Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 8

Y llega el tren... que anda poético de otoños...
Y por eso decidió quedarse por el Noroeste... Allí donde las moles del Velazco y el Famatina juegan a dibujarse sombras con las nubes. Donde el sol desaparece lentamente tiñendo de púrpuras y naranjas las cimas rocosas. Donde el aire tiene una mágica consistencia...

La primera parada es en La Rioja, en la ciudad de Chilecito. Allí, entre nogales plateados y parras rojidoradas reside LUCÍA CARMONA, exquisita poeta. Nacida en Chilecito, es docente y dirige asimismo Talleres Literarios en su ciudad. Realiza en su medio una intensa tarea de difusión cultural y ha sido Asistente Técnica de la Secretaría de Estado de Cultura de la Nación. De larga trayectoria en la Sociedad Argentina de Escritores, es la actual presidente de la Filial S.A.D.E de Chilecito.
Publicó en la mayoría de los diarios y revistas literarias  del país y del extranjero. Sus libros: "Hacia una tierra oscura", "Miserere", "Las infinitas palabras", "Y Dios entre los páramos", "De esta fosforescencia y esta danza" y "Pueblos de la memoria". En 1.968 el Consejo de Difusión Cultural de la Universidad de Tucumán le editó un cuaderno de poesía "Era de noche y Junio".
De los poemas elegidos hay uno que me resulta especial "Sañogasta en la lluvia". Uds. disculpen pero conozco la ciudad y me ha parecido tan bella que quisiera volver. Y de alguna manera éste es un pequeño retorno al recuerdo.
No resta agregar nada excepto ¡ que la disfruten !

ÉXODO
                                                              
El tiempo mineral se ha consumido,
sólo nos queda un sueño
de vegetal estremecido.

Sentados en la tarde,
viejos y niños miran
incendiarse el poniente.

En ceremonia antigua
han guardado en las ánforas de greda
los rostros de la ausencia.

Ahora se ha acabado
la luz y su miseria,
un corazón de siglos
late sobre la arena
aguardando desierto,
aguardando
la hora del regreso.

La montaña nos clava la sed entre los huesos.
Lo que ayer alumbró el día
hoy es despojo de su noche profunda.

Cuando el hombre redima los silencios
y se funden en polvo lejanas edades
retornarán los pueblos
para ser en la piedra
una voz frente al cielo.


SAÑOGASTA EN LA LLUVIA

Esperar en la lluvia los perfiles
de los antiguos pueblos.
Todo se ha diluido
tan lentamente
como el presentimiento.

Sañogasta se mira en el agua
igual que una muchacha reflejada en los tiempos.

En un recodo del camino
el álamo extraño se vuelve presencia,
asciende en busca de su espejismo
y se duerme en la bruma.

Ríos ciegos
buscan un recóndito mundo
y vuelven
desarticulados del propio corazón
para caer desde un cielo infinito
que sólo es un pasaje
entre el todo y la nada.

Sañogasta se bebe la humedad de luceros
que ya no mira nadie
ahogados e inmensos.

                      Ambos poemas son del libro "PUEBLOS DE LA MEMORIA"


DATOS EXTRAÍDOS DE MI HISTORIA - VI

Yo frente a mí
descubro el reflejado prolongar
de mi sombra.
Logro de los conjuros
sólo un hilo finísimo
roto de manera inevitable.

Yo reflejada
siento
en la profundidad otros perfiles
devenidos de la misma miseria.
Me inclino
para crear el arco de la tierra
pero soy una esfera inconclusa
que llegará a sumirse
o a fecundarse
cuando el tiempo lacere.

Llevo la ingenuidad
de la crisálida
muerta en el vendaval
de la conciencia.
Resto docilidades, sumo furias
y pertenezco al fondo
del letargo absoluto.

               Del libro "Y DIOS ENTRE LOS PÁRAMOS"


De nuevo en el rumbo nuestro tren hace la segunda parada. Y esta vez es en Catamarca donde reside mi amigo CÉSAR NORIEGA.
Nació en Catamarca en 1960, y es autor de los libros: "Lapacho Florido y Otros Cuentos" (año 2000, ya agotado), "Caricatura del Tiempo" (Cuentos/poemas, 2003) y "Las últimas Noticias de Martha" (Novela/2003). Escribe en diarios locales y revistas regionales tanto poesías como cuentos. Obtuvo premios y distinciones, en la Feria del Libro de Bs.As. año 2000.- Salas Federales de Cultura del CFI, año 2002 y Gobierno de Catamarca, año 2000.-Docente primario, estudiante de psicología, programador de Sistemas y aficionado en artes visuales. Integrante del Grupo Literario SENDA de Valle Viejo, Catamarca.
Espero les guste su cuento que, además, sobrelleva una triste actualidad.

SINFONIA INCONCLUSA
   
     Estábamos en otoño y las hojas desparramadas, acarreaban tristeza a una ciudad lluviosa y desierta. Sin embargo, dos seres abrigaban la felicidad del reencuentro, desde distintas coordenadas urbanas, perdidos, hundidos en la inmensidad del Gran Buenos Aires.  Desesperadamente buscaban acortar tiempo y distancia.
    Ella venía en un tren desde Constitución ansiosa como pocas veces e intentaba pensar en cualquier cosa deseando que pasaran los minutos para estar junto a él.
    En ese mismo instante, él miró preocupado el reloj: las once menos cuarto de la noche. Se levantó nervioso, apagó la tele y desde la puerta dijo “papá ya vuelve” a los chicos que armaban un rompecabezas en el comedor.
   Se calzó la campera y salió. Afuera, una bocanada de aire helado lo frenó pero él se agachó y siguió caminando, le importaba sólo la idea de que en diez minutos estaría junto a ella.
    Ella volvió a mirar su muñeca, colgada del pasamanos del quinto vagón. En diez minutos llegaría a la Estación de Don Torcuato, descenderá como todos los días y allí estaría él y el reencuentro. Era viernes, terminaba una semana difícil; fin de semana para estar juntos. Sosiego, nada de largos viajes, de levantarse al alba. Nada de horas extras ni de comida rápida. Suspiró profundamente, todo lo que deseaba en el mundo era estar con él, disfrutar de su seguridad y compañía.
    Él terminó de ajustarse el cierre de la campera cuando notó que había olvidado los cigarros.
    Cruzó a la vereda del frente para comprar dos cigarrillos sueltos en lo de Federico, lo necesario para ir y volver. Apoyó las dos manos en la ventana del kiosco del viejo, le gastó una broma "¿por qué no regalás cigarrillos, vos?” Fue en ese momento que se le nubló definitivamente la imagen del kiosquero.
    Ella sintió escozor en una mano y un leve mareo. Cansancio, pensó. Miró el reloj por enésima vez: cinco minutos para las once. En cinco minutos se terminaba la tediosa hora y media. En cinco minutos una vez más su mano cálida y todo el cariño del compañero amado, el mismo con el que desde hacía diez años compartía su vida. No faltaron vientos y mareas, peripecias y desplantes del destino, pero siguieron juntos. Trajeron dos vidas, Darío de ocho y Franco de seis. En los últimos años pudieron levantar una modesta casa y ya sin suegros ni alquileres en medio de ellos, comenzaron a desgranar sus verdaderos días en pareja; solo con sus hijos y lejos de molestas intromisiones. Ella percibió su aliento muy cerca, exactamente en las luces de la estación que ya estaba a la vista.
    La bala le perforó el cuello de lado a lado y sin darle tiempo a respirar, él cayó muerto ahí, ante la mirada de terror del viejo. Segundos antes, dos ladronzuelos lo esquivaron porque la policía ya les pisaba los talones. Desde algún bando vino el balazo pero eso qué importa decirlo acá.
    Ella descendió al frío de la estación. “No está...ya ha de venir” se dijo. Lo esperó en un rincón. Con los minutos el pulso se agitaba, la ansiedad le estaba moliendo el humor. La esperanza de un fin de semana en paz, se alejaba.
    Lo extrañó más y más. Él nunca faltaba a la cita de todos los días y justo aquel viernes, ella necesitaba su compañía, su amistad y sus caricias como pocas veces.

                                    
Mis queridos pasajeros:
Les recuerdo que sigo a la espera de sus comentarios, colaboraciones, sugerencias.
Para que este tren tenga muchos andenes distintos donde detenerse y muchos pasajeros que disfruten el paseo.
Si esta iniciativa no crece y se multiplica de nada sirve.
Besos

CRIS