Regresa la maquinista luego de larga ausencia. Y es
que estamos de fiesta pues el trencito celebra su ¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS Nº 18!! Nunca creí que esta empresa literaria
pudiera prolongarse tanto, pero el incondicional apoyo de autores y lectores lo
ha hecho posible. Por eso les digo ¡¡GRACIAS!!
Y arrancamos …
La campana sonó convocando a los pasajeros a partir y
allá fuimos …La locomotora puso rumbo al litoral para visitar a un amigo: RAMÓN
GODOY ROJO. Nacido hace 84 años en Conlara, Provincia de
Córdoba, se siente hijo adoptivo de Concarán, San Luis, donde pasara su
infancia y parte de su juventud. Residió tres años en la ciudad de San Luis,
donde cursó el bachiller, continuando sus estudios universitarios en Córdoba,
egresando con el título de Odontólogo. Hace más de 45 años que reside en RAFAELA
(SANTA FE).Retirado de su profesión dedica la mayor parte de su tiempo a la
actividad literaria, habiendo publicado su primer libro de cuentos “Historias
de vidas” en el 2010 y luego su segundo libro “Historias
debidas”. Varios de sus cuentos han merecido distintos premios en
concursos nacionales. Nos acompaña con un relato, pleno de sentimientos que,
espero, disfruten.
E
Mail: chitatoto19@gmail.com.
MI TIO EDUARDO
Cuando perdí a mis padres
en un accidente automovilístico, tenía sólo tres años. Es muy vago el recuerdo
que tengo de ellos
Mi tía Elvira, hermana de
mi mamá y el tío Eduardo, prácticamente me adoptaron. Aunque me criaron como
una hija, siempre los llamé tíos.
Tía Elvira fue realmente
la madre que no tuve y sólo buenos momentos recuerdo de ella. Pero con mi
tío Eduardo era distinto. No sé porqué nos queríamos tanto. Siempre fue él quien
me acompañaba a la escuela, el que se hacía tiempo para llevarme a los juegos,
el que me leía los cuentos antes de dormirme. Para él nunca tuve secretos.
Sabía aconsejarme con infinita paciencia ante mis dudas, y sus palabras
eran la justa solución a mi problema. Compartí con él los momentos más importantes de mi vida. Fue el primero
que se enteró cuando me puse de novia
con Fabián y, lógicamente, con mi tía Elvira fueron mis padrinos de casamiento.
Era realmente el bálsamo al que recurría en mis momentos difíciles y mi
jolgorio en los momentos de felicidad.
De lo que hablamos poco y
nada era de religión. Mi tía me explicó que era ateo. No se oponía a que
ella practicara su religión pero él permanecía siempre con su
obstinación. Cierta vez le pregunté por qué tenía esa posición negativa hacia Dios y rápidamente me respondió que él no podía creer lo que no podía ver o comprobar.
-Eso que ustedes llaman
verdades de fe a mí no me satisface. Yo no estoy en contra de ninguna religión,
pero mantengo mi posición porque ninguna me satisface. Simplemente quiero saber
quién lo creó a Dios y para qué hizo al mundo en que vivimos.
-¿Y cómo fue entonces que
te casaste por la iglesia?
- Ah! Es muy simple.
Porque estaba y estoy muy enamorado de tu tía Elvira. Si me negaba la perdía. Y
como para mí ese acto no tenía ningún valor, no tuve problemas en
satisfacerla.
-¡Pero juraste ante el
altar que la querías!
-Sí, efectivamente. Y lo
volvería a hacer sin ningún problema de conciencia ante el altar de la religión
que sea, o de la persona que me lo pida, porque realmente lo siento.
Después de esa
explicación, que me pareció muy coherente, nunca más volví a tocar ese tema.
Pasaron los años y cuando
tía Elvira falleció después de sufrir las consecuencias de una penosa
enfermedad, quedó muy deprimido. Lo llevé a vivir conmigo. Y todo el
cariño que me demostró cuando era sólo una niña, lo volcó en mis hijos que lo llamaban abuelo con
ostensible alegría.
Aunque lo gozamos mucho
tiempo, nos hubiese gustado que fuesen interminables esos años. Pero un día
enfermó y el médico nos dio la triste noticia de que su mal era irreversible
y de pronta resolución.
Efectivamente, vimos como
día a día se nos iba yendo, hasta que ya no se pudo levantar de la cama. La
única medicina era aplicarle calmantes para que no sufriera, aunque nunca lo
sentimos quejarse ni protestar de su suerte.
Imposible pensar en llamar
a un sacerdote para que le diera la extremaunción como hubiese correspondido en
otro caso, ya que conocía perfectamente su manera de pensar al respecto. Por
eso me sorprendió mucho cuando en la mañana fui a atenderlo me dijo:
– Tengo que hacerte un
pedido
-Sí, lo que quieras.
-Alcanzame ese santo
que tenés en tu dormitorio.
Sorprendida, le
traje una imagen de la
Virgen María que tenía
sobre la cómoda. Cuando la vio me dijo:
–No, esa otra; la que
tenés en la cabecera de la cama.
Se la entregué en
silencio.
-Ahora dejame solo un
momento y cerrá la puerta.
Sin salir de mi asombro
hice lo que me pidió, y me quedé cerca por si me llamaba. Como no escuchaba
nada, estaba muy silencioso, a la media hora abrí la puerta y no podía creer lo
que se presentó a mi vista.
Había cerrado sus
ojos para siempre, abrazando al Sagrado Corazón de Jesús.
Y
nos despedimos de los amigos santafesinos y el trencito siguió viaje hasta la
provincia de Buenos aires, para que ascendiera en Morón OSVALDO
HUESO. Nacido en Liniers vive en MORÓN (Prov. de Bs. As.). Trabajó en
la empresa Guereño S.A (artículos de limpieza y tocador), luego fue martillero
por 20 años en Castelar. Representó a la Argentina en
Atletismo. Al jubilarse se dedicó a escribir cuentos, a pintar y hacer alguna
escultura. Comenzó a escribir y entre regulares, malos y peores, escribió 95
cuentos. Actualmente integra el Consejo de Adultos Mayores en la
municipalidad de Morón. Entre los premios que ha recibido (se ve que tan malo no es el
hombre escribiendo) se cuentan: Mención “El Desierto” (narrativa), S.A.D.E. San
Fernando, Pcia. Bs. As.; 2do. Premio (narrativa), en Berisso, Pcia. Bs. As.;
3er. Premio (narrativa) en Editorial “Raíz Alternativa” Quilmes - Pcia. Bs.
As.; Mención de honor (Poesía) en “CATHEDRA” Capital Federal, Concurso Nacional
“Sol de Invierno”; 2do. Premio (narrativa) Remedios de Escalada, Pcia. Bs. As.,
Certamen Raúl González Tuñon; ler. Premio en revista literaria “Noticias
de la Musa ”
–Morón- Pcia. Bs. As.; lra. Mención en Certamen Literario Nacional “Atilio S.
Giraudo” -Arrecifes-Pcia. Bs. As..... y algunos más. Nos trae un cuento muy
interesante.
EL
TRUEQUE…
Una vecina le avisó; detrás de la verdulería. Un lugar
de trueque. Miró un poco y encontró lo que quería, un par de zapatos, los
cambió por su campera vieja. Se los probó; justo, me quedan justo, apenas
gastados los tacos, un poco más altos de lo normal, con unas chapitas en la
punta, el dueño parecía milonguero, los usó
por poco tiempo –se alegró-
El sábado había baile en el club de jubilados y le
venían fenómeno con el pantalón negro y la camisa de seda blanca a rayas
finitas negras, que compró con los pesos que ganaba haciendo changas. Me voy a
lucir con la Teresa
aunque no soy buen bailarín -se dijo-
El viernes, con sus zapatillas viejas ayudó en la
verdulería del tano Felipe, donde ganaba sus pesitos ayudando a su mísera
jubilación, pensó que algún día viviría en un barrio mejor, estaba fuerte
todavía y el tano tenía un departamento de un ambiente, que le podía alquilar.
Donde cobraba la jubilación, le daban un préstamo a 60 meses con bajo interés,
podía pintarlo y comprarse un televisor
usado.
Recordaba como la conoció a ella, a su esposa
fallecida que nunca olvidó; pero habían pasado tantos años que a veces el
recuerdo se le borraba. Sintió urgencia de orinar y se arrimó a la pared del
cementerio, era un descampado hasta la casa que alquilaba. Ni bien llegue,
pongo la olla con agua, prendo el gas, pelo una papa, una zanahoria, choclo,
una pata de pollo, calabaza y flor de pucherito; mientras espero, tomo unos
mates. Miró los zapatos, le pasó un trapo, el cuero reseco, no le sacaba
brillo. Mañana compro pomada negra. Tengo que sacarle buen brillo, así la
impresiono a la Teresa
de entrada, lástima que soy medio maleta para bailar y a ella le gusta el tango. Empezó a ensayar unos
pasos simulando un ocho, el sanguchito y otros pasos que había aprendido en el club de jubilados que después
dejó. Ya no le salían.
A la mañana siguiente temprano pasó el cementerio y
llegó justo que el tano abría la verdulería. En seguida lo ayudó a ordenar los
cajones de fruta y verdura. Comió algo al mediodía y a las siete de la tarde el
tano le dijo: andá, te espero el lunes. Ni bien llegó se bañó y afeitó
prolijamente. Se puso el pantalón negro y la camisa blanca a rayas finitas
negras se peinó y perfumó. Lustró los zapatos y salió con cuidado de pisar bien
las veredas desparejas, hasta el asfalto que empezaba a tres cuadras de su
casa. Llevaba una franelita en un bolsillo del pantalón para sacarle la tierra
a los zapatos en cuanto llegara al club de jubilados.
Entró. Ya se estaba armando el baile, al otro lado de
la pista estaba la Teresa
bien emperifollada con su amiga. Saludó de lejos y ella le sonrió, eso le bastó
para darse ánimo; hoy tenía que arremeter, ya en una oportunidad sentados en un
colectivo, que tomaron juntos para ir al médico de cabecera, las piernas se
rozaron y sintió el calorcito de ella. Hay tiempo dijo y pidió una cerveza. Fue
al baño, se repasó el pelo, le pasó el trapito a los zapatos que recuperaron su
brillo y volvió al salón, varios ya bailaban. La cabeceó a la Teresa y ella asintió; se
acercaron, la tomó del brazo y la mano en la espalda para marcarle los pasos y
se encomendó a Dios y todos los santos para no pisarla. La Teresa era como una pluma,
tomó el centro de la pista y los pasos que
no había logrado sacar, ahora le salían. Ella le sonreía y se pegaba. Se
tomaron un descanso y la acompañó al lado de su amiga.
Repasó mentalmente esos pasos que tan bien, lograba.
Todo marchaba sobre rieles, hoy no se me escapa; y volaba su imaginación; pero
no, la Teresa
era una mujer buena y debía respetarla; no apurarse, para no pasar por un
desaforado. Se le acercó y la invitó a tomar una cerveza. Sé que te gusta con
maníes, vamos a esa mesa, ahí, un poco alejada de la pista. No sé cómo me
salieron tan bien los pasos, no soy milonguero, a lo mejor los santos que
invoqué me ayudaron, le decía riéndose. Bueno pero bailaste muy bien -dijo
ella- charlaron un rato. Querés que a la salida te acompañe hasta el colectivo
–se animó- Sí, está bien.
En la parada se despidieron, ella le dio el teléfono.
Caminaba alegre hacia su casa, la mujer era buena y tenía linda figura. Tengo
que practicar bien los pasos para el sábado, tengo que ganarla con el tango,
por fin voy a dejar de estar solo; hablaba como si alguien lo escuchara
mientras se acercaba a su casa. Algo sintió al pasar por la puerta del
cementerio. Lo sintió en los pies, porqué entraba si él no quería, la fuerza
que hacía para volver atrás no lograba cambiar el recorrido. Se asustó, empezó
a transpirar, sus pies se detuvieron en una tumba con una
inscripción sobre la cruz “JACINTO
REYNOSO NADIE BAILÓ EL TANGO COMO ÉL” quería regresar pero los zapatos
no querían. Una luz parecía salir de la tierra. Empezó a temblar… y supo
que, había una sola forma de salir de
ahí, y un llanto abatido, inundó sus ojos…
Dejamos la provincia y el trencito decidió seguir
hasta la capital, pues allí aguardaba otra amiga: CRISTINA
VILLANUEVA. Nació en la ciudad de BUENOS AIRES,
donde reside. Psicóloga egresada de la universidad de Buenos Aires, poeta y
narradora oral. Le otorgaron numerosos premios en poesía y cuentos breves.
Publicó en revistas del país, Austria, España, Uruguay e Israel, en papel y
virtuales. Publicó en antologías de Argentina, Cuba y Colombia, entre otras una
antología de poetas editada por la Biblioteca Nacional y
otra antología de poetas cubanos y argentinos. Forma parte del consejo de
redacción de “Te doy ni palabra", noticias de los cuentacuentos, escribe
el editorial y otros artículos. Se desenvuelve como animadora cultural de
espacios de literatura en bares, librerías, centros culturales y en la radio.
Participó como invitada en encuentros de narración oral en el país, en España,
Uruguay, Colombia y Cuba. Dictó talleres literarios y de narración oral en
Misiones, en la Feria del
libro de Catamarca, Mendoza, La
Plata , Olavaria. Es también Coordinadora en la Argentina de la Bienal de Oralidad que
se realiza en Santiago de Cuba. Participó y dio talleres de N.O en encuentros
de culturas hermanas y en encuentros de poetas en Cuba. Coordinó junto con
Claudio Ledesma el encuentro Cultural Habana en el año 2009 y 2010 que se
realiza en Cuba. Publicó Cuentos para Convidar, Editorial
Mima, 2002, Lengua Suelta, Editorial Generación 2220, gente
de arte, 2007. Relaciones Textuales de Editorial
Patagonia Poesía, 2009. Festín Efímero de editorial
Instituto Lucchelli Bonadeo. Forma parte del Círculo de Cuenta cuentos que todos
los años realiza el Festival Internacional “Te doy mi Palabra”. Participa en la
organización tanto del Festival como de "La noche de los Cuentos" en
bares de la ciudad de Buenos Aires y en la Narratón 24 horas de
cuentos. Participó de la
Cátedra de Narración oral en La Facultad de
Periodismo de La
Plata. Les traigo hoy mini relatos y un par de poemas,
sensibles y plenos de emoción.
|
Y SE HICIERON HUMANOS
La
lengua de fuego en el cruce, en la frontera, pequeña chispa originada
en el espacio oscuro de las estrellas muertas. Tanto brillo apagado guardaba
la semilla de un incendio. Ella se escondía en cavernas. Él, loco por encontrarla, se decía de una
forma imprecisa, porque el lenguaje no estaba inaugurado, "la voy
a hacer hablar". Ella, rodeada de bisontes salidos de su mano, él
rodeado de dragones hacía restallar un bastón luminoso, la galaxia era
excesiva para los dos. Luceros perdidos que podían alumbrar
respuestas a preguntas no formuladas. Las nubes se detuvieron ante la caverna
que reunía un espacio extraño. Alguien, agazapado en la penumbra de una idea,
se deslizó oscuro como un presagio. Tendió un mantel de hojas, estrujó las
frutas para hacer pintura del jugo rojo, se volvió a esconder.
Ellos mojaban los dedos en esa pasta, los pasaban por las paredes de la
cueva, se hacían humanos. Luego, el arte fue a los cuerpos. Como en un sueño
hipnótico, él desvanecía la blancura de ella con fuertes soles. Ella se animaba
apenas, le tuvo miedo por el resplandor con que se presentó y esas armas de
la cacería que el portaba, pero empezó a tatuarlo y se encontró con el alma,
la embebió de colores. El alma luz- sombra, pozo, cumbre, ella lo palpó
con perfumes, él ejecutaba música sobre ella, con ella, la
hizo su instrumento, su concierto, su partitura, le arrancaba notas,
por fin palabras. Era el encuentro de todas las citas. Inocentes, perversos
se hundieron en el abismo, cuando se despertaron, comprendieron que ese
abrazo profundo era un pequeño sol. Perdieron el terror a
ser puntitos en el mar de las galaxias. Mientras tanto el
perverso salió del escondite, buscó su inventada tinta
y con lo que quedaba escribió prohibido, prohibido, prohibido, incesante,
rabioso.
Pero era tarde. |
EL BELLO DURMIENTE |
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Ella, la princesa azul, lo besó para despertarlo. Cuando él se
levantó de su largo letargo, se fueron juntos soñando. Otro mundo es posible
se decían, amándose las diferencias tan encantadoras. Un mundo en el que no
sea necesario adormecer a otros. Un mundo en el que la violencia no imponga
sometimientos aletargados. Un mundo en el que se prendan las luces de lo
múltiple para iluminar el placer de los descubrimientos.)
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FUERA DE TEMPORADA
El viento y el mar nos rodean como un anillo de espuma
vagabunda. La noche disimula su oscuro fulgor con luces perdidas en
la sombra. Las sillas de playa atenuan la dureza
de la piedra de la torre. La mesa está servida El tiempo pasa
y como los bárbaros no han llegado aún, las horas son otras.
El salmón es una fiesta revuelta entre verduras, brilla.
La idea del fin aumenta el placer del café frente al mar
EL VALOR DE LAS METÁFORAS
Ella le pedía la luna, él le traía poemas, pétalos de jazmín, un
espejo donde ella vería esa luz plateada y hasta un cheese cake redondo y
blanco. Ella golpeaba su zapatos contra el suelo gritando, no quiero otra cosa,
dame la luna de verdad.
Una extraña escalera sin final frente a la ventana del
dormitorio de la mujer que quería las cosas al pie de la letra, le
permitió verlo subir, subir, subir al infinito hasta perderse
Cuando ya no lo vió, lloró lágrimas de cielo porque había empezado
a creer en el valor de las metáforas.
REGALOS PARA BENITO, UMA, HUAYRA, LEÓN
Una
voz que roce apenas, un ruido de envoltura de caramelos, un movimiento de agua
,un vaivén, muñecas rusas en plenitud de colores campesinos. Un pedacito de
durazno dentro de la manzana, como un misterio a develar, el secreto de una
sonrisa pintada, una multitud de japoneses cazando fotos.
Historias
de cómo la humanidad, el mundo, las ciudades, las ideas, los libros .... Había
tantas veces.....
Los
manifiestos, la alegría de manifestarse, un perfume italiano desde la isla
dorada de naranjas.
El
idioma español con su eñe tan mañosa y con la mudez exagerada de la hache. Un
recuerdo del chocolate de la infancia, oscuro y denso. Se le pone maicena, se
lo encuentra en Madrid, se lo toma en antiguos cumpleaños sin Coca Cola.
Una
Rayuela para alcanzar el cielo, un zapatito, una piedrita. El cielo está en el
juego.
Un
poema de Miguel Hernández a su hijo, nanas de la cebolla y de la libertad..
Música
para bailar a Buenos Aires haciendo rondas alrededor de los malvones, de los
jazmines. Un globo rojo para aprender lo etéreo, lo rotundo, a sostener y a
soltar. Títeres para saber y no saber que son inermes y habitados. Una
escondida para encontrarse. Una verja en filigrana como un resguardo pero no
tanto. Unas puertas para salir al mar y todo el mar con sus islas
desconocidas. Un pedacito de pizza para valorar la ternura de la
muzzarella en el abrazo con la masa; La
pintura roja y verde, tomate y aceitunas, buscando en la albahaca el aroma de
lo simple y compartido. Una mariposa bordada en el tapiz, el juego de la
luz tapizando las alas de las mariposas.
Los
rulos de mi pelo para abrir y cerrar ventanas y asomarse a los pajaritos de mi
cabeza . Un caballo naive de papel maché.
Unos
mimos por fin, listos para desatar historias.
***********
El océano piensa soy infinito
mis olas son abanicos de gotas golpeadas por
la luz
hay una nena en la playa jugando con arena
que quiere venir a cabalgarme
le da miedo y decide montar a las
palabras
sé que a veces llaman a eso poemas
la nena esconde la belleza en el baldecito
húmedo
y espera
*********
Marea verde
una terrible hermosura
como un mar duplicado
como un cielo infinito
Una terrible hermosura se abre
marea de pañuelos
con gotas de dolor
bailando
en la fiesta de verdes y violetas
No olvidó la locomotora dar la tradicional vuelta al
Obelisco antes de emprender el regreso al pago. Y aquí los espera el trencito
para que viajen con sus cuentos y poemas. Pueden enviarlos (con una minibiografía)
a: letrasenelanden@gmail.com
Nos estamos encontrando!! Un abrazo
CRIS FERNÁNDEZ
Bienvenida la letra
ResponderEliminarSaludo la palabra
Atesoro sus formas
Valoro estos tesoros
Y a quienes los expresan
Y comparten.
18 veces
12 meses
Gran universo
Gran logro