Que en este mes de Noviembre cumple jóvenes 16 años. Los
chicos crecen… Como crecerá la certeza de lograr un mundo mejor, más justo y
equitativo, si cada uno de nosotros pone su granito de arena en esa
construcción diaria. No es tarea fácil … lo sé … pero como dice la canción:
“¿Por qué caerse y entregar las alas?/¿Por qué rendirse y manotear las ruinas?/
Si es el dolor, al fin, quien nos iguala/ y la esperanza quien nos ilumina”
Y nos vamos … Ya la locomotora resopla, la campana
suena y ¡partimos!. Nuestra primera parada será en LABOULAYE (provincia de CÓRDOBA) donde reside mi amigo del alma CARLOS H. GALLO GRECH. Nacido por esos azares de la vida en MONTEVIDEO (Uruguay),
desde chiquito vino a la
Argentina y se crió en Buenos Aires. Estudió periodismo y su
vida laboral tuvo variadas y diferentes facetas. De Bs. As. rumbeó para estos
pagos de General Pico (donde nos conocimos hace una ponchada de años) y alternó
el comercio con el periodismo radial y televisivo. Durante varios años presentó
en la Tv. local,
y más tarde en la de Santa Rosa, su programa "Charlas de
Café" que fue todo un éxito. Asimismo en la televisión presentó "Por
la vida", el primer programa de prevención y educación para la salud, que
fue galardonado con un Martín Fierro (programa del
cual, en el primer año, fui productora). Tuvo programas radiales en la L.U 37 de G. Pico y en
diferentes FM locales y fue colaborador del diario La Reforma (de esta ciudad). Conoció
a una dama cordobesa y fue cuestión entonces de alternar entre LABOULAYE (su residencia actual) y esta ciudad. También en
Laboulaye realizó la versión televisiva cordobesa de "Por la vida". Actualmente se dedica al
comercio. Es una hormiguita viajera ¡je! Aunque medio retobado para participar en concursos, ha
obtenido premios con cuentos y poemas. Aquí les traigo uno de sus cuentos,
absurdo y delirante, con ese humor irónico que lo caracteriza. ¡A
sonreír entonces!
Breve referencia al desafortunado percance que
sufrió Esculapio Pérez al regreso de su excursión a la Atlántida
Había una vez un señor muy atildado y
soñador. Había fabricado un adminículo volante al que bautizó ortóptero. Lo
había fabricado con dos ventiladores, ahora innecesarios ante la aparición de
los aires acondicionados, un pedazo de cuerpo de molino y un mango de paraguas
como instrumental de vuelo. No volaba muy alto ni muy rápido, pero a Esculapio
eso no lo preocupaba. Solía hacer paseos de varios días con sus respectivas
noches, como si nada.
Un día,
cuando justito le sacaron los aparatos de la ortodoncia, ya con sus dientes
derechitos procedió a levantar vuelo con rumbo desconocido. Villa Ortúzar quedó
atrás y se internó por otros barrios ignotos. Pasó por Carlos Berg, por el
Barrio Talleres y por otros lugares desconocidos y siguió volando. Más tarde
llegó a un mar grande, grande. Ahí puso el artilugio volante casi rozando las
olas que a veces lo salpicaban sin querer. Se acostaba sobre el cuerpo de su
nave y bajaba la mano hasta rozar el agua. Pensaba que le hacía cosquillas al
océano. Y así jugando, se quedó dormido un largo rato.
Clareaba cuando descubrió el perfil de un
continente nuevo. Se refregó los ojos pensando que todavía no había salido del
sueño, pero descubrió que estaba bien despierto. Lanzó el ancla que se enganchó
a una palmera y procedió a bajar. Ahí descubrió que no había inventado la forma
de pararlo, así que dejó a su aparato bien amarrado, planeando suavemente en derredor de la palmera.
Esculapio
caminó y caminó hasta que encontró un cartel que decía: Atlanta Campeón. Dedujo
que había llegado a la legendaria Atlántida, que no era una editorial, sino un
continente perdido. Por fin, halló un atlante. Era alto, como le habían contado
que eran, corpulento y con una gran barriga, un bombo y un sombrerito hecho con
un pañuelo con las puntas atadas. Qué divertido, pensó Esculapio, y se dedicó a
comunicarse con su sorprendente amigo. Yo, dijo mientras se señalaba, de Villa
Ortúzar. ¿Usted? y lo señalaba al otro, ¿es un atlante? El hombre alto asintió
con la cabeza. Él, entonces, lo invitó a viajar en el ortóptero hasta su casa.
El atlante volvió a asentir y Esculapio lo tomó de la mano, lo llevó a donde
estaba su aparato volante y lo hizo subir atrás.
Viajaron y viajaron hasta que encontraron
la tierra; sobrevolaron El Barrio Talleres y Carlos Berg, donde tuvieron que
esperar porque estaba la barrera baja. Y,
por fin, llegaron a su casa.
Le
hizo comer al atlante un asado de tira, que el extranjero devoró
inmediatamente. Luego eructó, con un eructo largo y perezoso que no parecía
terminar nunca y se fue a hacer la siesta.
Esculapio salió contento de su casa. Fue
hasta el diario, a la radio y al canal de televisión. Su descubrimiento debía
hacerse público. Que todos supieran que finalmente, lo de la Atlántida era cierto.
Así que citó a todos a su casa a las cinco menos cuarto. A esa hora ya tendría
que estar despierto su invitado.
Cuando volvió, no pudo encontrarlo. También
faltaba el ortóptero, la tele y el frasco lleno de monedas.
Esculapio se quedó de una pieza. Su
invitado había partido. Ahí se dio
cuenta de que la gente, cuando se la saca de su lugar, extraña.
Nos despedimos de
Carlos y seguimos un poquito hacia el norte de la provincia, pues nos aguardaba
LUISA ESTER CARBALLO. Nació en CÓRDOBA CAPITAL. Profesora de Economía Doméstica, título del
Instituto Nuestra Señora de la Merced. Pos-título Especialista en Gestión y Administración
de Sistemas Educativos – Universidad de Playa Ancha Chile.
Jubilada como Prof. De Educación Tecnológica.
Asiste desde hace 20 años al Taller Literario del Colegio de Escribanos de
Córdoba. Obtuvo mención y dos primeros premios (Categoría poesía) concursos
organizados por la
Municipalidad de Villa Tulumba. Participa de Encuentro de
Poetas y Escritores. Organiza encuentros de escritores en Tulumba. Publicó en
25 antologías: poesías y narrativas. Y tiene aún inéditos los libros Señal y Brisas. Participó en el Noveno Congreso de escritores SADE Córdoba 2015. Hoy nos trae
dos relatos con aires de tierra adentro.
E Mail: cluisaester@yahoo.com.ar
EL
NIÑO DE PRAGA
Matilde
acarició al Niño y lo paró cerca del pescante del sulky. La estatua era de
porcelana con los ojos de cristal, mirando al cielo. Tenía levantada la mano
derecha en actitud de bendecir y en la
izquierda sostenía un globo dorado, que según la vieja representaba la tierra.
Ella decía que había entrado a su casa a
derramar bendiciones y que fue un regalo de su madre cuando ella se casó.
Matilde
unos diez viernes, después de la
Epifanía , ofrecía misas a su protector.
Dado que
el padre Pereyra tenía compromisos con otras capillas vecinas, el horario para
el acto religioso de esta ocasión estaba pactado a las diez horas
El
alazán sabía de memoria cual era el recorrido para llegar a la Parroquia.
El trote
del caballo era más bien un galope y en muchas oportunidades se iba solo con el
Niño, porque ella se apeaba en las cruces de madera que había en las banquinas,
impulsada por la fuerza de ánimas vivas que necesitaban oración. El animal no
tenía mucha paciencia con ella ni con los finados.
Esta vez fue un zorro el que la hizo
descender del sulky. Con un salto
elástico, Matilde le cortó el paso; el
astuto llevaba una gallina. Sorprendido quedó bajo un tala donde
ondulaban plantas de amor seco.
- ¡ Tiburcia!
-le gritó a la dueña de casa que estaba a una cuadra del lugar.
El
silencio fue la respuesta
¡Tiburcia!.. –el grito esta vez estalló.
El
zorro desvió la mirada. Ella conocedora
de la sagacidad del bicho, de nuevo le cortó el paso.
- Acá vengo Matilde –dijo Tiburcia con un
palo en la mano
-No
hablés carajo que está como lelo –alcanzó a decirle y el zorro pegó la vuelta.
- Bien
haiga animal sagaz –dijo Matilde y le gritó
-¡Aura pal norte, Tiburcia, que
se escapa!
-¡Pal
norte, pal norte!
-Jue`pucha. Casi lo agarro de la cola –dijo Tiburcia
Las dos mujeres en el entrevero rodaron en el amor
seco. Con las polleras y blusas cubiertas de las semillas negras, salieron a la
ruta a buscar el sulky.
Las
huellas del alazán habían quedado esparcidas en el camino.
-No
merece la pena darle mái. Es un sotreta
ladino –murmuró Matilde y las dos se encaminaron al pueblo.
El
padre dio la última campanada, llamando a la misa y como otras veces, salió del
templo para ver si venía el Niño. Estaba el sulky sin Matilde y como siempre
buscó la estatua para la
Ceremonia. Tampoco estaba. De repente, por la calle
principal, vio que venían dos figuras
con ropas oscuras. De inmediato reconoció a Matilde.
El
Niño se ha descolgado del sulky –le dijo el padre
- No
puede ser –dijo Matilde muy afectada, apuntando la mirada a su alrededor.
Comprobó luego que efectivamente no estaba en el rodado
- Qué hacemos -preguntó Mtilde
El
padre entró a la Iglesia. En
un instante vaciló, que ya eso había acontecido
Sólo atinó a decir: Hoy el Niño
por algo no está entre nosotros, algún pecador está en el templo. Preocupado, dio comienzo al
acto religioso.
Cuando finalizó la misa y dijo vayamos en paz, algunos feligreses se
apresuraron a salir para ver el sulky.
Matilde les agradeció a todos. Tomó las riendas, olvidándose de
Tiburcia. El alazán arrancó al galope, husmeando al viento.
El ruido áspero de las ruedas, la pena que habitaba en ella, todo
laceraba sus entrañas.
- Lloro porque se me ha perdido el Niño- le dijo a su hija cuando llegó
a la casa.
- Mamita Él se las ha arreglado para quedarse conmigo – le dijo la hija
espulgando un perro. –Usted nunca lo ha
llevado -continuó sin levantar la mirada.
POR CULPA DE LAS CATAS
No
queda otra para liquidar las loras, que
utilizar gomeras –dijo el jefe comunal a
los perjudicados que habían solicitado ayuda para combatirlas. Las cotorras
devoraban sin piedad las espigas de maíz.
¿Cómo lo haremos? –preguntaron a coro los
hombres
Sus
niños las van a liquidar. Empezamos mañana mismo- Les contestó el intendente y,
apuntando a una carpeta continuó -. En esta ley orgánica se establecerá que el pago por par de patas será de
veinticinco centavos y la comuna
entregará las hondas.
Como
si se hubiesen puesto todos de acuerdo, fue un miércoles cuando llegaron juntos
a la oficina: unos por libre deuda, otros para patentar vehículos, los
carniceros para que no entrara carne clandestina y junto con ellos con
guardapolvo blanco, Marcos Hildelbrando Centurión. Marquitos, nieto de don
Hildelbrando, hombre reconocido en la zona. El niño, echando la mano al
bolsillo, sacó un puñado de patas y las puso sobre el escritorio.
-Páguemelas que se me hace tarde –
dijo-.Son ocho pares-agregó.
La secretaria Rosa Ramos de Flores, corrió el papeleo y
las patas a un costado, abrió un cajón, tomó dos pesos y se los entregó al
chico, quien salió corriendo.
A las
doce horas la oficina se había despejado. Rosa estiró las piernas y comenzó por
el estado de cuenta. “Todo en orden “, se dijo, hasta que contó las patas.
Un par no
correspondía a las loras. Era uñas curvas,
sí, idénticas, pero el muslo un poco más gordo y unos dos milímetros más altas.
“Son
patas de halcón”, se dijo Rosa. “Pero que saben de esto los de las ciudad”.
Empaquetó
todo y lo envió a la
Dirección de Municipalidades que estaba a cargo del Contador
Nicolás Ignacio Bruno, un señor muy decoroso.
No habían
pasado quince días cuando el cartero entregó a la secretaria un telegrama.
“Transparencia,
principio básico de las administraciones públicas. Retirar patas de halcón
estación ferrocarril Deán Funes.” Citaba el mensaje
Desde entonces Rosa, como un aporte a su autodefensa, anotaba los días
que iban pasando después del telegrama.
Treinta y dos habían transcurrido cuando recibió otro, ahora de Bromatología.
Una multa de trescientos pesos por mercadería putrefacta. Un importe imposible
de abonar antes de fin de mes. Rosa siempre gastabas a cuenta. Esa cantidad era
su sueldo. Al problema lo descartó, por fácil, hojeando otros expedientes.
-Puedo firmarlo –se dijo Rosa – que esto quedará simplificado en olvido.
Pero esta vez el destino venía ataviado de vicisitudes opacas.
“Presentarse Juzgado de Primera
Instancia e Instrucción Publica. Sede Deán Funes, el día 12 de marzo de 1956 a las 10 hs., bajo
apercibimiento de ley”, -decía la
citación.
Ese día la secretaria entró sin paráclito a la sala. Ahí sólo se
encontraba un chapista soldando una caja de metal. Mucho después entró un
señor, con aspecto de juez y luego otro y un tercero. Por consiguiente ese
parecía ser el jurado. Y claro que lo era.
El
artesano, entusiasmado, seguía soldando
la caja sin inmutarse y producía un
ruido ensordecedor. El fiscal no rehusó la molestia y comenzó con el juicio.
Rosa le hizo señas de que no escuchaba nada. Con un movimiento de cabeza, el
fiscal le ordenó al hombre que se
retirara.
-Como verá señorita Rosa, en esa caja está el cuerpo del delito- dijo el
fiscal con toda la potencia de su voz. Sí, ahí están las patas del halcón –
agregó mostrando una caja de fósforo envuelta en papel madera. Autos
caratulados “Dirección de Bromatología
c/Rosa Ramos de Flores s/patas de halcón” –comenzó a leer
Rosa
que, por consejo de su madre, había tomado un té de tilo, cerró los ojos, puso una mano enlazada
a la otra sobre la falda y la voluntad
que se resistía, comenzó a columpiarse y la sala ya no era sala, era un templo.
A lo lejos, escuchaba como un sermón o, mejor dicho, como unas letanías.
Las
costas suman ochocientos cuarenta y cinco pesos con veinticinco centavos,¿si?
–le decía el fiscal-. Incluyen medio metro de chapa galvanizada, ¿si?; tres
barras de estaño, ¿si?, seis horas de peón
al chapista, ¿si?; trescientos
pesos de multa a bromatología,¿si?
Durante la lectura de la última cláusula, la secretaria, ya con un
manejo cabal de la capacidad del intelecto, se sobresaltó y un sollozo escapó
de su garganta. Fue cuando el fiscal dijo que tenía que cavar un pozo a unsa
dos leguas del ejido municipal, de tres
metros de profundidad, colocar la caja metálica que contenía la caja de
fósforos y vaciarle dos bolsas de cal
viva para evitar contaminaciones.
-¿Desea declarar algo sobre las
medidas tomadas? ¿considera que son justas?-le preguntó uno de los
jueces.
Rosa vacilaba sobre sus piernas al
incorporase. Más que vacilar, se balanceaba de un costado a otro,
carraspeando sin parar, con los ojos que
giraban en las órbitas, en un intento de aclarar su visión y sus ideas. Sacudió
la cabeza y masculló “mocoso de miércoles”. El tribunal dio por finalizado el
juicio.
Serían cerca de las dieciséis cuando Rosa se reunió con Secundina Acosta
y ella le recomendó que contratara a Juan Luna para la excavación
-Es muy experimentado en ese trabajo
-le dijo
Un día lluvioso, por la mañana, llegó el pocero para comunicarle
a la administrativa que al pozo lo había dejado sin tapar antes que
declinara el sol, con la idea de hacerlo al otro día pero que el tiempo era
amenazante.
-Usted es una persona capaz de llevar a buen término una tarea que ya
está paga –le dijo Rosa resignada-. Mire usted el peligro de que caiga algún
animal –agregó
- Ahí quería llegar –le dijo el hombre-.Siento en el pecho un dolor profundo. Se ha caído al pozo un petiso zaino, calzado en las cuatro
patas y, por la marca, es de don Hildelbrando Centurión.
Cuando Rosa divisaba mentalmente
su situación patrimonial en merma, súbitamente un móvil policial orillaba su
silueta.
Ya sé -alcanzó a decirle la
administrativa
Don Hildelbrando Centurión llegó a la comisaría y dijo “que van a arreglar entre ustedes; que
solamente le tenés que pagar las herraduras” –le dijo el comisario sin
descender del vehículo y partió.
“La suerte siempre me regala esas cosas buenas”, se dijo, feliz, la
secretaria, al momento que chiflaba una lechuza.
Y ya que estábamos cerca del aeropuerto ahí nomás
el trencito se embarcó rumbo a la tierra de los mariachis, para recibir a un
amigo que ya ha viajado con nosotros: WASHINGTON
DANIEL GOROSITO PÉREZ. Nace en
Montevideo, Uruguay el 24 de junio de 1961. Reside en IRAPUATO, MÉXICO desde
1991. En el año 1999 obtiene la ciudadanía mexicana por naturalización. Estudió
Periodismo aplicado a los Medios de Comunicación Social en UTU. Licenciado en
Sociología. Postgrado en Enseñanza Universitaria. Diplomado en Desarrollo
Humano Integral. Master en Ciencias con Especialidad en Sociología. Catedrático
Universitario, Periodista, Conferencista, Poeta, Ensayista e Investigador. Ha
obtenido premios de periodismo, ensayo, cuento y poesía en México, Uruguay,
Brasil, Argentina, España, Estados Unidos, Alemania y Francia. Ha integrado
antologías poéticas en Uruguay, México, Argentina, España, Italia y Estados
Unidos. Columnista de Análisis Internacional y Temas de Defensa en
publicaciones de México, Uruguay, Argentina y Ecuador. Miembro de la Unión Católica Internacional
de la Prensa (UCIP),
Poetas del Mundo y Red Mundial de Escritores en Español (REMES). Ha publicado
en Brasil, Ecuador, Suiza, Italia, México, Argentina, Uruguay, Colombia,
Estados Unidos, Chile, Cuba, España, Rusia, Israel y Paraguay. Integra 15
antologías internacionales y 3 nacionales (Poesía, haikus, poemínimos y
microcuentos). Hoy nos entrega sus poemas que espero disfruten.
CAÍDA LIBRE
Las
chicharras cantan
desentonadamente,
bajo
un sol que raja la tierra
convirtiendo
en cenizas el paraíso.
La
leve brisa
sacude
un globo loco
que
lucha por elevarse
sin
alas.
Los
colores se entremezclan
en
paisajes de mares celestiales.
Un
papalote solitario
dibuja
acrobacias,
umbral
de una caída estrepitosa
como
un Martín pescador
tras
su presa
en
caída libre.
PESADILLA
Luz
plana,
esparces
tu sombra contenida,
pedazos
de periódicos,
se
unen a mareas de objetos inservibles
que
el viento recicla amorosamente.
Intrincado
laberinto urbano.
Es
de noche,
se
hace tarde,
la
gente se dispersa.
Intrincado
laberinto urbano.
Los
edificios se robustecen,
grandes
formas caminan hacia el cielo,
cubiertas
por la enorme oscuridad.
El
tiempo se desliza,
en
el silencio de la noche.
Ahí,
donde
se hunde la eternidad
sin
dejar huellas tras de sí,
sólo
pedazos de imágenes.
Emergen
de la turbia niebla
cascarones
de navíos,
náufragos
sin mar.
Pasarán
grandes lunas
y
cielos
encapotados.
Soles
con ojos de insomnio,
no
despertarán al hombre
de
la pesadilla de caminar
a
la deriva.
Brindamos con varios tequilas, cantamos un par de
ranchera … y era hora de partir. Llegados a nuestro país el trencito se arrimó hasta
la localidad de MORENO (provincia de
BUENOS AIRES) pues allí nos esperaba JORGE
OMAR HERMIAGA. Poeta nacido en
Buenos Aires, residente en MORENO (pcia. de BS.AS). Participante de concursos y
certámenes literarios, donde obtuvo
varios Premios y Honrosas Menciones (Nacionales
e Internacionales). Invitado a participar de Antologías, editó en gran cantidad
de ellas. Publica actualmente en Diarios y revistas de Capital, Gran Bs. As., e
interior del País. Sus libros de poesía: “Soñar
con la panza vacía” (Ed. La luna que 2014). “Desolado – 50 poemas y ninguna flor” ( Ed. Tahiel 2017). “Pan de Agua” (Ed. La luna que – 2017).
Les traigo sus poemas, con una fuerte impronta de denuncia social.
E Mail: jorgehermiag@hotmail.com
JUAN
A Juan Gelman.
Cada
tanto me visita una pena
y
un día, quizás hoy,
con
lluvia intermitente
estará
Juan asomado a su balcón
esperando
las sonrisas de los que él ama.
Tenia
razón al declararse vivo.
Ahora
que se ha echado encima el otoño
(es
marzo 24)
en
la radio un comunicado
suena
a rock pesado, a rock gastado
(de otros
tiempos).
Ese
día descubrí que la decepción
tiene
ideología.
Yo
sigo aquí
junto
a esta silla donde nadie se sienta
sabiendo
aquello conocido
del
horror de este mundo,
buscando
lugar
bajo
este sol de pertenencia.
Veo
figuras de barro
figuras
de cera
también
de carne y hueso
primeras
figuras con fugas de cerebros
y
escucho decir:
No
escribas en vano.
BUEN VIAJE
De sobremesa
extasiado
con sobredosis de paloma
toma un remis
(de Guillón a Moreno)
se piensa argonauta
escribe un poema en la pared
éxito parcial
por la consigna
"Marche preso".
Encima
entre 5 y 7 balas
tenía en el bolsillo.
PASADO
DE REVOLUCIONES
El macetero
(Porta ligas de una noche irrefrenable)
mira desde el suelo.
Por sus tres ojos vacíos
se le escapó la tierra,
también se fue la sangre
de
los revolucionarios.
Porque la revolución
siempre viene de abajo,
de la tierra que gime
que muerde el hambre
que llora pobres.
Aún queda esa mirada
del cero y el bastón
- Señora –
(a la derecha de su televisor).
Cielo de charlote y rococó
bajo cascos de piratas.
¿Quién se cortará las trenzas?
¿Alguien se inclinará
por el
budismo popular?
¿O habrá caído
el
macetero…
Y
la revolución?.
HORA DEL ALMUERZO
¡Cuidado!
Dijo Juan
están
poniendo huevos de serpiente.
Señora
Un
almuerzo
alcanza
para cien gorriones.
-Pero
no es lo mismo-
La
compasión come con la mano
chorrea
grasita militante
la
empanada
los
dedos
el
traje desnutrido de niño.
¡Que
bochorno!
Madame
Curie.
¿Como
hacer silencio?
Añico de las horas tristes
el agua turbia cruje
en ese manantial estancado,
remedios vencidos,
promesas
para que alcen las barreras
puntos y comas
no importa quien se embroma.
Es buitre de otra tierra,
Tumbas y despojos
alzan la voz de la inocencia.
Diferencias :
La base oscura del pelambre,
El vuelo sobre las cenizas pobres.
Y ese cachetazo que no cesa
Coca, Mary y Juana
a la vuelta de la esquina.
Había llegado el momento de regresar al pago. Pero festejando este cumple la maquinista quiere también aportar algo de su cosecha. Aquí vamos.
ELLA
Ella barrió las hojas
del otoño
y sintió que esparcía
la esperanza …
El silencio en la tarde
le pesaba
como un manto de gris
y de neblina.
Irremediable otoño
solitario …
sin abrazos ni besos …
Tarde fría …
Quiso alzarse de nuevo
-fortaleza
que los vientos del sur
estremecían-
pero bajó los brazos …
dijo ¡basta! …
y se entregó al otoño
que moría ….
Y el corazón se desgajó
sangrante
y no pudo encontrar
la luz perdida.
ÁRBOL DE
INVIERNO
Cortaderas –
San Luis
Bajo tu sombra estival
se cobijaban pájaros
destejiendo armonías
en la mañana clara.
Detrás, los cerros,
dormían sus sueños milenarios
en las rocas grisáceas.
Un hilo color plata
denunciaba el arroyo
que bajaba cantando
entre las piedras.
Hoy te encuentro desnudo,
despojado,
ramazón invernal,
negro silencio.
Aguardando, quizás,
la primavera
que reanime tu savia
te engalane con flores …
verdes brotes …
Esperando el regreso
de los pájaros
bajo los cielos azules
del verano.
GAVIOTA
Abrió las alas …
Se elevó en vuelo ...
Recta línea
en el viento atardecido.
Sobre el mar verdeazul
y espuma nívea
dibujó filigranas
en el cielo.
Con rizos lentos
jugó por las alturas
danzarina etérea …
iridiscente …
En un instante
-cortando la rompiente-
fue un rayo fugaz
en su caída.
Abrió las alas …
Se elevó en vuelo …
Una línea
perdiéndose al poniente …
PAISAJE
SERRANO
Valle de Conlara –
San Luis
El camino desciende.
A lo lejos el valle
se despierta en diseños
demorados
por la bruma invernal.
Detrás los cerros
recortan su perfil
-filigrana rocosa
gris antiguo-
mientras el sol asciende lentamente.
El silencio me envuelve …
Una dulzura cálida
y profunda
repercute en la piel…
En un abrazo ancestral
-primigenio y vehemente-
el paisaje me ciñe …
Y la vida renueva
su armonía
y el corazón se enciende.
Y hemos llegado a nuestra estación. Aquí los espero
con sus cuentos y poemas. Más una minibiografía. La revista la hacen ustedes,
cuento con su colaboración ¿sí? Enviar material a: letrasenelanden@gmail.com
¡¡Nos vemos!!!!!!!!!!!!!!
CRIS FERNÁNDEZ
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