Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 122


QUERIDOS PASAJEROS:

Por estos lares, los cerezos de las veredas han estallado en flor. ¡Maravilloso espectáculo! Y con este temprano preanuncio de la primavera también los escritores renovamos el entusiasmo, florecemos en la inspiración y, dando un vistazo a nuestro alrededor, nos sentamos a plasmar el mundo. A aportar nuestro humilde granito de arena para que la tolerancia, la comprensión y, por sobre todas las cosas, el amor, sean una realidad.

Y comenzamos nuestro viaje…

La campana repicó y el jefe de la estación dio la señal de partida. La locomotora comenzó a traquetear las vías con rumbo a la capital de nuestra provincia pues, en SANTA ROSA, nos esperaba un querido amigo: ANGEL CIRILO AIMETTA. Nació en Bernardo Larroudé (prov. de LA PAMPA). Vivió y trabajó en el campo hasta los 16 años junto a sus padres. Su padre fue tambero, contratista rural y alambrador y Ángel trabajó junto a él en esos oficios. Reside en la ciudad de SANTA ROSA (Prov. de LA PAMPA) desde 1962. Bachiller Nacional, egresado en 1969 del Colegio Nocturno Provincial de Bachilleres de Santa Rosa. Trabajó once años en la Municipalidad de Santa Rosa, llegando a ser Jefe de Despacho General. Se desempeñó ad honorem durante cinco años como Secretario de la Primera Comisión Municipal de Cultura. Fue Secretario permanente del Consejo Asesor Vecinal de la Municipalidad hasta el año 1973. En el campo privado desde mediados de 1976 se dedicó a la actividad privada inmobiliaria, siendo Martillero Público y Corredor de Comercio, fundando la Empresa Aimetta Inmobiliaria de Santa Rosa, con actividad ininterrumpida hasta el presente. En el campo gremial-empresario es  Cofundador y ex – directivo de: Colegio de Martilleros y Corredores de Comercio de LP; Cámara Inmobiliaria de La Pampa; Ex-Directivo de la Cámara de Comercio, Industria y Producción de La Pampa; Presidente de la ex-Federación Económica de La Pampa; Delegado pampeano ante la CAME; Ex -Delegado por dos períodos de la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Rosa. Como delegado, trabajó intensamente en la Comisión Redactora de las bases de creación del Fondo Editorial Cooperativo (FEC). En el campo cultural desarrolló su vocación por los temas culturales, manteniendo un activo vínculo con instituciones relacionadas con dicho quehacer. Se lo identifica como un animador y gestor cultural. Se desempeñó como: Delegado del Fondo Nacional de las Artes (1965-1975); Director Provincial de Cultura de la provincia de La Pampa (1973-1975); Legislador Provincial por el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), en el periodo 74-76;  Subsecretario de Cultura de la provincia de La Pampa (2007-2011). Libros editados:De los cuatro vientos” - Cuentos y relatos. (Edición Fondo Editorial Pampeano); “Oficios y Personajes del Campo”- Cuentos, relatos, comentarios y descripción de antiguos oficios del campo argentino- (Edición INTA). Libros inéditos: “Mundo de crotos y linyeras”, “Aires de la llanura”,  “Cuentos de humor y desamor” Cuentos inmobiliarios”. Es un férreo defensor del campo argentino y de la cultura de la ruralidad. Integra la antología “LEER la Argentina del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología – Presidencia de la Nación. EUDEBA y Fundación Mempo Giardinelli (2005). Participa de otras antologías editadas regionalmente. Es también autor de artículos sobre temas culturales, biográficos y de interés general, publicados en diarios y revistas locales y regionales y en “Rincón Gaucho” de La Nación del Campo. Fue miembro del Jurado de los Certámenes Nacionales que organizada Rincón Gaucho, durante dos períodos. Fue Presidente de la Asociación Pampeana de Escritores (APE), por dos períodos (2002- 2005. Como verán es una persona sumamente inquieta y comprometida. Y los cuentos de su autoría que acompaño, muestran su enorme capacidad para describir, casi diría fotográficamente, paisajes y personajes. Que los disfruten.
E-mail: rosaura@cpenet.com.ar

DON PEDRO DEL GUALEGUAY

            Don Pedro Balladares, toda su vida fue tropero. No se le conoció otro oficio.

            Se había criado arriando atrás de su padre, y ya grande, le siguió en fama. Eran tan extendidas sus mentas que lo llamaban para hacer arreos en las llanuras pampeanas, en los faldeos cordobeses; para cruzar tropa a Chile, arrebañar ariscos en las cuchillas correntinas u orientales, lo mismo que majadear en abras patagónicas.

            Tenía poquitos caballos, pero todos a prueba de caminos y travesías. El no decía que era un hombre de a caballo, el decía que era un “hombre del recado”. Si, claro, desde el recado ejercía su oficio y sobre el recado dormía; a cielo abierto, toda la vida. Podía decirse que era un hombre de vida a cielo abierto, como todos los reseros.

            Por encima de ese destino de andancia, como el hombre era de Elordi, a su pago volvía siempre. En la punta del pueblo, casi a las afueras, tenía un solar generoso, y allí sentaba los reales; incluyendo los caballos, si no los ubicaba en el campo de algún amigo cuando su estada no era breve; nunca le faltó quien le diera lugar.

            En el solar, cercado por un alambrado antiguo, tenía una bomba, una bebida y un excusado, y en el medio, más que como adorno, como una posada, un gualeguay añoso; debajo de su fronda el hombre vivía y dormía en su recado.

            Era un hombre respetado, de trato correcto y muy reservado. Como que no era un hombre de a pie, cuando salía a buscar algunos suministros o a tomarse una copita en el almacén y despacho de bebidas de don Angel Martínez, lo hacía invariablemente de a caballo.

            Con el tiempo, en sus breves estadías, se lo vio ir levantando poco a poco un rancho de chorizo, entre la bomba y el Gualeguay; cuando lo tuvo listo, le quedó un ranchito escaso y decente, pero él, sin que nadie se preguntara demasiado, continuó viviendo y durmiendo debajo del gualeguay; afuera, como en los arreos.

            Como al año, se juntó con la Panchita Meliendre, mucho más joven que él, y en el ranchito la instaló. En un hombre tan de paso, y como no se les vio noviazgo, nadie lo hubiera esperado. Pero cayó bien, porque la Panchita, hija de criollos, tan hacendosa y recatada, era de su misma laya. Eso sí, él continuó durmiendo en su recado debajo del Gualeguay, invierno y verano. Soberanamente.

            Después de juntado, pareció volver más pronto de cada viaje. Como sabiendo o presagiando, cuando se la veía a la Panchita esperarlo en el portillo, ése o al otro día, caía de regreso el arriero. Desensillaba, y debajo del gualeguay, mateaban o churrasqueaban mientras seguramente le contaría las cosas de sus andanzas. Horas pasaban allí, conversando, sentados en unos banquitos criollos, como si ella lo visitara. Cuando el calor apretaba o la noche subía, ella volvía a su morada, como quien vuelve a su casa. Y él, se entregaba al descanso, sobre su recado. Nunca nadie lo vio vivir o dormir adentro. El rancho daba frente al camino de los tamberos, y muchos de ellos, al pasar, los han visto conversar largamente, ella parada en la puerta del rancho y el, allí, como si hubiese ido a buscar algo.

            Así y todo, tuvieron once hijos. Hermosos hijos, juiciosos, de su misma estampa. Con toda naturalidad y cariño, en el pueblo les llamaban “los hijos del recado”.

                               De su libro:  “Oficios y personajes del campo”  Edición del INTA 2007

 

ESPERA

           En el Toay viejo
            Serían las 11 de la mañana de un caluroso domingo de enero y el resol aplastaba el paisaje pobre del Toay viejo. No andaba un alma, y un viento bajo y díscolo remolineaba sin rumbo por las calles, sacudía con violencia los eucaliptos y las acacias negras y agitaba una polvareda como un lienzo pardo tejido de arenillas y limaduras.
A la vieja Estación del que fuera el Ferrocarril del Sud, que antaño llegara hasta Bahía Blanca, uniendo un rosario de pueblitos rurales hoy agónicos o desaparecidos, con sus Estaciones abatidas y kilómetros de rieles tapados por la arena o el fachinal, la cercaba un cordón de antiguos caseríos y unos pocos ranchos en la retaguardia, la mayoría tapera, resignados a sucumbir lentamente al abandono y al paso del tiempo.
La historia vivida y el esplendor de entonces, se revelan a través de grandes portales desmembrados, fachadas altas, señoriales pabellones, voladizos, cornisas y tapiales derrumbados o fragmentados; enormes y audaces gajos y raíces, como verdes boas constrictoras, completan la tarea abrazando y asfixiando molduras y columnas, declinando techos, agrietando muros y removiendo cimientos; encima, a una distancia cada vez más corta, el caldenar centenario, verde intenso y sombrío, ha recobrado su intrepidez primitiva y, como un lento malón del pasado, viene por lo suyo invadiéndolo todo con un renoval enmarañado que nace y crece salvaje hasta en los mismos umbrales, patios y corralones de viviendas y negocios que fueron de un pueblo que se mudó a la ciudad nueva, buscando la ruta y el asfalto.
            En busca nostálgica de esos testimonios del pasado, y para ver si entiende de una buena vez el sinsentido de ese abandono y la mudanza, va el viajero conduciendo con recogimiento y cautela su automóvil por esas polvorientas y desoladas calles. Nadie queda allí, nadie vive ya en esa geografía desalojada.
            De pronto, en medio de una calle angostada por el verde tapiz de la gramilla que avanza, la escena se presenta a sus ojos como una alucinación: el cuerpo inerte de un hombre viejo tumbado boca abajo y con los brazos y las piernas extendidos sobre el playón barrido por el viento. A su lado, una mujer anciana y magra, vestida totalmente de negro, con la cabeza y el rostro cubiertos por un antiguo rebozo pardo oscuro, en cuclillas, haciéndole campana en el piso la amplia falda, inmóvil y en actitud contrita, aprieta un misal entre sus manos y parece rezar.
El viajero, entre el espejismo y la realidad, se acerca temeroso y en suspenso para preguntar al fin lo que no quiere preguntar:
           ¿Qué pasó? ¿Cómo fue? ...¿En qué puedo ayudarla?
           No, nada nomás, señor —contestó la vieja criolla—.  El  está mamadito y dormido, y yo lo espero... como siempre.
 
              Del libro, en preparación: "Memorias de la llanura”

 

DUREZA EN EL MONTE

            Un duro sol fustiga impiadoso el paisaje del monte duro. Y en sus entrañas, cerradas, sombrías, late y retumba el golpe seco del hacha. El monte resiste.
 
            El hombre encendido, igual de duro, igual de impiadoso, descarga su brazo de filo brutal. Tajo a tajo consuma el sacrificio, como ofrenda a una deidad que lo avasalla o como un oscuro gesto de dominio.
 
            Combaten frente a frente, sin fuego y sin llanto, la sangre caliente y la dura lignina.
 
            Al hombre lo arrastrarán las horas hasta que, exhausto, recién pueda ver tumbado el árbol; pero el hombre sabe que ese momento supremo llegará. Y, con rabia y gozo, celebrará el estruendo. El monte tiene siglos para ver caer al hombre, desgastado y vencido, sin filo y sin dominios.
 
            Es el Sísifo del hacha cumpliendo su condena, y la piedra es el monte de siete vidas que vuelve una y otra vez, más allá de una vida.
 
            Dura el hacha, duro el monte, duros el sol y el tiempo. Y duro el corazón del hombre.
 
            Dura es la choza deshecha y harapienta. Hondo su adentro, que el sol espía por las hendijas. La cumbrera está vencida. Y la paja puna, vieja y polvorienta, apelmaza el tiempo y la pobreza.
 
            Covacha dormidero con lujo de piso alisado. Morada de las vinchucas.  
 
            Mudo brasero de fundición. Vacío el fogón, con chimenea de tarros enganchados, tiznados, al centro, aguardando el invierno. Latas y cacharros prendidos de las horquetas. El monte no le ha dado más espacio, y el toldo se las arregla, apocado; ni cuña le hace. Pero está ahí, no para el monte, sino para el hombre. Un par de alpargatas rotas, al sol. Media camisa-medio trapo colgando de un púa. Un trozo de picana y un alón de charo grande, hechos charqui, en su gancho. Una palangana enlozada, cachusa, picada. Un colchón arrollado con pilchas revueltas, y a su lado, recostada sobre la pared de chorizo, una guitarra.
 
            No hay familia allí y el hachero vive solo. Desde hace muchos años, vive solo.
 
            Tampoco hay agua allí. Allí no hay agua. Un barril con tufo, tiene un poco.
 
            A dos metros de la puerta de bolsa, como una llamarada, cubierto de flores, un rojo duraznero. Dispuesto a frutecer, en el mejor de los mundos...
 
            El sabe del amor de unas rústicas manos que allí le dieron vida, que han sabido cuidarlo, y ayudarlo a frutar un año más...
 
 
 
Nos despedimos de Ángel luego de haber compartido unos amargos y el trencito enfiló para la zona serrana, pues en Córdoba aguardaba una nueva pasajera: SANDRA RAQUEL BARRERA ANDRADA. Nació y vivió la niñez y adolescencia, en un pueblo de Traslasierra (de la provincia de Córdoba). Terminado el secundario se trasladó a CÓRDOBA (capital) donde reside y estudia la Licenciatura y el Profesorado en Letras Modernas en la UNC. Siempre dispuesta a la escritura ejerce la docencia y luego la dirección en el Nivel secundario hasta la actualidad. En 1995 en el marco del premio Jerónimo Luis de Cabrera, organizado por la Municipalidad de la ciudad, obtiene un premio en poesía destinado a autores inéditos. Ha participado de encuentros literarios en Villa Dolores y Bialet Massé y se han publicado algunos de sus escritos en revistas digitales y antologías. Nos dice: “Escribir, para mí, es como un anclaje”. Hoy nos trae sus poemas.

 

V I

No me puedo exponer
al artificio
de las nadas
de tus ecos sin nombres
de tus decires presuntuosos.
No me puedo exponer.
 
I V

A veces,
el aire es un viajante
que recorre apurado
mi garganta
y me impide saber
si la palabra
será dicha
o dolor
al decirla.
 

NO ES

El héroe ha extraviado
su camino
y regresa a mi lado
sin trofeo.
No me salva.
No me mira
y cubre su cara con un  velo.
Yo subo nuevamente la piedra a la montaña
y espero que otro héroe
intente usar el arco.
 
DESPEDIDA

Se despista la luna
que guiaba el sendero
del hombre.
Y la luz de la casa
se apaga.
Y el aroma a comida
se confunde en la sombra
de las calles sin rumbo.
Gritan la soledad
en vano.
Parecen bombos.

 
Dijimos adiós a las serranías y la locomotora decidió darse una vueltita por el litoral, para que ascendiera en la provincia de Santa Fe una nueva pasajera: MARTA LIA BROSSA, nació en la ciudad de CAñADA DE GÓMEZ (Prov. de SANTA FE), lugar donde reside. Es Artista Plástica, Diseñadora Gráfica y Publicitaria, Decoradora de Espacios Interiores. Enamorada de la palabra, participa de Talleres Literarios. Alentada por la extinta escritora Beatriz Guido, comienza a mostrar parte de su obra a partir de 1990. Posee trabajos editados en diferentes Periódicos, Boletines, Revistas Literarias y en Seis Antologías de Cuento y Poesía. En su doble condición de Artista Plástica y Escritora, asiste a diversas Muestras de Poemas Ilustrados, ilustrando obras propias y de otros autores de la provincia. Obtiene Premios Nacionales en Poesía y Narrativa y  1er. Premio I Certamen Internacional de Cuentos Breves “Jorge Luis Borges” por su obra “Fantasmas de Buenos Aires” (Org. Editorial Centro de Arte Urano 2001, auspiciado por la Embajada de las Letras de Bs.As.). Cuenta con un prólogo realizado por el extinto Sr. Poeta Oscar Guiñazú Álvarez (Gran Premio de Honor de la S.A.D.E. 1994) para un libro de Poesía. Co-Autora del Libro “Ángulos de la Locura (Editorial Vinciguerra -2011). Coordina el taller de expresión para adultos mayores “Yo Amo la Palabra” Actualmente posee cuantioso material inédito en Poesía y Narrativa. Nos deja sus poemas que, por momentos, son casi una pintura …
E-Mail: marta_brossa@hotmail.com

 
AZULES

Adoquines de lapislázuli,
mariposas amazónicas
sobrevolando jazmines celestes,
en los ojos asombro de mar y cielo,
música electrónica,
lágrimas de tinta,
mil novecientos setenta
en los vaqueros desflecados,
sobre los espejos un color primario,
zafiros y turquesas de pasión bohemia
en letras de canciones de protesta,
aguas marinas en estrepitosas olas,
misterioso infinito sin censuras,
amenazantes tormentas,
                     los exilios,
sobre el firmamento pinceles y palabras,
almas que defienden su pigmento,
no se puede renunciar al azul
cuando debajo de la piel
hay un poeta.
 
 
COMO UNA OBRA DE ARTE

Fatalmente desmembrada
como en una obra de Picasso,
con el genio loco
tatuado en los talones
descompuesta en los ojos atemporales
jugando en la inocente tarde
con telarañas de ángulos y huesos.
Justo a la hora de tomar el té,
se eleva la taza perfumada
con aromas de Ceilán y risas huecas,
nada más que un sorbo lento,
una lágrima cúbica
desde las cuencas negras
y la promesa de ser LA obra de arte
en nombre del amor creada,
única, con rubor geométrico,
y sombras de amenazas apiladas,
una mujer de máscara discreta,
prolijamente rearmada,
junta los pedazos detrás de un maquillaje
capaz de mantener las apariencias,
anuda esperanzas, alinea sombras,
inexorablemente dialoga con fantasmas,
termina de tomar el té, se exhibe, se desdibuja,
ya no sabe quién es,
pero eso..., ¿a quién le importa?
 
 
EL ALMA DE VAN GOGH
 
Hoy estreno sandalias
para caminar hacia los sueños,
una niña polvorienta
                    me mira desde lejos
y me guiña un ojo a media tarde,
en la esquina
un coro de linyeras le canta un Aleluya
                                        a las monedas
un periodista saca fotos,
enquistado en el hedor hecho canción
el sol teje telarañas en sus trajes,
un enjambre de abanicos y paraguas
se convierte en caleidoscopio de los pobres
y vuelve Van Gogh con los mineros
con la luna nueva pintando las paredes,
los rostros tiznados,
la lumbre, la pincelada circular en remolinos,
las cartas a su hermano,
otra vez los trigales y los cuervos
las nubes esquizofrénicas de marzo;
un disparo,
los girasoles que brotan sobre la sangre negra
un fantasma errante pasa a mi costado
siento la bocanada del humo de su pipa,
me ofrece una flor recién parida
                     un lirio, un mirasol,
la niña polvorienta
es mi propia sombra desvalida,
estira la mano incrédula,
toca la textura de “La noche estrellada”…..
presiente mis pisadas…
 
Paso a paso, cuadro a cuado, color a color,
entro en el álbum de la locura,
en el alma despedazada sobre lienzos,
y me pierdo en el amarillo que renace
                                   como la vida misma…


ENTRE PINOS

Solamente la piel envuelta en hojas,
enhebrada en vientos azules
entre voces que se pierden allá lejos
en música de hojarasca,
solamente los pies en el crujido
de otoñales ocres y suspiros
sueños de escarabajos,
diálogo de labios,
en el inhalar amaneceres
que prometen salvar al mundo en otra parte,
solamente las manos confundidas
para prender con alfileres sobre el alma
una ramita milagrosa,
aroma de pino en cascada de lágrimas,
elevados los ojos en el bosque secreto
beben perfume de sangre enamorada,
éxtasis en la danza de los árboles,
copulan las sombras dando a luz
                              la promesa de volver
                              en la libertad de los pájaros.
 

La maquinista se reconfortó con unos deliciosos alfajores y el trencito marchó rumbo a la provincia de Buenos Aires (o el Gran Buenos Aires, como gustéis). Un nuevo pasajero quería compartir el viaje y nos aguardaba: MARCELO MANUEL OVIEDO. Nació en la ciudad de Buenos Aires y reside en LANUS (prov. de BUENOS AIRES). En sus inicios participó en diversos encuentros culturales y en grupos literarios de Lanús. En 1995 comienza a coordinar talleres de poesía en el Complejo Cultural Maitén y en la Sociedad de Socorros Mutuos de Wilde. Coordinó también talleres para personas con capacidades diferentes y en la Biblioteca Braille y Parlante de Bernal desde 1999. Colaboró en numerosas revistas literarias. Fue prologuista, miembro de jurado de poesía en diversos certámenes en la Provincia de Buenos Aires y dictó conferencias sobre Literatura del Noroeste argentino y sobre vida y obra de Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte) y Pedro Miguel Obligado, del cual toma su nombre para fundar en 1993 la Biblioteca Popular en la ciudad de Lanús. Es integrante de SADE y miembro de Ronda Literaria y Gente de Letras. Es además columnista de la revista “El rafa” del Círculo Amigos del Tango de Lomas de Zamora y del cual también es integrante y Académico de Número. Actualmente ocupa el cargo de vicepresidente de S.A.D.E Lanús desde 2015.
Obra publicada: "El camino trémulo" (Poesía) Editorial Maitén 1994. Participó en 20 antologías poéticas compartidas. Nos trae sus poemas, entre ellos varios sonetos (género que, personalmente, aprecio) plenos de sentimiento.
E Mail: marcelomanueloviedo@yahoo.com.ar

A MI LANÚS ME GUSTA CUANDO LLUEVE


                               “Mi risa está tan adentro que estoy triste cuando me río”.

                                                       Manuel del Cabral.


Eta tarde es distinta para mí.
La lluvia es un milagro que se advierte
en algunos ojos mansos
que se van perdiendo
quien sabe hacia donde.
 
Muchas veces
he recorrido la lluvia.
Muchas veces
me detuve en la mirada
mas dulce y leve
de alguna ilusión.
Y muchas veces también
bajo este mismo cielo
escuché las voces
descendiendo de los trenes
a la hora del crepúsculo.
 
He decidido ocultar mi sonrisa
porque estoy triste para reír.
 
Me pregunto
hacia donde ira la gente
cada vez que la sombra
se confunde con la lluvia.
 
Esta tarde es distinta para mí.
Porque a pesar de todo
yo te busco en las miradas
que se repiten y se alejan
mansamente.
Y espero escuchar tu voz
descendiendo en los andenes
a la hora puntual de mi letargo.
 
A mí esta ciudad
me gusta cuando llueve.
Porque repite cada tarde
el milagro que nadie advierte;
el de saber que volverás
en unos ojos dulces
y leves.
 
CARTAS DE AMOR
 
Yo también escribí cartas de amor
porque aquella presencia luminosa
traía la promesa de la rosa
y el guiño de la tarde y su esplendor.
 
Y quise por demás en cada cosa
reflejar el destino de la flor
quizá porque ignoraba este dolor
tan hondo que conmueve y que me acosa.
 
Cuando estuvo el amor yo le canté
con el verso más dulce que encontré
porque todo era un grito de algo nuevo.
 
Me duele el corazón desde temprano
así como la ausencia de su mano
y es poco lo que tengo y lo que llevo.
 
 

COPLAS PARA EL DÍA DE MAÑANA

“Llamaremos a la puerta
                                       ha de abrirse o no ha de abrirse;
                                       un ostro será elegido,
                                       otro rostro tendrá que irse”.
                                       Fernando Sánchez Zinny

 
Cuando mi horario jubile
y cuando sea más viejo
miraré pasar la vida
como si fuera un reflejo.
 
Será el momento preciso
de recordar cada cosa;
de los días de la lluvia
y del tiempo de la rosa.
 
De la urgencia de los trenes
de un lugar a otro lugar
y de la noche sin título
que no invitaba a soñar.
Tal vez escuche otras voces.
Tal vez me escuchen a mí.
Cual ha de ser mi lugar
si es que no me quedo aquí.
 
Estarán las hojas muertas
delante de mi destino
y las ventanas insomnes
a la par de este camino.
 
Me llamarán por mi nombre
y mi alma escuchará.
Dirán que tengo que irme
y mi alma partirá.
 
 
LA HORMIGA
 
Desanda otra vez sin remedio
el largo camino a su casa.
A veces intuye el asedio
de aquel que se acerca y que pasa.
 
Tal vez en la hormiga que atrasa
su andar discontinuo en el tedio
se va nuestra vida en la brasa
aun por la orilla y el medio.
 
La hormiga transporta una hoja
traída quien sabe de donde
y el sol se derrumba y se esconde.
 
También llevo yo una congoja
y sigo el andar de la hormiga
si pide la luna que siga.
 
 
TERCETOS

Que distinta la noche que despierta
en el sueño inocente de la infancia
y en el alma cansada de mi puerta.
 
Y es distinta también esta distancia
que hasta ayer ni siquiera comprendía
y que ahora renueva su importancia.
 
Te recuerdo esta noche y todavía
retengo en la ceniza alguna aurora
y alguna risa tuya que fue mía.
 
Iré por un camino a cualquier hora
como quien atraviesa la jornada
seguro y convencido y sin demora.
 
Y al llegar al país de tu mirada
entera de cristales y de cielo
construiré nuevamente una morada.
 
Es tiempo de emprender el otro vuelo
por el día crispado y la azucena
por el sitio intangible del anhelo.
 
Mientras tanto la noche más serena
contempla mi equipaje y por fortuna
advierte que no llevo ni una pena
y ha corrido a contárselo a la luna.
 
 

ELOGIO DE UNA LÁMPARA
 
Me quedo hasta el cansancio
puliendo una palabra
buscando alguna idea
que a veces se me escapa.
 
Aquí ya se han dormido
las voces de la casa
y apenas tu silueta
metálica acompaña.
 
Te veo en el silencio
con la mirada blanca
siguiendo el derrotero
del curso de mi alma.
 
Yo sigo convencido
del brillo que me irradias.
No nos incumbe el mundo
detrás de la ventana.
 
No importa que la luna
desfallezca y se vaya.
Aquí somos los dos
en esta madrugada.
 
Aún está la noche
y tu presencia pálida
y sigo hasta quien sabe
al ver que me acompañas.
 

COMO UNA FLOR
 
Desliza por la noche su presencia
muy cerca de una estrella que se amura
en un punto intangible de la altura
con su luz permanente y con su esencia.
 
Y llega con la voz y la ternura
por un viejo camino de la ausencia
mostrándome otra vez la transparencia
de un tiempo sin dolor sin atadura.
 
Así como una flor que se renueva
que en medio de la lluvia se subleva
tan solo porque sí por ser altiva.
 
Así la veo yo cuando regresa
con el alma impaciente y la sorpresa
de saber que la nombro y de estar viva.
 
 
En camino de regreso, nos dimos una vuelta por mis viejos pagos de Avellaneda, con más precisión mi barrio natal de Gerli. Donde creció mi afición por los trenes y las locomotoras de la mano de mi abuelo Manuel. Pero el andén piquense esperaba nuestro regreso y hacia allí enfilamos.
Como siempre los invito a subirse al tren, enviando sus cuentos y poemas (más una minibiografía) a: letrasenelanden@gmail.com.
Un abrazo largo y ¡nos estamos encontrando pronto!!!!!!!!!!!!!

CRIS FERNÁNDEZ

2 comentarios:

  1. Material excelente . Los trabajos son de alto nivel, en especial ami me ha gustado lo enviado por Marta Lia Bros de Cañada de Gomez. Gracias por este tipo de aporte a buestra cultura.

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  2. GRACIAS CRIS, POR INUNDAR DE BELLEZA EL CUADRO CON ESTOS GRANDES PASAJEROS DE LA PALABRA, EN ESTE TREN DE VIDA, CON ESAS PINCELADAS DE AMOR. PARA ESTE DIA GRIS EN LA COSTA DE CHILE , REGION DE VALPARAISO, CON UN CLIMA BIPOLAR COMO LO ESTAN LLAMANDO, HOY, TE MANDO UN ABRAZO AFECTUOSO DESDE ACA , MARTA ALVARADO ALDEA.

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