Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 29

¡¡ BIENVENIDOS AL TREN !!

Y continuamos en la marcha por los caminos de la patria. Siempre bien acompañados por los escritores y por los lectores fieles y perseverantes.
A veces pienso que esta modesta revista se ha extendido tanto que es increíble... pero me hace feliz poder llevar las letras de tantos pasajeros a través del país y del mundo. Y sin más preámbulos paso a presentarles a los amigos que hoy suben al tren. Que esta vez la máquina anduvo media fiaquita y rumbeó para la Reina del Plata ... y allí se quedó ...

Por los Baires nos encontramos con JUAN MANUEL PATARCA. Nació en Pehuajó (Bs As) en 1975 y vivió hasta los 18 años en Carlos Tejedor (Bs As) donde realizó estudios de piano y guitarra. En 1993 se radica en Cap. Fed. donde realiza el profesorado de Lengua y Literatura y comienza la carrera de canto en el Conservatorio Manuel de Falla.
Su formación le permitió investigar en profundidad los ritmos y formas musicales de Latino-américa, para luego volcar este conocimiento empírico-formal, de la música procedente de diferentes tiempos y paisajes, en sus composiciones. A su labor de escritor suma la de músico, integrante de "eN Trío" grupo que acaba de editar su obra "AL NIDO" y que tiene una página web que invito a visitar:
www.alnido.com.ar
Juan Manuel nos dice: "nacido en la ciudad de Pehuajó y venido a grande allá por los pagos de Carlos Tejedor, provincia de Buenos Aires.... de donde le comparto mis recuerdos constantes y este puñadito de manzanillas que me salieron al paso mientras ladeaba la laguna por el terraplen de la trocha vieja... y el puente que se nos quedó dormido justo cuando el agua nos empujaba para los buenos aires.... ... y caímos acá no más, buscando yo qué se qué cosa... y nos fuimos quedando... y el tren que se nos ahogó en Naón... y el micro se fue por las nubes... y el trabajo que no te deja pensar... y el tiempo que no te alcanza... ... y en un balcón que da a la Plaza Congreso quedan todavía solo algunas manzanillas de aquellas de cuando andábamos con la barra de amigos cazando ranas por las cunetas..... y ella que las riega mientras ceba un mate... igualito al de la abuela... que nos llama por teléfono para contarnos si llueve, si hace viento, si sale el girasol o la alfalfa... si... si vamos pronto... en fin."  Confieso que su poesía clara, cantarina y fresca me gustó muchísimo.  Los invito a compartirla. E Mail: patarcas@yahoo.com.ar

En desde el carro

me basta el sol añejo
ceibo cansado
cuando vuelves torcaza
rumbeando el rancho
alargando el suspiro
con tu aleteo
alguien está esperando
basta con eso

el girasol se asoma
aguas arriba
buscando resplandores
a la deriva
vuelven las gallaretas
cada verano
trajo la sal el viento
hasta mi lado

pasaron varias leguas
desde el camino
y las aguas no bajan
será el destino
que me mojó la espalda
de cara al cielo
tus ojos son la tierra
donde me siembro

y me florezco alado
sobre las ramas
mientras rozas el sueño
bajan las garzas
del ceibo y se acomodan
blanqueando el pasto
mirando al sol hundirse
todo en un charco

esta copla en los rayos
se enredó un día
que digo como junco
como una espina.

La sien...

la sien, la mano, el pulso
(de la distancia
queda solo el camino)
la brisa, el rostro
(más allá de la sombra;
donde tus ojos)
van llenando la vida
bien desde el alba.
La voz, la sal, el agua
(de las palabras
ha nacido el silencio)
la luz, la escarcha
(resignando el ocaso
donde las horas)
van calando los días
en la mirada.

Habladurías

vendrá la luz a mi encuentro
por la tarde
por mi culpa madrugada
con tu nombre
diciendo que el adiós
después de todo
y del adiós al fin
queda el regreso
testigo de la dicha
es el olvido.
querrá el jagüel abrazarme
desde el agua
desde el mismo manantial que
enturbia el llanto
rociando la quietud
brisa primera
con el penoso ardor
que trae la noche
cogollo del recuerdo
es la partida.
-cállese el monte silente;
hable la vida.

Hypnos

te veré en mis ojos hoy
de arena o tormenta
con barro en el pecho
y sal en los pies
te dirán mis manos
que han llorado mucho
lo poco que he sido
por pensarte en mí.
cruzaré el desierto
de insomne agonía
romperé el hechizo
del no amanecer
y detrás del velo
que encierra mi luto
te veré hoy, despierto,
y me iré feliz.
Como los muchachos piqueteros habían comenzado a meter bulla en la zona del Congreso, la locomotora optó por tomar distancias y al tranquito corto se fue para el oeste del Gran Baires a buscar a CARLOS NIETO, escritor y editor de la Revista MAPUCHE. Carlos nació en la Capital Federal, vivió también en los pagos de José Pedroni, en Esperanza (Provincia de Santa Fe) y terminó recalando en Castelar (partido de Morón) donde hoy reside. Y le cedo la palabra para que les cuente de su vida: "MINIBIOGRAFIA, SI BREVE …   Difícil esto de escribir una breve autobiografía. ¡Y de uno mismo ! Es algo así como conectarme con el replay, y llegar hasta el vientre de la gestación, adonde me llevaron a “rempujones”. Cálido y confortable espacio para mí solo, una dicha. Pero como todo tiene un límite, llegó el desalojo sin cédula de notificación previa – como sucede en estos días – al que debí someterme agotado el derecho al “pataleo” .  Una nueva etapa comenzó, ahora me esfuerzo en recordar, si comencé a caminar primero o antes había gateado, y cuántos golpes sufrí, solo, sin la intervención con marchas “de taco y punta”.     Después vino una etapa: la “colimba”; de la que todos como yo, recordamos las cosas risueñas, las de joda  ¡bah! Pero anteriormente debí pasar por  el período escolar, al que también me introdujeron sin consultar. Es fácil y fastidioso recordar los actos escolares, esos en el que algunas veces debí afrontar la inestabilidad de la bandera de ceremonias, a la que había accedido a  fuerza del guardapolvos almidonado, orejas coloradas por la fregada de mamá, y el pelo engominado que “dolía”. Esa bandera de ceremonias que nunca sabías si era el momento de apoyarla en el canuto, o de bajarla hasta el piso.       Puedo decir que no fueron fáciles esos tiempos, pero si, que fueron superados sin dejar tantos sufrimientos como para querer borrarme de lo por venir; y lo por venir, fue otra etapa de la educación, que parecía interminable como los glaciares. Esa puedo decir  que quedó trunca por incompatibilidades manifiestas entre la educación y la inteligencia. De ahí en más, salí a enarbolar el sudor de la subsistencia a partir de la rebeldía contra todo lo establecido. Algo así cómo “no dar por el pito más de lo que el pito vale”, ¿se entiende? ¿No? Pese a todo prosigo, porque el compromiso que asumí, no va a quedar trunco por una nimiedad.            Probablemente algunos genes de mi contradictorio abuelo paterno, que de policía pasó a ocupaciones más sanas, como las de marroquinero y carpintero; explotando una veta en la que se destacaba como dibujante sacándole palabras a la carbonilla; también autor de sainetes inéditos, deben haberse instalado en mí despertándome la inclinación hacia las manifestaciones artísticas.  Un primer paso fue la creación de espacios culturales abiertos a las distintas comunidades. En otro plano, llevé adelante la fundación de revistas literarias, participando en otras del país y del extranjero. Como consecuencia de estas iniciativas, comencé a entrometerme con la literatura y, descaradamente, me infiltré en la poesía.  Atrás quedaron poemarios olvidables como resultado de haberme llegado el sentido común.      La decisión de volver  editar MAPUCHE (fundada en 1972) surgió de la necesidad de abrir, nuevamente, un espacio para que se expresen los nuevos creadores, y también para rescatar del olvido voces que tanto le aportaron a nuestra literatura.    Hoy, siento que el objetivo, aunque lentamente, se va cumpliendo. Y eso es lo que vale". ... Disfrutemos sus poemas. E Mailcenieto14@yahoo.com.ar  

H A B I T A N T E S



diariamente
                    emperrados buceadores Buenos Aires
habitantes de casas con árboles iguales y
milenarios defensores del sol
a las desprotegidas veredas,

diariamente
                   repujándole a las tapas del día
que asoma
                   imágenes de agenda perpetua
                   con el perfume del cuero recién sobado,

diariamente
                   como una manía eterna en madrugadas,
nos ponemos de nombre y apellido
en las palmas de otras manos,

                   y bebemos la savia necesaria
para una nueva y larga historia
poniendo en marcha
                                 la nueva claridad del día

                     a la carrera

                                       viento en contra

del invierno que se viene

nosotros
              habitantes
                               diariamente     



A LO MEJOR A USTED...

le ocurrió alguna vez
                                   que el ruido de la lluvia
le garabateó un concierto sobre el techo de zinc
y no se despertó por eso,

                                    o porque quizás el mate,
que le hacía compañía,
                                     lo tenía de insomnio
a media tarde,

                                     o porque la gotera,
cayendo ahí,
en el centro de la pieza,
le estorbaba el tango que apenas escuchaba
en un disco de segunda mano,

                                     o porque se tuvo que levantar,
caminar sin sonrisas y
encender la luz,
para seguir leyendo el diario
o un libro de poemas “linyeras”
por ejemplo,

                                     y quizás fue eso,

quiero decir: cuando parado junto a la ventana,
decidió “chuparse” con ginebra
la cama vacía en las retinas.

Ya calmado el ambiente, el trencito retornó a la Capi, precisamente al barrio de Parque Patricios para recoger al último pasajero de este viaje: ROBERTO FIGUERAS, conocido nuestro pues nos acompañó en la revista Nº 9. Tanguero de alma y escritor, fana de Racing e ingeniero químico.Sus preferencias por el "2 x 4" se reflejan en sus relatos. Esta vez, sin embargo, nos deja un cuento diferente, mefistofélico. Espero les agrade.

El espejo del Diablo

Con astucia, he advertido que maldecirás esa decisión, clavada como una astilla vítrea en tu cerebro, de escudriñar el porvenir en aquella placa de cristal plateado. Pero, desde que has asomado tu visión no podrás controlar las sensaciones tan atrayentes como repulsivas que encontrarás esta noche. Empero, con sorpresa y turbación, no conocerás aquellos sucesos inminentes a sobrevenir en la actual existencia sino los que acontezcan a partir de tu próximo nacimiento: Una criatura escurriéndose y cayendo de la camilla para rebotar como una pelota fofa ensangrentada. Un instante después, miras exacerbado a tu presunta madre, una mujer ruda y desdichada que sacude con chirlos de impotencia tu pequeño cuerpo, algunos años más tarde. Luego, divisas con asco al pequeño ocupado por tu alma, en busca de hojalata y cartón entre volcanes que emanan vahos fétidos de basura agria, como si fuera una alimaña desenterrando alimento. A continuación, aprecias en aquel mocoso sucio una inteligencia favorable para aprender en la escuela y astucia para sobrevivir al sórdido ambiente familiar que le tocó en suerte. Pero, inexorablemente, sufres la primer llaga cuando el hombrón que vive junto a tu madre, una noche te sorprende con el bofetón terrible que corta una ceja e inmoviliza, para consumar su violación inicial. Inmediatamente, observas los rostros intoxicados con pegamento en el encierro intemporal dentro del cuchitril de lata, unos segundos previos al extravío en tu cosmos renegrido. Avistas las sombras jóvenes sobre el horizonte del basural al amanecer, probando armas contra las ratas y, antes de martillar con coca tu sesera, atisbas de soslayo cuando todos se drogan en la preparación usual para atracos siempre feroces. Horrorizado, sientes la fría muerte cerca durante el minuto eterno en que la Federal acribilla aquella camioneta donde viajas y todo desaparece en un negro silencio. Al fin, supones que has muerto.
Pero despiertas espantado con los rugidos de las fieras encarceladas que saltan alrededor de la litera de cemento donde estás maniatado, entretanto devoran las cavidades de tu cuerpo seráfico infectado con virus. Cuando ellos te abandonan definitivamente, descubres que en la penumbra de los muros carcelarios has extraviado tu conciencia y moral.
Pero algún día vuelves a contemplar el sol difuso entre la bruma matinal, inundando la calle empedrada afuera del presidio. A pesar de todo, entre los cipreses distingues con una rosa la sepultura de quien fue tu madre, perdida entre miles de túmulos embarrados. Después, ingresando a la pensión, husmeas los rincones del cuarto alquilado, curioseando dentro y fuera de los muebles hasta topar con tu imagen reflejada por el espejo enmarcado, en la maciza puerta del ropero antiguo.
Regresas a la villa de tu origen, para examinar la órbita ocular recién vaciada con una faca de filo presidiario en el cadáver del hombrón y aplacado, sales con dinero de la casucha para percibir una traición inmediata en los ojos delatores de viejos compinches. Desde la terraza del hotel, oteas aquella vigilancia que te acorrala día a día y durante las noches vislumbras espectros, invadiendo el cuarto y tu alma.
Al amanecer de esa larga noche mirando en el espejo, ves retroceder del otro lado al hombre conocido que eras antes, quien pretende negar los hallazgos descubiertos dentro del cristal y aterrorizado, intentará romper el futuro que le acecha, tomando impulso para incrustar su cabeza desde adentro.
Ahora te espero aquí.

¡¡ Y se acabó !! El trencito ya se marcha hacia su andén piquense, donde reposará y juntará fuerzas para el próximo viaje.
Como siempre invito a los escritores a enviar su material y una minibiografía a: millaco@ciudad.com.ar
Me despido con un ¡hasta la vista! y nos estamos encontrando cada día en el afecto.

                              CRIS FERNÁNDEZ