Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 68

QUERIDOS PASAJEROS:

Un nuevo abrazo ciberliterario nos une, mientras nos aprestamos a emprender un nuevo viaje en el trencito. En tiempos de discordia, confusión y catástrofes naturales, solo nos resta acrecentar la fe, la esperanza y el amor. Renovar nuestra alegría de vivir cada día, gozar del presente, ejercitar la solidaridad y el afecto y enfrentar los desafíos como una manera de crecer.
La locomotora humea y "pide cancha" ... ¡¡partimos!!

Y la primera pasajera asciende, precisamente, en nuestra estación GENERAL PICO. Se trata de NOEMÍ RODRÍGUEZ de MORENO, amiga del alma y "pichón de escritora". Nacida en la ciudad de Bahía Blanca, vino con su esposo a La Pampa en el 76' y residió en Macachín. Luego, en el 78', se trasladó a General Pico. Es Bioquímica y durante años (hasta su reciente jubilación) se desempeñó en el Hospital Gobernador Centeno de esta ciudad, a cargo del laboratorio de Bacteriología. Amante del arte en general, ha transitado por varias disciplinas y talleres y uno de ellos fue el Taller Literario. No se considera escritora pero, el relato breve que aquí acompaño, prueba que tan mal no anda ... El mismo tuvo como elemento disparador una obra de Eduardo Galeano. Demás está decir que no solo me gustó sino que me duele, pues pinta una realidad insoslayable. ¡Que lo disfruten!


                                                                ESA INDIGNA POBREZA

Eran “el Toto”, “Pelotero”, “el Chileno”. Sí, cada uno con nombre o apodo. Sabíamos cuando los nombrábamos que “el Toto” era un muchacho grande, con un retardo mental, que quería aprender a leer y a escribir. El iba a mis clases de alfabetización y ocupaba un banco y participaba como podía y hasta donde podía. Podía poco.
“Pelotero” era el loquito del barrio. Aparecía sucio y lleno de papeles y latitas en los bolsillos. Jugaba con los muchachotes que por supuesto se burlaban de él. Yo le temía.
“El chileno” trabajaba a veces como ayudante del zapatero de la otra cuadra. Le gustaba el vino. A mí no me gustaba él.
Tenían apodo, los identificábamos! Y vienen a mi memoria porque indudablemente han pasado por mi vida y por la de la gente de mi barrio.

Después…. Pasaron los años. Años duros, callada alguna gente, desaparecidos otros, sin comprometerse la mayoría, como siempre en esta Argentina que no se atreve a madurar.

Y, así, un día ya con la democracia comenzamos a hablar de globalización!!!
La globalización, esa palabra que en boca de muchos era el gran cambio, el futuro, la participación con los países del primer mundo. Comenzamos a transitarla. Por supuesto, para los que nos tocó el acceso a ella no dejamos de admirar y venerar la aparición de Internet, el comunicarnos con nuestros seres queridos cotidianamente aunque estuvieran en el otro extremo del planeta. Comenzamos a usar alta tecnología en nuestras actividades. Las que fueran. Acceso y exceso de información. Capacitaciones virtuales, mp3, mp4, pendrive. Celulares por doquier!!! Exceso de celulares, hartazgo de celulares!! Buen y mal uso de celulares!!!

Todo eso también trajo consigo a “los nadies”. Sí, los que no pudieron ser globalizados, los que fueron fagocitados por el hambre y por la miseria abrumadora que los dejó sin NADA. Aparecieron, en esta Argentina que duele a veces, los carros con caballos recogiendo basura, “los nadies” abriendo y comiendo de esa basura.

 Otra vez las cifras dramáticas y escondidas  de la desnutrición y de la deserción escolar y la irrupción de la pobreza en este país que decimos generoso y lleno de alimentos.

Ya no nos llaman la atención “los nadies”, ni ese barbarismo que los aglutina.

El Toto, Pelotero y el chileno eran individuos. “Los nadies” son muchos, son una masa, pareciera que no existen por sí solos, no son cada uno, son todos.

Por eso no puedo escribir sobre “un nadie” porque para mí son plural no singular.
“Los nadies”…..hasta el plural duele.
Eso sí, los reconocemos con un singular: LA POBREZA.
Esa indigna pobreza con la que cargan cada uno de sus días.
Esa pobreza que genera más pobreza, que no termina nunca, que es para toda la vida!
Esa pobreza que se deja como única herencia.
Esa pobreza que además no sabe  escribir, ni entender, ni puede disfrutar de tres palabras que se usan hasta el hartazgo: “redistribución de la riqueza”.


Partió el tren y puso rumbo a la pampa bonaerense pues debía encontrar a un nuevo pasajero: RICARDO BIGLIERI, escritor que nació y vive en PERGAMINO (prov. de Bs.As.). Allí cursó el secundario y luego vivió en el campo, dedicado a la cría de animales de pedigree … y a la lectura. Volcado de lleno a la Literatura luego de su jubilación laboral, concurre desde hace seis años a un Taller de Creación Literaria. De su radicación en el campo, surge su narrativa, relatos, cuentos, de temática campera, aunque se halla muy cómodo también en los temas actuales Ha concursado en distintos certámenes en todo el país, obteniendo galardones a nivel local, provincial, nacional, e internacional. Fue finalista en tres oportunidades en los "Torneos de Abuelos Bonaerenses" realizados en  Mar del Plata, obteniendo premiación en una de ellas. En agosto del 2009 editó su primer libro, titulado “AYER y HOY”, donde hermanó recuerdos de un pasado con la realidad de un presente. Aquí nos deja, precisamente, un cuento ambientado en el ámbito rural. Espero les agrade ...


                                                                  LUZ MALA...
       La tarde comenzaba a caer, cuando montado en mi caballo Embrujo, junto con mi         compañero de trabajo Hugo, comenzamos con la tarea de llevar una tropa de hacienda al frigorífico para su posterior faena.
       Elegimos esa hora, por lo fresco de la noche, que nos permitiría transitar sin someter a los animales al intenso calor diurno, que por sufrirlo afectaría la calidad de res de ellos y por lo tanto su valor económico decaería notablemente.
       Seguíamos al paso cansino de los animales, los cuales podíamos controlarlos por la suave claridad de una luna en cuarto menguante, más la tarea de dos perros que oficiaban de acompañantes que no permitían que ningún animal se apartase del arreo.
       Así, pausadamente fue quedando atrás la tapera de los Sosa, el rancho de don Belisario, pero nuestra preocupación mayor era que teníamos que pasar por el “Puente de las Animas”, paso obligado para cruzar el Arroyo La Botija, lugar donde se decía aparecían seres irreales, tales como “el chancho de lata”, “la viuda negra” y toda la gama de creencias que alimentaban la superstición popular.
       Caía ya la luna sobre el horizonte perdiéndose la visión sobre el arreo, lo que nos obligaba a estar más atentos a sus movimientos y sin darnos cuenta nos acercábamos  al paso tan temido.
       La noche ganó en oscuridad, cuando mis ojos divisaron a una distancia imposible de calcular una tenue luz, que al aproximarnos aumentaba en volumen.
       Mis manos temblorosas, humedecidas por una fría transpiración les costaba retener las riendas de mi montado.
       Mientras tanto, Hugo a la sazón se aparea a mi lado y me grita: -¡La luz mala!
      -¡Se  viene para este lado!  -¡Ave María Purísima!-.
       -¡Yo me pego la vuelta! Y de un golpe de rebenque, taloneando su tordillo y en un giro del animal emprende veloz retirada.
       -¿Qué hacer, pienso yo?  No queriendo dejar los animales a su libre albedrío,  pues sabía que se produciría la perdida de algunos de ellos.
       Recompongo la situación, decidiendo seguir adelante, pase lo que pase, llevando instintivamente la mano a la cintura, donde mi facón, sujetado por la faja de lana, estaba presto para salir de su vaina.
       Sigo despacio, los destellos parecen cada vez más cerca, mientras el vuelo silbante de un búho pasa sobre mi cabeza, para con sus garras rozar a mi perro, dos metros delante de mi cabalgadura, respondiéndole éste con ladrido, mezcla de dolor y rabia.
       -¡No se si hace frío, pero por mis piernas corre un sudor helado que se pierde en el interior de las botas!
       A todo esto las vacas forman un círculo, no queriendo avanzar más y los perros lanzan ladridos infernales.
       En la penumbra nocturna veo un bulto parecido a un hombre, que con los brazos estirados trata de detener el arreo, luego se suma otro en la misma posición y una serie de gritos guturales rompen el silencio de la noche, tratando de detener el paso de los animales.
       Desenvaino mi cabo de plata, taloneo el zaino montado y encaro esa efigie blanca en el medio del camino, cuando siento un grito:
       -¡Un momento amigo!   -¡Pare, pare!  Ayúdenos a que no se mezcle la hacienda.
        Otra tropa hacía noche, esperando el amanecer, corriendo peligro de mezclar los arreos.
       Recuéstela sobre el lado derecho y siga.  -¡Si es que no quiere tomar unos mates, que es lo que estábamos haciendo, arrímese al fuego!-.  El fuego, causante de la luz que tan mal nos puso, pienso callado.
       -¡Gracias le dije!-. Voy apurado. El pesaje es a las diez y quiero llegar a tiempo
       -¡Luces malas a mí!-.  -.¡Yo nunca les tuve miedo!


Y nos esperaba una sorpresa, pues otra pasajera ascendió allí: CRISTINA NOGUERA. Nacida en Rosario vive actualmente en PERGAMINO (prov. De Bs.As.). Es profesora de inglés. Concurre a talleres literarios desde hace 17 años y escribe cuentos breves y poesías. Libros publicados: PALABRA DE MUJER, SIETE MUJERES I. y SIETE MUJERES II. Ha participado en numerosas antologías. Pertenece al grupo literario “SIETE MUJERES”. Nos deja dos poemas breves para disfrutar.


NIÑO DE LA CALLE

´´ vi. fluir de su luz una sombra tan triste, que he llorado por él y por todos los bellos diamantes extraviados en manos deformes ´´
                                                                        “El diamante”.  Delmira  Agustini.

Vi en tus ojos
escozores de tristeza.
Vi en tu mirada
harapos de sueños.
Vi en tu rostro
pesadillas de vampiros.
Vi en tu cuerpo
la piel marchita.
Qué manos deformes
rompieron tu inocencia.
Quiénes fueron ellos
que te colgaron
collares con espinas.
Cuándo apagaste
tus sedosas alas.
Dime, niño pobre.
Dime, niño de la calle.


PATRIA

Qué es la Patria me preguntaste un día:
Es el cielo que brilla de azul casi sereno
La bandera que flamea en el mástil de la plaza
Los fresnos y abetos que perfuman la llanura
Los maestros, los estudiantes, la ley que nos ampara
Es la tierra donde brota el alimento color dorado
La sonrisa del amigo y del hombre que trabaja
Las manos de los artistas que amasan la cultura
El dolor que habita en los miles de desocupados
El ayer y el hoy en un todo amalgamado.
Es el corazón que palpita en este  sentimiento
y que brota a borbotones de nuestra alma

Mientras nosotros mateábamos y degustábamos unos ricos pastelitos, la locomotora aprovechó para descansar. Y así repuestos todos el trencito puso rumbo a BERISSO (prov. de Buenos Aires.) para recibir a nuestro último pasajero: RUBÉN "BASKO" IRIART. Nació en DOLORES (prov. de Bs. As) en 1941. Es Zoólogo egresado de la Universidad Nacional de La Plata. Se especializo en Ictiología y Recursos naturales. Ha brindado numerosas charlas y efectuado muchas campañas, y ha publicado trabajos en revistas científicas de marcado prestigio, entre ellas, Physis Limnobios. Fue miembro de la Asociación Argentina de Ciencias Naturales, de la Asociación Argentina de Ecología y de la Asociación Argentina de Limnología. Se desempeñó como Jefe del Centro de Investigaciones Pesqueras de Bella Vista, Corrientes y de la Estación Hidrobiológica de Chascomus (prov.  Bs. As.) Vive la pasión de la Docencia, la que ha ejercido en todos los niveles, desde la escuela rural al postgrado superior. Su amor por el caballo nace en su infancia rural en Dolores, volcando con esa temática sus "realizaciones plásticas" y su formación como naturalista. Sus dotes literarias se evidencian en el ensayo "Evolución histórica de la Pampa deprimida", inserta en el Tomo IV de la obra "Propuestas para una antropología argentina" (Bs.As.1997); "Ventana al tiempo" de la Revista "Inclusiones" de la Biblioteca Popular de Monte Hermoso y la ilustración de un "Santos Vega" de Rafael Obligado. Con su hija Martina, Profesora y Licenciada en Letras publicaron "Los pelajes criollos y su tratamiento en la Literatura Argentina"(2007). El "Soneto a Berisso" que incluyo aquí, está dedicado a sus amigos poetas de la Capital Bonaerense de los Inmigrantes y a su maestro, el Académico Profesor Luis De Santis. Acompaño también algunos fragmentos de su libro de Pelajes Criollos. ¡Muy interesante material!


SONETO A BERISSO

Hundida en las raíces la porfía
de fundar una historia en el trabajo
vuelven hoy esas manos y a destajo
nos inundan la casa de poesía.

 Porque esa mano fundadora quiso
que no de otra manera se le cante,
tranvía veinticinco, inmigrante,
no hay otra forma de decir Berisso.

 Me dio un maestro esa ciudad rectora
cuando anduve en la ciencia tras el tema
que hallé fundamental y me da ahora

 seguro ya mas cerca de la extrema
verdad, estos amigos de las horas
rendidas al abrazo de un poema.


"LOS PELAJES CRIOLLOS EN LA LITERATURA ARGENTINA"
  "El pelo de los caballos ha ido desapareciendo paulatinamente del habla de nuestro pueblo. Aunque la tracción a sangre  ha sido reemplazada por el automotor, las voces que los nombraban ya no se escuchan en el ámbito urbano donde eran obligadas, en la charla diaria, las menciones de los animales que trajinaban por las calles, como montados, tirando de los carruajes particulares o de aquellos afectados a los servicios mas diversos, desde el airoso alazán de la jardinera techada del panadero hasta la imponente yunta de oscuros "enteros", uncidos para el viaje final."
  "En el campo, en establecimientos de criadores o en las chacras mecanizadas donde quedan uno o dos caballos, de raza pesada o mestizos. Especialmente se los sigue nombrando por los locutores de las  jineteadas y en los desfiles tradicionalistas."
   "Numerosas localidades de nuestra patria recuerdan otras tantas capas equinas: Bragado, Tordillo y El Moro en la Provincia de B. Aires; Potrillo Oscuro y La Baya Muerta en La Pampa; El Zaino y Aguada del Moro en Córdoba; La Zaina y Quebrada de La Mora en San Luis; El Tobiano y La Rosilla en Santiago del Estero; El Ruano y La Rosilla en Chubut; La Overa en San Juan; El Bayito y La Tordilla en La Rioja y El Overo en Neuquén, ilustran sobremanera esta permanencia."

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   "Se llama pelaje, pelo o capa de un caballo, el color que este presenta debido a tres causas fundamentales: El color de los pelos, producto de la pigmentación de los mismos, el color de la piel y los fenómenos físicos al incidir la luz sobre el animal."
  "La conjunción de los fenómenos antedichos da como resultado catorce capas distintas, mas una o dos discutibles y una de las consideradas sobre las que haremos alguna aclaración. Estas capas, perfectamente diferenciables, en nuestros términos y por simple orden alfabético, son las siguientes: 1. Alazán 2. Bayo 3. Cebruno 4. Colorado 5. Doradillo 6. Gateado 7. Lobuno 8. Moro 9. Oscuro 10. Overo 11. Rosillo 12. Tobiano 13. Tordillo 14. Zaino."
  "A estas voces que designan sendos pelajes fundamentales, se agrega una gran cantidad de términos para diferenciar matices o señalar ornamentaciones. "


Según dicen "lo bueno si breve ... dos veces bueno" Por ello nos despedimos aquí. La locomotora llegó al andén y dice adiós y hasta el próximo encuentro. Y les recuerdo a quienes quieran participar de este trencito que deben enviar el material (prosa o poesía) más una minibiografía a: millaco@ciudad.com.ar La maquinista guarda primorosamente todo el material recibido para ir publicándolo.
Un abrazo afectuoso y ¡¡nos vemos!!
                                                                                              CRIS