Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 19

QUERIDOS PASAJEROS:
¡Qué placer reencontrarme con ustedes! A veces se alarga la distancia y la máquina anda medio lenta y llega tarde... pero pone empeño y vuelve a salir después de un descansito.
Y en esta vuelta ha andado muuuuy viajera y ha cruzado el charquito para visitar a nuestro vecino.

De allí, de Uruguay, llega hoy nuestra primera escritora: MILKA nacida en el departamento de Rivera y viviendo desde hace 53 años en la ciudad de Florida, capital del departamento del mismo nombre, lugar donde se proclamó la Independencia del Uruguay. Es profesora de literatura e historia retirada y aquí cuenta ella: "escribo poemas, tengo un libro y varias poesías más guardadas. Me encanta leer y leer y escribir, en un diario de mi ciudad tengo una página literaria que sale todos los domingos ¡y me trae muchas satisfacciones! He estado en varios encuentros de escritores, hace dos años estuve en Rio Gallegos y Puerto Natale, en  eventos hermosos como los lugares visitados y la gente ¡¡maravillosa!!! También con un profesor de historia tenemos otra página  sobre Arte en Florida, donde vivo, hemos dado charlas y estamos escribiendo un libro sobre la ciudad, ilustrada por fotos  a pedido de la Intendencia Municipal. Tengo un libro compartido  editado en 1999, además estoy en una antología de Arnaldo Giraldo de San Paulo -Brasil-, en dos del movimiento "aBrace" de mi país y también en dos  colectivas de mi ciudad, saldré en una de Perú y Ecuador que se presentará en el encuentro de escritores que se realizará en Cuenca -Ecuador- el 19 de junio próximo, una mención en un concurso del Centro Hispanoamericano de Artes y Letras (y no me presento a concursos) una poesía "MUSICA" que en una escuela se comentó , se estudió y la colocaron mural durante un tiempo; he visitado escuelas invitada a leer poemas y otras cosas más..... Soy madre de seis hijos y abuela con  13 nietos y los años que tengo no los puedo contar... porque son como los pájaros que pasan volando hacia la libertad!!!" ¿Qué más puedo agregar yo, humilde maquinista? Simplemente recomendar que saboreen sus poemas.

ESA MIRADA

La mirada azulada

trae recuerdos...

Recuerdos  de navegar 

por nuestra vida.

con un dolor a cuestas

 

Es volver a recordar

los sueños dulces,

momentos tristes

(silenciosos como una oración)             

 alegrías sentidas con amor,

cuando ilumina la luna.

 

Recordar  es vivir

caminos de sueños,

es vivir de ilusiones,

es revivir...

esa mirada azul....



          ALGUIEN


Siempre hay alguien,
alguien escuchando ....
nuestros cantares,
nuestros sollozos,
el ruido de nuestras alas,
el volar de los sueños,
nuestros sentimientos
mirando el mar,
mirando un niño...

Hay alguien ...
escuchando
nuestros latidos
de amor,
para decirnos
te quiero....

Cuando pegaba la vuelta desde la otra orilla rioplatense, el trencito decidió seguir por la costa y fue así que recaló en Mar del Plata, para encontrar allí a SUEVES (a) iA iA. Aclaro: el poeta y "viejo cuentero" (como se autodefine) aún no me ha contado el "porque" del seudónimo. Ha realizado muchos talleres  y cursos. En SADE ha participado en rueda de escritores y realizado sus talleres;  en la Universidad de Mar del Plata un taller con Delia Sans; en la escuela  de periodistas deportivos con María de la A o sea María Wernique. También ha incursionado en Dramaturgia en la Asociación de Actores, donde hacía guiones de teatro; curso de guión  de radio, cine, tv y publicidad en Argentores y en esto momento concurre a un curso de guión de cine y tv dictado por Julio Alfonso y Andrea  Bidat. En el rubro novela corta, está por publicar "De rosas blancas se alimentan los hijos del diablo". Asimismo en la editorial cordobesa LINEA ABIERTA, en la Antología "Un refugio en el siglo XXI" le publicaron el cuento "Los jóvenes y yo" en el año 2000. En 1999 ganó el premio ERACO de la Mutual Argentina de Artistas Profesionales en el rubro  CUENTO FANTASTICO. ¡Inquieto el hombre! Aquí les dejo tres poemas de su autoría... ustedes dirán....

De la vida el misterio


O, de libros he leído
   O, de voces he escuchado
         el gozo he sentido
 de aquellos que a la meta llegaron

O, nunca supe si el final era el principio
O, el principio era el final
si la tarde alborea al caer el sol
o preludia  la noche

De niño corrí a la vejez
y en la vejez hacia el niño corrí
O, el misterio de la vida
O, es la vida el misterio

Ropas llevo del joven viejo
que invento el tiempo que no existe
para descubrir sí el fragmento
es el principio del final,

O, de libro he leído
O, de voces he escuchado
 el gozo he sentido
O, de aquellos que a la meta han llegado.



 
En busca de la puerta de la muerte

Sin senda camino, el camino...... la premura de mis pasos  presume el misterio.
La vida es movimiento y combate, de la batalla llego derrotado
Marcas de lluvia en el pedrusco, que la gente ignora.
De hielo mi saliva, el silencio es residente en la morada de mi alma.
Ausencia de hoy.
Del ayer una mañana sin nombre.
Sin senda camino el camino, preso está en la huida y  mi rival se desnuda en gradas del infierno.
Lo lejano es inminente, voy a inhumar mi presente... Cabo Corrientes


Hoy Río


Naciste del dolor
viva el dolor

He llorado, lagrimas derramado
Me he enamorado.
Savia de mi alma vacía
azahares y rosas, tus manos
recogieron y abrió el
bendito cielo

Tus manos, artesanalmente
en noches forjaron
las llaves de mi corazón

Hoy río si tu ríes
canto sí tus cantas
gozo en tu gozo
me has revelado
Estoy enamorado.

Por fin llegó la hora de volver a los cuarteles para recoger la obra de la última escritora que nos acompaña desde el recuerdo: MIRTA ISABEL AMESTOY. Nacida en Choele Choel, provincia de Río Negro, allí pasó su infancia y adolescencia. Estudió Letras en la Universidad Nacional del Sur. Casada con un pampeano residió varios años en General Pico y luego se trasladó a Luis Beltrán y Bahía Blanca. En 1.983 regresó a G. Pico. Fue por esos años que la conocí y puede apreciar su valía como persona y como profesora (Paula, mi hija, disfrutó de sus clases en la Escuela Normal) y compartir la amistad y el amor por las letras. A comienzos de 1.992 nuevamente emprendió viaje hacia el Sur y se radicó en Viedma (Río Negro) con su familia. En 25 enero del 95' falleció  trágicamente en un accidente. Tiene publicado un libro "Fantasmas de hojarasca" y participó en varias antologías de las provincias de La Pampa y Río Negro. Premiada en numerosos concursos en Buenos Aires, La Pampa, Neuquén, Río Negro, en el 86' recibió de manos de Ernesto Sábato el premio de la Fundación Givré en el Teatro Municipal Gral. San Martín de Bs.As. La escuela secundaria de Viedma donde diera clase lleva hoy su nombre, como asimismo una sala de la Biblioteca Municipal de Choele Choel y la Biblioteca de la Escuela Normal "Provincia de San Luis" de Gral. Pico. No puedo ser demasiado objetiva en la calificación de su obra puesto que siempre me pareció excelente, y a medida que la releo descubro nuevas facetas que me fascinan. Les traigo hoy (y prometo que habrá segunda vuelta) dos poemas y un relato breve. Uds. dirán si exagero... ¡¡que la disfruten!!

LAS CASAS


Como reguero de musgo florecido
me persiguen las casas
que habité y me habitaron,
quizá porque en mí albergue
los sitios y las cosas,
los olores ...
que con su tersura o con vigor de útero
contuvieron mi historia
y la moldearon
 ... la imagen persistente de una mesa,
cierta sombra del árbol sobre el patio,
un rincón con herrumbre de recuerdo,
el hueco del amor
o aquel cielo perforando la ventana.

A veces, vagos pasos retumbantes
con sordina de tiempo macerado

corrorizan la imagen de algún cuarto

que recobra los tonos y el sonido,
como si desandara los caminos
y minuciosamente
pudiera abrir las graves puertas
que tras de mí cerrara,
cada vez que emprendía nuevos rumbos
dejando atrás las casas.

(senderos circulares
de un destino empeñado en reiterarse,
partidas dolorosas,
imprudentes regresos,
desarraigos ...
y siempre
y a pesar de los adioses
los sitios que habité y que me habitaron)

En un largo corredor de espejos
se detienen las casas,
guardando en el balcón o en algún cuarto,
en el patio del fondo o en la cama,
fragmentos de existencia
que habitarán empecinadamente esos recintos,
anclajes de memoria y remembranzas
... está el niño que corre una pelota,
está el viejo tapial descascarado,
están la voz que arrulla en la tormenta,
el sabor inviolado de la almohada,
un jazmín destilándose en perfumes
y la tumba del perro bajo el árbol.

Por ese largo corredor de espejos
se preservan las casas,
avanzo a tientas,
confundiendo tiempos,
reconociendo jirones de mí misma
dispersos y pendientes de algún ángulo.
Acaso salte fuera y dentro del pasado
y habite, a ratos, acogedores ámbitos.
Tal vez me quede en ellos para siempre
aunque una parte de mí siga avanzando,
como si desdoblada en múltiples facetas
fuera yo y mi destino
con mis casas a cuestas.
Por una de ellas entré a la vida un día
(conservo la memoria de ese instante)
en otras he habitado
y aún las llevo conmigo pobladas de fantasmas ...
Ya no pregunto
por cual de ellas me iré
pero guardo un secreto y desvalidamente
mi adiós irremediable
para la casa insomne,                                         
esa, la de las puertas que tras de mí se cierren
cuando hacia otros mundos presentidos y eternos
deba partir mañana.


CENTINELAS DEL SILENCIO

(la ciudad y sus perros)


Guardianes de la noche,
aulladores nocturnos de las sombras,
están los perros,
rumiando el hambre triste de sus días
con hondos ojos sabios que aún esperan.
Están en cada esquina, en las veredas,
bajo la magra sombra de arbolitos de invierno,
ateridos y lúcidos
con orfandad de amor en las miradas.

Los perros vagabundos acaso busquen
proteger las ambiguas fronteras
que los hombres se niegan a ofrecerles ...
Y estiran sus hocicos devastados
hacia la indiferencia y el acoso
de grises transeúntes insensibles.
Su territorio, a veces sólo es la esquina
que han elegido para olfatear el viento,
centinelas leales de inexistentes amos
con la angustiosa certidumbre
de un destino doliente
achatando sus colas depresivas
sobre el asfalto impiadoso y cotidiano.

La ciudad crece y se olvida de sus perros,
que le habitan esquinas y baldíos,
olvida el desamparo de sus ojos,
la ansiedad de caricias u palabras
de una cola acompañando sentimientos.
dócilmente sobreviven los perros
a la impasible indiferencia de los hombres,
aunque a veces un niño o una mano
Reimplantan por instantes la armonía.

Después vuelve a desterrarse al ternura

y bajo un cielo que se niega a las estrellas
la ciudad recupera sus silencios.
En la noche se suceden los aullidos
y hay aliento de guardianes
que vigilan las puertas de los sueños.
Compañeros de los mundos invisibles,
libres y heroicos
tras la aparente servidumbre de sus gestos,
alertas, visceralmente inquietos,
quedan los perros.

BIOGRAFÍA DEL JACINTO


         El Jacinto había nacido en el sur de la provincia cerca de Acha en un campito miserable de monte terroso adonde la Fermina había llegado arriando a sus hijos empujada por las miseria y las ganas del Aquilino su marido de intentar mejorar su suerte animándosele a la tierra que parecía de nadie tan lejos como quedaba de la llanura donde había nacido pero a pesar de sus deseos todos siguieron con el mismo hambre de siempre encendiéndoles fuegos en las entrañas y la sequía los apretó entre remolinos de tierra como aquel que cubrió el cadáver del Aquilino cuando el overo lo dejó tirado en medio de la nada como tirados estaban o al menos abandonados de la caridad de Dios la Fermina y sus chicos con el Jacinto recién nacido creciendo a borbotones aunque siempre esmirriadito y desganado a pesar de que los otros intentaban preservarlo un poco de tantas desgracias tal vez porque era el único nacido en esa tierra arisca que un día abandonaron para buscar en las orillas del Colorado mejor suerte y después siempre más al sur la búsqueda se aquietó junto al Río Negro donde los mayores levantaron un ranchito bajo dos grandes sauces al que la creciente del año veinte arrastró entre troncos y ramaje con tanta furia que apenas pudieron salvarse Jacinto y tres de sus hermanos porque la Fermina, el Gervasio y la Tomasita estaban demasiado dormidos cuando la barranca se desplomó de golpe sobre la pequeña playita donde estaba el rancho y así el Jacinto creció ayudado y después ayudando a sus hermanos ya que con los años se había vuelto hábil para manejarse en el río y terminó siendo balsero no tanto porque quisiera que él hubiera preferido remontar los senderos de su padre y descubrir la llanura verde de los cuentos familiares sino porque había que alimentar a la prole que ya le estaba dando Victoria Fonseca a la que había conocido una de las veces que fue al pueblo y ella le sonrió dulcemente entre el humo espeso de la pieza del prostíbulo adonde ambos habían idos a dar empujados por las circunstancias más que por las preferencias si bien Victoria supo ser una buena mujer de balsero y los chicos ya sabían ayudarlo en las faenas del agua como los pichones de costeros que eran después de todo y encima ellos no extrañaban la llanura y eran del agua nomás la misma agua que se había llevado a su madre y sus hermanos y que a lo mejor un día lo llevaría a él siempre soñando con la llanura desconocida pero que terminaría empujado por alguna creciente para dar con sus huesos entre las piedras de una playita como aquella en que la Fermina había levantado el ranchito que después no estuvo más.               


¡¡Parte el tren!! Y nos estaremos reencontrando en el afecto y las letras muy pronto. Para todos los lectores con inquietudes literarias que quieran ser incluidos en esta revista les recuerdo: enviar tres o cuatro poemas y/o un cuento breve, amén de una minibiografía. La dirección es: millaco@ciudad.com.ar
Un fuerte abrazo
                                      CRIS FERNÁNDEZ