es un poco inocente en ese sentido-
reflexionó Liria.
A los dos o tres
días, el muchacho volvió a la biblioteca.
-Y, ¿cómo sigue
el trabajo?
-¡Muy bien,
Liria! El Doctor me aumentó de sueldo. Pero escuche lo más importante. Me dijo
que si sigo trabajando así, el mes próximo puedo ser su ayudante en el
laboratorio. Y voy a ganar más, por supuesto. Como no tengo que pagar en comida
ni vivienda, todo lo que gano lo ahorro. Me compré ropa, zapatillas nuevas y le
di lo que me quedaba a mi mamá.
-¿Y qué dicen en
tu casa del trabajo que encontraste? ¿No te extrañan?
-¡Sí! Yo también
los extraño, pero ahora que encontré esta oportunidad no pienso
desaprovecharla. Ya me anoté en una escuela para terminar la secundaria y
después voy a seguir estudiando. A lo mejor, Medicina, porque ¿se imagina lo
que voy a aprender en el laboratorio del Doctor? ¡Ah!, aquí le dejo el libro.
Muchas gracias, pero es mucha fantasía lo que cuenta allí, ¡quién se lo puede
creer!
Algo inquietaba a
Liria, pero no insistió ante el muchacho. Y a los pocos días cuando regresó a
la biblioteca continuaron con la conversación:
-Y, ¿ya entraste
en el laboratorio del Doctor?
-No, todavía no.
Me dijo que está en fase preparatoria de un experimento que lo va a hacer
famoso. Pero por ahora, sigo limpiando y haciendo los mandados. Lástima que
tengo problemas para levantarme temprano porque casi no puedo dormir.
-¿Por qué no
podés dormir?
-Porque el Doctor
sale todas las noches y vuelve muy tarde. Y hace mucho ruido tanto cuando se va
como cuando vuelve. Me inquietaba esa situación de modo que una noche lo espié
por la ventana. Cargaba en el auto palas, picos, sogas, linternas y qué sé yo
cuántas cosas más. Y cuando volvía, traía
bultos enormes que metía enseguida al laboratorio.
-¿Y siempre
estaba solo?
-No, lo ayudaba
un grandote y parecía que lo que traían era muy pesado porque al grandote le
costaba cargarlo. Después empezaban los ruidos en el laboratorio, pero era tan
tarde que al final me dormía.
-¿Le contaste a
tu familia lo que estás viendo en esa casa?- preguntó inquieta Liria.
-No, ¡están tan
felices con mi trabajo! A la única que se lo cuento es a usted, porque le tengo
confianza. Pero no será nada raro, ¿qué le parece? Raro era lo que pasaba en
ese libro que saqué de la biblioteca, a veces me acuerdo y me da risa.
Los días pasaron
y Liria no podía olvidar este asunto. Por eso, cuando Pocholo volvió se alegró
de verlo bien.
-Señorita Liria,
tengo dos noticias importantes que contarle. La primera, el martes que viene
según me dijo el Doctor, voy a empezar a ayudarlo en su laboratorio. ¡Qué
emoción! Porque aparte de aumentarme el sueldo, voy a conocer el proyecto que
está realizando. Cuando él sea famoso, yo también voy a compartir su fama. ¿No
le parece?
-Te felicito, pero
prometeme que vas a seguir viniendo para contarme lo de tu trabajo en el
laboratorio del Doctor.
-¡Cómo no! Vendré
cuando pueda y voy a compartir con usted mis progresos en el campo de
-¡Claro, estoy
muy contenta por vos!, y ¿cuál es la
otra noticia?
-¡Ah, casi me
olvido! Mire qué cosa rara, el Doctor me dijo ayer que tenía que leer ese libro que le devolví
hace poco. Que lo leyera muy bien, porque me iba a ayudar mucho. No sé por qué
lo habrá dicho, a mí me pareció un libro con mucha fantasía. Pero como él me lo
recomendó, ¿me puede volver a prestar Frankenstein
de Mary Shelley?
SUEÑOS
QUE ENSEÑAN
Tomasito se iba a
dormir tranquilo todas las noches, porque
sabía que cuando tenía un sueño intranquilo, aparecía su perrito Tim y
se lo llevaba de vuelta a la cama. Era muy compañero con su perrito, por eso a
él no le extrañaba que lo ayudara aún cuando estaba dormido.
Pero sucedió que
otro personaje apareció durante sus sueños. Un sábado, se fue con su familia a
la casa de la abuela Rosa, que vivía en un pueblo de campo. Pasearon a caballo,
se bañaron en el arroyo y cocinaron pan en el horno de barro.
También fueron a
la quinta de don Alberto. Era muy grande y había muchas verduras y árboles
frutales. Tomasito conocía bien a las verduras porque la mamá preparaba muchas
comidas con ellas, pero a él no le gustaba comer verduras ni frutas.
Cuando pasaba eso,
la mamá suspiraba y decía: -¡Ay!
El papá decía: -¡Hum!
Y Tim, preocupado, se mordía la cola.
En el pueblo donde vivía la abuelita, todo
era muy grande y había mucho espacio. Las veredas eran grandes, las cuadras
eran más grandes y el cielo era enorme. Esa tarde, antes de volver a su casa,
vio cómo el cielo se cubría de nubes negras y se formaba una tormenta. Por la
noche, se despertó frente a la puerta de su escuela. Había llegado tarde y
estaba solo. Golpeaba, pero nadie le abría. Entonces miró el cielo y vio un
montón de nubes negras. Empezó a llover y él se mojaba, pero nadie venía a
abrirle la puerta de la escuela.
Entonces sucedió algo extraño. En lugar de
venir a buscarlo Tim, llegó don Alberto a la puerta de la escuela y se lo llevó
a su quinta. Ahí había dejado de llover y las verduras y las frutas brillaban
con muchos colores. Rojo, verde, anaranjado. ¡Qué bien se estaba en la quinta
de don Alberto!
Por la tarde, en su casa, se acordó del sueño y quiso dibujar las
verduras y las frutas de la quinta de don Alberto, el que vivía en el pueblo de
la abuelita Rosa. Pidió ayuda a la mamá y
pusieron sobre la mesa algunas de las que la mamá había comprado en la
verdulería.
Tomasito tocó la piel de la papa que era
áspera y la del tomate, lisa y lustrosa. También la de la naranja que tenía un
montón de pocitos. Entonces, la mamá le dijo:
-¿Qué te parece si ahora
dibujás las comidas que preparé para esta noche?- El nene dibujó y pintó una
fuente de verduras crudas con muchos colores, otra con todas las frutas que la
mamá compró y las verduras asadas que hacía el papá en la parrilla.
Y después se las comió. ¡A las
pinturas, no! A las verduras asadas, a la ensalada y a las frutas. Le pareció
que estaban riquísimas. Por supuesto, los papás y Tim, quedaron muy contentos.
La
locomotora puso rumbo al sur cordobés, pues allí aguardaba INÉS MONGE. Nacida
el 5 de mayo de 1935 en JOVITA (prov. de CÓRDOBA),
ciudad donde reside. Ha publicado: “Aún es tiempo…de contar historias”
“Andando en un tiempo, sin tiempo” “Recuerdos de familia”. Participó
en certamen Literario Casa de
E Mail: inesmonge2222@hotmail.com
CUARENTENA
En la soledad de su casa se encuentra la abuela,
Le piden que no salga, ni asome siquiera.
En su mecedora, teje y teje lanas,
en su mente teje recuerdos, quimeras.
Desea ver sus nietos, sus hijos o amigas.
Nada es posible, no se puede abuela.
Su jardín recorre, pero no es el mismo
que ayer cultivara sus hermosas flores.
Tampoco eso logra, los años pasaron
curvaron su espalda, no hagas más eso
que tendrás dolores, abuela no puedes.
Los nietos no vienen…
No entiende la vida, ¿qué habrá pasado?
Le dicen pandemia.
Antes las vecinas pasaban a verla,
a tomar dos mates, con charlas amenas.
Tenemos que aislarnos, le dicen sus hijos.
No nos besaremos, tampoco un abrazo.
Solo desde lejos te hablamos abuela.
La gente se enferma, algunos se mueren.
Ella sabe que ya vivió tanto, vivió cosas feas.
En su mecedora teje la lana y teje quimeras.
Y entre punto y punto, se duerme la abuela.
ALMANAQUE
Y VIDA
Se deshoja velozmente el almanaque.
Caen los días uno a uno, como gotas de rocío.
Brillan al sol y luego se oscurecen en los charcos,
macilentos, efímeros.
O como el árbol más bello de la plaza,
tuvo días de esplendor con hojas verdes
que luego se volvieron amarillas.
El viento acunó sus ramas con audacia
su destino inevitable la caída.
Y mancilladas, se convirtieron en arcilla.
Así las personas pasan por la vida,
algunas brillan, otras oscuras, compungidas.
Quiero ser almanaque y que sigan pasando mis días.
Con brillo o sin él, pero rodeada de amigos.
Hasta que el destino indique
el momento crucial de mi partida.
Ya era hora de volver al
pago. Al tranquito lento el trencito regresó a su andén pampa. Y aquí los
espera con sus poemas y sus cuentos (más una minibiografía o actualización de
la misma). Agradezco a quienes me han enviado sus trabajos y ¡no desesperen!
que ya los iré publicando.
Un abrazo con distancia
social y barbijo
CRIS
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